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Cádiz - Mérida AD

La vida sigue igual (0-1)

  • El equipo gaditano no cambia de rumbo con el nuevo técnico y se estrella en una pésima segunda mitad. La derrota pone en serio peligro la clasificación para la fase de ascenso.

ÁRBITRO: Escudero Marín (castellano-manchego). 

TARJETAS: Amarillas El colegiado amonestó al jugador del equipo local David Sánchez (39') y a los visitantes Paco Borrego (9'), Iván Matas (43') y Borja (80') . 

GOL: 0-1 (75') Aitor El atacante del conjunto extremeño controla el esférico en la zona de tres cuartos, se deshace de Mantecón con un caño y suelta un zapatazo con la pierna derecha desde la frontal del área que se cuela a media altura junto a un poste. 

INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la 35ª jornada del campeonato nacional de Liga, encuadrado dentro del grupo IV de Segunda División B, disputado en el estadio Ramón de Carranza en una tarde agradable en presencia de 7.610 espectadores, según la cifra oficial aportada por el club.

Álvaro Cervera se topó ayer con la cruda realidad de un Cádiz que no sólo no termina de salir de la UCI sino que además su estado empeora. El nuevo entrenador se estrenó en el banquillo con una derrota que no hizo sino prolongar la nefasta dinámica de un equipo que cuando parece que ya ha tocado fondo se hunde más todavía en una caída libre que pone en serio peligro su clasificación para la fase de ascenso. 

El problema del Cádiz no es el entrenador, sino una plantilla que no da más de sí y que encadena ya la friolera de cinco partidos consecutivos sin ganar en el tramo decisivo del campeonato de Liga, cuando más debía estar a la altura. Un mísero punto de los 15 disputados en las fechas más recientes es el triste balance numérico fruto de un empate y nada menos que cuatro derrotas, la última ante un Mérida al que le bastó un poco de orden y un certero lanzamiento a puerta para llevarse tres puntos y dejar en coma profundo a una escuadra a la que el cambio de técnico no le sirvió de revulsivo. 

Hubo cambio en el banquillo, aunque no se apreciaron cvariaciones en las prestaciones de un equipo sin rumbo que no sólo pierde fuera, ya también lo hace en casa, donde no caía desde el pasado mes de enero (ante el Granada B). 

El Cádiz sólo tuvo gas para media hora a lo sumo y después se desinfló hasta estrellarse contra su impotencia atenazado por su ceguera futbolística y sus limitaciones físicas, muy pronunciadas en una segunda parte en la que volvió a dejarse arrastrar por el ridículo, como en partidos anteriores. 

Álvaro tiene que la complicada misión de resucitar un muerto a falta de tres jornadas para el epílogo de la Liga antes de un play-off que ni mucho menos está asegurado. Si La Hoya Lorca se impone hoy en su feudo al Cartagena, la distancia con el quinto quedaría reducida a sólo tres puntos con nueve por dirimir y una racha que no puede ser más negativa, que debe cambiar sin más demora. 

El Cádiz no funcionó ni como equipo ni con individualidades. Apenas llegó a puerta tras el descanso y no reaccionó con el 0-1 a falta de un cuarto de hora para el final. Nada de nada. Perdido en medio del océano con un enorme agujero en su nave a punto de naufragar. 

Álvaro Cervera presentó un bloque muy parecido al de Claudio Barragán en las últimas fechas, con las novedades de Abel Gómez en la medular y el canterano Román en punta en sustitución de Dani Güiza, lesionado en el calentamiento. 

Los bríos que proporcionan el nuevo entrenador dieron para media hora en una primera mitad de un equipo que fue de más a menos, en paralelo a su recorrido irregular a lo largo de toda la temporada. 

El Cádiz puso el motor en modo arrollador en un arranque de vértigo. El técnico recién llegado no se complicó la vida con tan poco días al mando del vestuario. Colocó un 4-4-2 con David y Abel en tareas distributivas, Jandro escorado a la izquierda y ayudante como interior, Álvaro García en la derecha, Lolo Plá en tres cuartos y un activo Román en punta. 

El dominio de los amarillos fue absoluto ante un rival agazapado en su guarida con intención de sorprender a la contra. 

El equipo se metió enseguida en el bolsillo a una afición que con sus aplausos empezó a reconocer el buen juego. El empuje de los locales fue incesante a falta del gol. En el minuto 16, una dejada de cabeza de Jandro a Román dentro del área dejó solo al chiclanero pero el portero llegó un segundo antes para deshacer el peligro. 

Dos minutos después estuvo a punto de marcar el Cádiz en una de esas ocasiones de la que uno se acuerda si no gana el partido. Juanjo rompió la telaraña defensiva del adversario, sirvió a Álvaro García a la derecha y el utrerano dio el pase de la muerte el pase de la muerte para que Lolo Plá sólo tuviera que empujar el balón en el corazón del área. Lo empujó de manera tan defectuosa que en lugar de ir a puerta se marchó fuera. Lo fácil era poner la pelota entre los palos, pero al Cádiz no le sale nada. 

Los anfitriones dejaron escapar su momento para abrir lata y cedieron en su empuje frene a un Mérida más asentado que inquietó desde lejos. En el 27, Troiteiro se inventó una vaselina justo desde el centro del campo que se quedó muy cerca de sorprender a Pol Ballesté. 

Los gaditanos dejaron de trenzar y sus llegadas fueron por fogonazos, como el disparo cruzado de Román en el 38 que murió por la línea de fondo. 

El duelo llegó al descanso con el marcador intacto gracias en buena medida a Andrés Sánchez, quien salvó en la raya de gol un cabezazo de Moscardó a la salida de un córner. El Cádiz demostró en esa jugada que sigue teniendo problemas en la defensa de las acciones a balón parado. Las palmas del personal se transformaron en leves silbidos al intermedio. 

El Cádiz salió en la reanudación dispuesto a solventar la papeleta, pero sin acierto lo demás sobra. No encontraba el camino de la victoria, se le fundieron los plomos y Álvaro Cervera metió en el partido a Salvi en lugar de Román. La afición aplaudió la reaparición del sanluqueño, aunque pitó al entender que el canterano no merecía ser sustituido. 

Los amarillos no tenían claridad con el balón y no amenazaban la portería contraria ni por asomo. En el minuto 59, un centro de Álvaro García se paseó por el área pequeña sin que nadie rematara. Ya no estaba el delantero centro. 

El partido había llegado a una situación preocupante para un Cádiz enredado en su habitual quiero y no puedo del presente. Tenía toda la pinta de empate sin goles salvo un chispazo que dejara los tres puntos en casa. Pero no había manera. El conjunto local se había venido abajo, era incapaz de hacerle cosquillas a un rival acomodado. Salvi no terminaba de entrar en juego, el equipo quedaba bloqueado, mermado en los físico y sin frescura mental. No tiraba a puerta. Álvaro Cervera colocaba a Sergio Mantecón por Abel Gómez en un segundo cambio también discutido por la afición. 

Los locales eran incapaces de crear una ocasión y si alguno daba la sensación de poder marcar era un Mérida que llegaba suelto a las inmediaciones del área. En el 75, Aitor hacía un caño a Mantecón en la zona de tres cuartos y soltaba un misil con la bota derecha desde la frontal del área que se colaba junto a un poste. Un auténtico golazo que destapaba las miserias de un equipo en caída libre que no supo reponerse del golpe pese a que lo intentó a loco, como pollo sin cabeza. 

El preparador cadista recurría a Ranko Despotovic en una medida a la desesperada en busca de una reacción que nunca llegó a producirse porque el Cádiz ya no daba señales de vida desde hacía tiempo. Apretó con más corazón que cabeza pero ya era demasiado tarde para evitar un nuevo fiasco. 

El Mérida, pertrechado atrás con orden y oficio, no sufrió lo más mínimo para dejar k.o. a un Cádiz con encefalograma plano que no ofrece recursos y se va quedando con una margen de error cada vez más estrecho. O reacciona de inmediato o la temporada se derrama sin remedio por el sumidero del fracaso. Una vez más.

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