fútbol segunda división b

Tres puntos de gran valor para la Balona

  • Los linenses cortan una racha de dos meses sin ganar en casa

Cuero se lleva el balón acosado por un jugador del Badajoz.

Cuero se lleva el balón acosado por un jugador del Badajoz. / erasmo fenoy

Esta vez salió cara y además no en un partido cualquiera, sino en uno de esos de su liga donde se juega cosas tan importantes como aventajar al rival en el golaveraje. La Balompédica arrancó 2018 con una de esas victorias que marcan la diferencia entre sufrir hasta la mismísima antesala del infarto o no tener siquiera que buscarle pilas a la calculadora en el último mes de competición. Un triunfo valiosísimo, por cuanto los albinegros no le daban una alegría a su hinchada desde noviembre, pero también porque les permite abrir una brecha sustancial con las temidas catacumbas de la clasificación. Una victoria, todo hay que decirlo, poco brillante, rayando a ratos en lo tediosa, pero como a estas alturas lo que importa es hacer caja, bien invertido están los bostezos siquiera sea por poder empezar a mirar el panorama sin fruncir tanto el ceño.

La Balona jugó a lo que viene jugando desde hace tiempo. A esperar agazapada su momento. Y esta vez le condujo al éxito. Durante los primeros veinte minutos tocó sufrir. De hecho en el 14' un disparo del exbalono Álex Rubio desde muy cerca se marchó a una cuarta del marco entre un suspiro generalizado de alivio. Y apenas 60 segundos después Javi Montoya [que definitivamente está crecido, en estado de gracia] desvió un lanzamiento de Javi Rey que quería colarse por su escuadra.

Cuando ya empezaba a secarse la boca de los aficionados balonos, que veían el peligro acercarse a los dominios de su portero con excesiva frecuencia, llegó la jugada que cambiaría el partido. Jesús Muñoz metió la pierna y Stoichkov se fue al suelo dentro del área en la primera internada de los de casa en terreno ajeno. El árbitro, que estaba a un metro de la jugada, no dudó un segundo y señaló penalti, desoyendo las insistentes quejas de los visitantes. Juampe tiró de galones, tomó el esférico, golpeó con decisión y acertó de pleno. Como en el último duelo de 2017, la Balona se podía por delante sin haber lanzado a puerta en juego.

Todavía se oían los ecos de los aplausos de satisfacción cuando el Badajoz tuvo el empate a su alcance. Un centro preciso de Gabri que se comieron los centrales [de los pocos, poquísimos a lo largo de la mañana] permitió a Joaqui Flores cabecear en el mismo borde del área pequeña. Lo hizo muy flojito, aunque abajo. Y hace falta algo más que eso para batir a este portero de la Balona. Al filo del descanso a otro balón cruzado no llegó el inquieto Álex Rubio de milagro.

Estaban los equipos tanteándose en la segunda mitad, decidiendo qué papel iba a asumir cada uno, cuando Wilson Cuero se fue hasta casi la línea de fondo para alargar un pase de Stoichkov. Parecía que se había quedado sin sitio. Pero el colombiano supo rehacerse, desandar parte del camino y soltar desde la esquina del área un trallazo que se fue al fondo de la red. Era el dos-cero. La Balona estaba ante su asignatura pendiente. Encorsetar los partidos, no dejar que se le escapara la pieza que ya tenía arrinconada. Y lo hizo. Por un lado porque el Badajoz no tiene, ni de lejos, el talento que desplegó Real Murcia en la última jornada de diciembre y por otro porque la pareja Ismael Chico-Sana cortocircuita y mucho las ideas del rival.

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