Ni Messi, ni Agüero, ni Gago, ni Riquelme. Fue el extremo del Benfica Ángel Fabián Di María quien decidió la final olímpica con la que Argentina pasó de la mano de Dios de Maradona a tener un ángel de la guarda" en su banda izquierda.

Hace poco más de 10 días, el Benfica se hizo con la totalidad de los derechos deportivos de Di María al comprar al Rosario Central el 20 por ciento del pase del jugador que aún le faltaba por dos millones de euros, tras haber pagado antes otros seis. Ahora Di María vale 30 millones. Su gol, que lo gritó antes de que entrara según reconoce, los vale, aunque a Pekín llegó sin hacer ruido para acabar siendo el mejor jugador albiceleste en estos Juegos. "Ya había ganado el Campeonato del Mundo sub 20, pero esto es el doble de mejor, el triple, mucho más", resumió emocionado con la medalla de oro en su cuello.

Di María se ha ganado el reconocimiento de todos con su verticalidad y capacidad de trabajo en la banda izquierda. Es un jugador de enorme recorrido y con una zurda capaz de sutilezas como el tanto que marcó a Nigeria. Pero Di María ya fue un ángel en el partido ante Holanda de cuartos de final cuando desequilibró la balanza en la prórroga y desatascó a su equipo con el 2-1 definitivo.

Ha sido un ángel por salvar a su Argentina, pero también ha demostrado ser un auténtico león, porque peleó y ha defendió como el que más cuando Argentina se veía obligada a replegarse.