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Al final, va a sobrar la final

MIENTRAS Cádiz disfruta en concertada algarabía de sus coplas en escenario tan inigualable en donaire como sus calles, Sevilla se consuela con los rescoldos que dejó el concurso de agrupaciones y con alguna que otra letra que en estos días de Carnaval pierde el polvo que le concede año a año la estantería de la videoteca.

Repasando lo cantado en los intestinos del Falla, no hay más remedio que quedarse con las tres semifinales y, de manera muy principal, con las dos últimas. La final a tres ha propiciado que las agrupaciones viertan lo mejor de su repertorio en la penúltima fase y que lo que debería ser un pase majestuoso quede reducido a un acto de conservadurismo impropio del espectáculo que se pretende.

Sólo una reforma del concurso, no muy profunda, llevaría a una final como Cádiz merece, máxime el día que multiplica su clientela. Al seguidor habitual le rechina que el repertorio de coplas no sea inédito en el acto de más lustre. Cada agrupación repite una o dos coplas con la natural decepción de los más fieles. La táctica está ya muy vista: lo mejor se canta en semifinales, menos esa buena copla que provoque que el grupo entre con buen pie en preliminares y que se repite veintitantos días después. Y, salvo esa letra, los que sólo se asoman al concurso en la final también se pierden el grueso de la obra, cantado ya en la semifinal.

Un repertorio inédito en la final, y con lo más exquisito, sería posible si este pase puntuase más (quizá el doble) que los tres anteriores. Pero multiplicando por dos un resultado simple, justo como habría de hacer con tangos, cuplés (chirigotas) y pasodobles (comparsas), que se vende que puntúan más y es falso, ya que da igual 60+105 que 65+100, que es lo que vemos año tras año en las puntuaciones del jurado: al final, la diferencia en puntos del palo más valorado entre las agrupaciones es igual que la existente en el que menos se puntúa

En paralelo, los autores están perdiendo compromiso con las letras por miedo a no coincidir en gustos o ideologías con un jurado que en teoría juzga la coherencia de un mensaje más allá de lo anterior. Y al final resulta que el más crítico es el Selu en el remate de sus pasodobles. Y encima te hace reír.

Sello la crítica con la parafernalia en el escenario. La chirigota del Love ha sido la mejor, pero le ha sobrado exorno. Tampoco me ha gustado tanta letra mascada, e incluso callada, en más de un caso ni, volviendo a las puntuaciones, que el tipo puntúe en todos los pases y pueda marcar diferencias. Quien sí las ha marcado ha sido Juan Carlos, el más innovador. Porque aquí si das un pasito adelante, al año siguiente se ha perdido. Si, con valentía, das tan italiano salto, por mucho que los puristas quieran retroceder es mucho lo recorrido y se avanza.

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