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A tu vera

Esto no es todo, amigos

PARAFRASEANDO a Porky, nuestro rey, y me refiero al cerdito de la Warner y no al compi de Diario y nocturnidades variadas, "esto no es todo amigos". Aunque esta noche se chape oficialmente el maravilloso Carnaval 2010, aquí no termina todo. Hoy me gustaría dedicarle mi penúltima (siempre la penúltima) columnita de este penúltimo (siempre penúltimo) Diario del Carnaval al domingo que viene. Ya saben el de los jartibles, el chiquito o cómo lo quieran llamar. Si tiene usted oportunidad, reserve un hueco en su agenda para el ratito dominical que se prevé dentro de siete días. Olvídese de marabuntas humanas, meódromos oficiales y resacas enchampeladas. El domingo que viene es el de la cervecita, la tranquilidad y el tímpano despierto para degustar en formato sibarita lo mejor de lo callejero y de mucho de lo oficial.

La ruta está clara. Se puede empezar por la mítica escalera de Correos, sucedáneo cachondo de esos míticos escalones en blanco y negro que ubicados en mi familiar (aunque nunca haya estado) Odesa aparecían en 'El acorazado Potenkyn'. Tras cantar a varios niveles de altura, visualizando al norte las Flores, al oeste la cuestecita de Barrié y al este un montón de escombros; siguiente estación, pongamos que es esquinita de Columela. En ese mismo lugar o recobeco donde al día siguiente entrarán y saldrán bolsas empetadas de consumismo bueno, bonito y no tan barato cualquier escaparate de cualquier franquicia de cualquier tienda de ropa molona hace la función del forillo más fashion que se pueden ustedes echar a la cara. Continuando para bingo, es obligado un cantecito en la calle Barrié, allá donde se ensanchan los caminos y donde El Millonario completa la imagen pachanguera y chirigótica en plena Cuaresma.

La etapa reina se juega en lo alto del puerto de la Torre Tavira. Quizás el sitio más mágico y emblemático por su resonancia, su pinta de patio pequeñito, cercano, familiar y fiestero. Les aseguro que es el sitio donde mejores ratos se pasan en la calle, por lo menos para aquí el que le escribe y su clan.

Por penúltimo (siempre penúltimo), mi corazoncito de pierrot arlequinado de muchos años hasta hoy siempre pide terminar la faena en la puerta de Soriano como punto final a una jornada que en el 99 por ciento de los casos suele ser inolvidable y el 1 por ciento restante maravillosa. Allí con el sol cayendo, con la plaza casi vacía se termina simbólicamente el trayecto de la chirigota. Simbólicamente porque después seguiremos pillando autobuses, conociendo geografía y pasándolo casi igual de bien cantando allí, acá y acullá. Pero eso ya no es Carnaval con mayúsculas. Es otro Carnaval. El auténtico, que por auténtico no es oficial se muere el domingo del Carnaval Chiquito, que ya puestos sería completo con una nochecita de carpa para la ocasión.

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