Tinta china

Cualquier día revienta la fiera del Falla

PA que digan. Nadie puede domar a la fiera del Falla. Si acaso, secuestrarla, subastarla, manipularla, explotarla, pero domesticarla, jamás. Pa qué morderse la lengua. Este año se mojan, oiga. Algo estará pasando. En la hora final, las agrupaciones se confiesan por derecho, aparcan las letras standard y hablan clarito al mundo, a los políticos locales y nacionales, a los dueños del dinero, a la Iglesia católica, a jueces y periodistas, e incluso al Dios Padre. La madre de todas las batallas copleras va a estallar. Tralla contra la crisis, reproches al clero, defensa a ultranza de la mujer inmigrante, críticas a proyectos municipales, cachondeíto por doquier, bromas y veras. Por ahí celebran el espectáculo de la muerte, los muertos del morbo, y aquí la gente escribe a diario su repertorio vital, total, son tres días de categoría. Las semifinales del mundial de coplas, análisis exhaustivo del planeta Cádiz y sus satélites, incluida la hermana Jerez, la querida Sevilla, la lejana Sebastopol.

No parece casualidad que en Cádiz canten a las fábricas de sueños, el trabajo se ha convertido en una quimera; ni que los chirigoteros se conviertan en cajeras, dibujitos animados, mariquitas, jubilaos, artilugios electrónicos, pilotos o diseñadores de cabelleras y hechuras diversas. Cada repertorio guarda un secreto a voces, la moraleja de unos noctámbulos, la sabiduría de los chicucos, la osadía de los plumillas de antaño, los masones, los gitanos o los indiana jones de Cádiz, manda jones. Tampoco se antoja gratuito que coincidan Beatles y Rolling Stones en el Madison Square Garden del Mentidero, ni que el público vibre con la función diaria de la linda confusión.

Los autores se han quedado con la copla, la gente hace suya un repertorio global. A saber. Toquetazos a las caras de la crisis. Los cañamaques pintan colas de necesitados, nuevos pobres, mendigos, parados, exiliados. Y recuerda a los españolitos, apesadumbrados tras bajar de la nube del lujo ficticio, que en Cádiz se combate la crisis de toda la vida. Cádiz sonríe por no clamar contra la vergüenza de la justicia, el periodismo, los ladrones, terroristas y demás sinvergüenzas. Pastrana, por una vez, se queda corto. También largan fiestas las cajeras del Sheriff : "No nos paran de explotar, cualquier día reviento". Sueldos de miseria, recortes a los derechos de los trabajadores. Un sueldo pa la hipoteca, otro pa comer, así se desdobla la juventud, la que trabaja. La otra se marcha con la música a otra parte de Castellón.

Precaución, amiga concejala, cantan las muchachas de Juan Disney a la edil scalextric, cuidaíto con la velocidad, y con el radar de la Avenida. El Canijo muestra su versatilidad en la misma noche, pues escribe para chirigotas y comparsas, puro equilibrismo. Magníficos sus pasodobles a Los Majaras, impresionantes Los Majaras haciendo los mandaos, letras en papel de estraza, picantes pa los cuplesitos, un viaje en Vaporcito de El Puerto a Cai. Y en los cuplés la comparsa pide disculpas a su manera a los jerezanos y aclaran que la eterna pugna entre ciudades se ciñe al fútbol. Hermanos para siempre, pero que no suba el Xerez, sugiere el subconsciente impertinente gaditano submarino amarillo es. Al tiempo.

La profanación de La Caleta según Bienvenido y cía, la alusión al Solitario, héroe nacional si no fuera prque apretó el gatillo, y un cuplé enciclopédico del Selu. Un guiño con guasa y crítica al borracho del 92 que se cagonlomuerto de quien retiró la verja del muelle: hoy se acuerda de las castas del que "ha movido tó menos la reja". Los popurrís chirigoteros crecen, los pasodobles se ven venir, y hasta la Iglesia recibe dos avisos para la reflexión. Las cajeras no hallan signos de pecado en traer a un hijo para salvar a su hermano, dan gracias a quien sea por el milagro de la ciencia. A Dios, quizás. Y los mariquitas incrsutados en el ropero, entre otras razones por la sinrazón de la cúpula de la Iglesia, cantan cara a cara a Dios Padre, se sienten diferentes por la gracia de Dios. Lecciones de humanidad, lecciones de libertad en estribillo y pamplinas variadas. Como cantan los pelambreras de Pardo, el encanto y el misterio del Falla no tienen rival. Ni las coplas redondas que mantienen al espectador en vilo, esperando un desenlace que sabe a gloria.

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