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Rehabilitación Actuación en una de las fincas emblemáticas

La luz al final del túnel

  • Cae otro de los bastiones de la infravivienda, la Casa de Juan Paje, ya transformada y lista para acoger a 28 familias en cuanto culmine la instalación de un transformador

Los fantasmas dieciochescos que el arquitecto Juan Jiménez Mata atrapó en su memoria sobre la Casa de Juan Paje ya no tienen oscuros pasillos desde donde dar sustos. La Casa ya no es un laberinto de partiditos con un túnel por entrada.

La Oficina de Rehabilitación de la Junta mostraba ayer los frutos de más de cuatro años de obras en la calle Obispo Urquinaona 19-27. El inmueble está listo, a la espera de instalar el transformador que dará luz a esta enorme finca y al 6 de la misma calle. El director, Jesús Martínez, espera entregar la casa a finales de noviembre a sus antiguos inquilinos y a otros que llegarán como realojados.

Este inmueble está considerado como el mayor edificio residencial de intramuros y el patio de vecinos más antiguo que se conserva, pues las primeras referencias son de 1632, cuando su propietario era Juan Álvarez Paje, regidor de la ciudad y comerciante de esclavos. Las características de la finca llamaron la atención al arquitecto que se encargó del alzamiento de planos, Jiménez Mata, que enriqueció el documento con su historia y aportó antiguos censos de una casa que el 1891 llegó a acoger a 104 vecinos. El arquitecto vio en el hoy desaparecido desnivel de la cornisa el efecto de que la mitad del edificio se asentara en el relleno del antiguo canal, y en su complicada arquitectura, el signo de los múltiples cambios e incluso ampliaciones a costa de casas anexas.

El mal estado en el que devino el edificio lo dejó medio vacío y lo abocó a la expropiación en 2002. El Ayuntamiento pagó por la finca una cifra mucho mayor de la que jamás había gastado en un edificio residencial, 370.034,35 euros, y después lo cedió a la Junta por este precio. El 5 de mayo de 2004 comenzaban las obras, que iban a durar 22 meses pero que se han alargado el doble.

De lo peor de la casa nada queda. Ya no hay cinco casapuertas, sino dos: una para la peña taurina y otra para la casa. El angosto pasillo del patio de vecinos ha dado paso a una entrada amplia, en la que unas puertas de cristal recuerdan por contraste a la antigua oscuridad.

El proyecto de José Luis Bezós, ganador de un concurso de ideas, respeta los tres patios de la finca. De ellos destaca el último, que era hermoso hasta en los peores tiempos de la casa. Entre las 28 viviendas hay algunas con terrazas privativas aprovechando la intrincada estructura de la casa. La Catedral comprueba a través de las ventanas el resultado de invertir 2,2 millones de euros contra uno de los "baluartes de la infravivienda", en palabras de Martínez.

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