La reacción a la última de las polémicas, con el presidente del Consejo de Hermandades como protagonista en esta ocasión, no se ha hecho esperar. Tras conocer el contenido y la divulgación de unos desacertados comentarios que Miguel García ha ido enviando por correo electrónico a los miembros de su junta permanente, que hacen referencia a diversas hermandades, dirigentes de hermandades e incluso directores espirituales, varios hermanos mayores han mostrado su malestar con los hechos.

Algunos de ellos, media decena, mantuvieron en la noche de ayer una reunión informal en la que analizaron la situación, coincidiendo en que el presidente del Consejo, Miguel García, debe presentar su dimisión.

Por el momento no han tomado estos hermanos mayores ninguna determinación concreta, ya que están a la espera, entre otras cosas, de la determinación que pueda tomar al respecto la autoridad eclesiástica en una reunión que está prevista se celebre esta misma semana.

En la reunión de anoche se plantearon varias posibilidades. La primera de ellas es la de convocar un pleno extraordinario, para lo que sería necesario que al menos doce hermanos mayores lo solicitaran, de acuerdo con la normativa, y en ella pedir su dimisión o el cese; para esto último exige la norma dos tercios del pleno (es decir, al menos 24 hermanos mayores).

Otra opción planteada ayer es la de reunirse con el director del Secretariado de Hermandades, Alfonso Caravaca, para transmitirle su malestar y exigir la marcha de Miguel García. En este caso entraría en juego el artículo 73 de la norma diocesana de los Consejos Locales, que establece que “si existiera justa causa, el Presidente podrá ser removido de su cargo por el Delegado Episcopal, no sin antes ser oído él y la Junta Permanente”. Precisamente esto está relacionado con la reunión que tiene previsto mantener la autoridad eclesiástica en los próximos días, en la que va a analizar esos comentarios del presidente del Consejo.

La tercera vía planteada por el grupo de hermanos mayores es la de reunirse directamente con Miguel García y pedirle su marcha del organismo aglutinador de las hermandades gaditanas, así como la del resto del equipo de su permanente.

Sobre estos dos últimos aspectos, García ya dejó claro el martes en declaraciones a este periódico que asumiría “lo que decida la autoridad eclesiástica” o, en su caso, la voluntad del pleno de hermanos mayores “si decidiera ahora retirarme su confianza”.