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Cádiz

El timo del tupamaro

  • El pianista gaditano Manolo Carrasco se alió con la vieja guardia de la SGAE para perpetuar una picaresca de músicos sin éxito deplorada por las multinacionales

Fernando Bermúdez entregando una camiseta del  Estudiantes a Larry Bird cuando era presidente de este club de baloncesto.

Fernando Bermúdez entregando una camiseta del Estudiantes a Larry Bird cuando era presidente de este club de baloncesto.

¿Cómo es posible cobrar millonarios derechos de autor por música que nadie escucha y que, en realidad, ni siquiera es original? La rocambolesca práctica de 'la rueda', que ha estallado esta semana, pese a que ya fue denunciada hace cuatro años por el mismísimo presidente de la SGAE en aquel momento, Antón Reixa, y que fue investigada internamente en 2013 con multitud de trabas, ha destapado toda la guerra interna que desde el derrocamiento del histórico presidente Teddy Bautista, en 2011, se ha librado en una institución con casi 120 años de historia y con 120.000 socios. Una decena de ellos fueron detenidos el pasado martes y llevados ante el juez. A sólo tres se les impuso una fianza. Uno de ellos era el pianista gaditano Manolo Carrasco. Pero Carrasco no está en un brete por 'la rueda', que no es ilegal. El juez les acusa de algo bastante más grave. Pero para explicarlo hay que remontarse cincuenta años. Allí está el origen de 'la rueda'.

Lo que se llama 'la rueda' es un sistema inventado en los años 60 por militares de las bandas de música. Se les llamó los tupamaros, como el grupo guerrillero uruguayo. Estos militares estaban compinchados con inspectores de la SGAE que daban por buenas las piezas que supuestamente se habían ofrecido en salas de fiestas, boites y discotecas. Los propios inspectores eran autores que también se llevaban una parte. Era una variante a la antigua de lo que hoy es la música nocturna de las televisiones. Cuando ha saltado el escándalo casi nadie sabía que existía música nocturna en las televisiones por la sencilla razón de que nadie la ve. Pese a ello, la defensa esgrimida por músicos como José Carmona tras la asamblea de la SGAE del jueves, sorprendentemente tranquila, es que hay muchos músicos que viven de ello.

Como hace 50 años existían los tupamaros, militares que sabían escribir música, y los silbadores, compositores que no sabían escribir música pero que tenían éxito. La venganza de los músicos 'sin éxito' es llevarse ese dinero por música que nadie escucha o que, sencillamente, no existe. Como entonces, a más ingresos más votos, por lo que 'la rueda' permite tener, además, el control de la institución para perpetuar la fórmula. Si eliminamos el componente militar, poco ha cambiado de entonces a ahora.

Carrasco fue más allá de 'la rueda' al asociarse con un empresario madrileño llamado Fernando Bermúdez, que tuvo su momento más mediático cuando alcanzó en 2005 la presidencia del club de baloncesto Estudiantes, equipo al que había entrenado en su juventud. Llegó como salvador y prometió reducir la deuda, pero la aumentó y cuando fue echado por los accionistas se debía a Hacienda 1,7 millones, una deuda que ha coleado hasta el año pasado y que acabó con el esplendor del histórico equipo. Este dato no es irrelevante. Ser miembro de la Fundación Estudiantes abre muchas puertas en Madrid. Por ejemplo, la SGAE.

Bermúdez cuenta su propia biografía en la página de Eurodelta, la sociedad que creó en 2012 con Manolo Carrasco y que ha sido el hilo de donde tirar por la investigación judicial: "Licenciado en derecho, es empresario desde 1989, fue director de banca con presencia en el registro de altos cargos en el Banco de España. También es compositor y miembro de la Sociedad General de Autores. Antes de EurodeltaMusic, fue promotor de giras de grandes orquestas en España, caben destacar la Royal Philarmonic Orchestra de Londres, o la Sinfónica de Berlín".

Descabalgado del Estudiantes, Bermúdez encontró en la SGAE un lugar de refugio y se arrimó a los círculos del todopoderoso presidente de entonces, Teddy Bautista, sin duda un músico de éxito, e incluso notable, en los 60 y los 70, antes de dedicarse en cuerpo y alma a la Sociedad de Autores. Bautista alcanzó la presidencia de la institución en 1996 y convirtió la SGAE en un antipático organismo recaudatorio. Es suya la famosa frase: "El canon se paga y ya está, a quien no le guste que se aguante. Yo también pago muchas cosas que no me gustan". De este modo la gente de la SGAE se presentaba a cobrar inopinadamente en bares, bodas y bautizos... La SGAE había creado un impuesto a la música, pero su reparto nunca estuvo claro. Su detención en 2011 puso fin a su reinado y al canon, pero no sacó de la institución a un grupo aferrado a un sistema clientelar del que empezaba a formar parte Fernando Bermúdez.

La primera referencia registral de Eurodelta data de unos meses después de la caída de Teddy Bautista, en 2012, pero Manolo Carrasco no se incorpora a la sociedad hasta año y medio después. Lo hace justo antes de que Reixa denuncie las prácticas de la utilización de determinados socios de piezas de dominio público para ser de nuevo registradas con ligeras variaciones o de registrar más de una vez la misma composición. Aquel 2013 Eurodelta declara unos ingresos de 40.8.000 euros. Bermúdez no figura solo en Eurodelta, también tiene otras sociedades como Swaps, Fabb o Camins, con idéntico objetivo social, el cobro de derechos de autor. Pero es Eurodelta la sociedad que tiene la agrandada biografía de Carrasco como reclamo y desde donde Bermúdez se promociona con nombres de conocidos artistas como Diego El Cigala o Estrella Morente, a los que gestionaría el cobro de sus derechos.

El pianista Manolo Carrasco no es un músico de éxito. Ha inventado un espectáculo basado en caballos y flamenco, muy anticuado, al que Bermúdez consigue algunas giras internacionales que se venden como grandes logros. Es el caso de las actuaciones en Moscú o China. En realidad, Carrasco hace un pastiche étnico folclórico de consumo exclusivo en paquetes turísticos como los que ofrece la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. Sus pobres resultados en los canales youtube, donde para ganar algo de dinero hay que tener al menos cien mil visitas, serían una prueba de que el suyo no es un producto de seguimiento masivo. Ninguna de las piezas de Carrasco que cuelga Eurodelta en Youtube supera las 10.000 visitas. Por supuesto, la venta de discos ha desaparecido y el canon es historia. Por tanto, la gran baza de recaudación está en las televisiones dentro de una franja invisible.

La alianza de Bermúdez, el nuevo tupamaro, con Carrasco se va a convertir en poco tiempo en un filón. Cobrar por música que nadie escucha. El tándem será una china en el zapato para cualquier independiente que trate de dirigir la institución. Cuando Reixa, fundador de la banda punk gallega de los 80 Os Resentidos, alcanza la presidencia, se escandaliza al ver quiénes son los artistas que más cobran por derechos de autor. Allí aparecen los socios de Eurodelta. Impulsivo, como buen ex punk, Reixa, en 2013, publica un texto denuncia llamado Viva la música. Ahí se encuentran narrados buena parte de los hechos que el juez utilizará para llamar a declarar a Bermúdez y a Carrasco. Se denuncia el lucro sospechoso de autores desconocidos gracias a una fórmula clientelar fraudulenta basada en 'la rueda'. Reixa estaba poniendo en peligro la cómoda forma de ganarse la vida de muchos músicos que ya no están en el circuito. Lo que había hecho Reixa había roto una omertá y la vieja guardia no paró hasta derribarlo.

Bermúdez, aliado con los autores cercanos a Bautista, utilizó a Carrasco como ariete y lo presentó en una candidatura. El grupo de 'la rueda', como aquellos militares tupamaros, no podía perder el control de la dirección. En unas declaraciones, después de que su candidatura fuera derrotada, Carrasco decía: "Últimamente la SGAE está muy mal llevada, es un desastre, las multinacionales han cogido el poder y están haciendo mucho daño. Deberían apoyar a los autores y no perjudicarles como están haciendo".

Pero la bomba que había detonado era demasiado letal. José Miguel Fernández Sastrón, durante años enemigo declarado de Teddy Bautista, se alió con los hombres del ex presidente y con el propio Bermúdez para echar a quienes consideraban que querían beneficiar a los autores del prime time frente a aquellos que se sacaban un sobresueldo con el dinero de las madrugadas.

Lo que ha investigado el juez y por lo que se ha abierto una causa no es por una calderilla. A Bermúdez y Carrasco les acusa de haber movido de manera fraudulenta cien millones de euros en unos seis años sobornando televisiones y creando una red en la que sus beneficios sólo eran posibles con el compincheo de los programadores de programas que nadie ve, como los de 'las brujas', el tarot.

Como esta acusación no es nueva, en febrero de 2016 Carrasco defendía esa música de madrugada como "una ventana para muchísimos autores y artistas. Hay casi mil autores trabajando en esos programas. Es algo que mucha gente desconoce". No es que hubiera mucha gente que desconociera esto, es que lo desconocía todo el mundo a juzgar por el share de esas emisiones. "Esa ventana debería apoyarse mucho más por la SGAE, que desgraciadamente también está en contra de estos programas desde hace unos años, algo inexplicable para muchos músicos", insistía Carrasco.

El pasado jueves en su asamblea ordinaria los socios que acudieron mostraron un perfil bajo. El mazazo había sido brutal y aunque en comunicados oficiales la SGAE recordaba que la investigación no iba contra la institución sino contra algunos socios, el malestar era tan patente que las algaradas habituales en estas asambleas se transformaron en silencio.

Cincuenta años después la sintonía de los músicos fracasados suena a marcha fúnebre. La ambición de Bermúdez arrastró a Manolo Carrasco a una rueda que ha dejado de dar vueltas. Esta misma semana varias cadenas televisivas suspendían su programación musical de madrugada.

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