Cádiz

El Rey apostó con orgullo por la Exposición de Sevilla

Cientos de globos, de donde colgaban las banderas de los países participantes, fueron elevados al cielo sevillano.

Cientos de globos, de donde colgaban las banderas de los países participantes, fueron elevados al cielo sevillano. / archivo diario de Cádiz

Trás quedan más de cinco años de trabajo, desde que Don Juan Carlos proclamara a Sevilla sede de la Exposición Universal. Hoy todo ya estaba dispuesto y su comisario Emilio Casinello pudo ofrecer el resultado a la Familia Real: "La exposición está hecha. Majestades, ustedes que siempre creyeron en ella. Aquí la tienen".

El fruto de este trabajo pudo ser comprobado por los 1.800 invitados oficiales a la ceremonia inaugural que desde primeras horas de la mañana fueron llegando a la Carpa, un espacio limpio y abierto al exterior en cuyo fondo se levantaba una tarima, donde se situaban los asientos de la Familia Real.

Antes de los discursos se izaron las banderas de la Oficina Intencional de Exposiciones Universal de Sevilla 1992 a los acordes de 'Sevilla', Suite Española de Albéniz. Tras los discursos de Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía; el comisario de la Expo'92. Emilio Cassinello; el alcalde de Sevilla, Alejandro Rojas Marcos; y el presidente de la Oficina Internacional de Exposiciones, Ted Allan, intervino el Rey Don Juan Carlos, que declaró inaugurada esta exposición universal , la última del siglo XX. Entre las notas vistosas las de algunos comisarios de los diferentes pabellones extranjeros de la Expo que vestían túnicas ó exóticos trajes típicos de sus países, y como curiosidad, la animada charla, con risas incluidas, mantenida entre el presidente del PP, José María Aznar, y el vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra, que ocupaban lugares contiguos. Este acto de inauguración concluyó con una recepción ofrecida por los Reyes a sus invitados en la Cartuja de Santa María de las Cuevas, totalmente restaurada para la ocasión. Antes de reunirse con sus invitados, Don Juan Carlos Doña Sofía y sus hijos, que lucían el 'Curro' en las solapas, firmaron en el libro de oro de la Cartuja, que hasta el año 1982 fue fábrica de cerámica. El Rey alabó la bonita factura del libro, realizado por los hermanos Galván.

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