Cádiz

Ocio vs Descanso

  • Las actividades y propuestas que se organizan para dinamizar la ciudad chocan de manera frontal con la oposición de los vecinos por las molestias que causan

El público disfruta de un concierto celebrado hace unos años en la playa, a pocos metros del Paseo Marítimo.

El público disfruta de un concierto celebrado hace unos años en la playa, a pocos metros del Paseo Marítimo. / Lourdes de Vicente

Toda acción tiene una reacción. La tercera de las leyes de Newton tiene una aplicación directa en la capital gaditana. Toda actividad de ocio, toda propuesta dirigida de algún modo a dinamizar la ciudad desde el punto de vista turístico, del ocio o de la hostelería -entre otros- choca de manera frontal contra la reivindicación de los vecinos de su derecho a descansar con tranquilidad.

En los últimos días se ha sabido de la oposición frontal de los vecinos del Paseo Marítimo ante la propuesta de los hosteleros de la zona de organizar actuaciones de Carnaval o de flamenco en los meses de verano, que ha ocasionado que por el momento estos empresarios hayan desistido de este proyecto de dinamización del verano. A ello se ha unido ahora el rechazo de vecinos de la Glorieta Ingeniero La Cierva a la cantidad de actividades que en los últimos tiempos se están celebrando en este espacio de extramuros y que cuentan con autorización municipal, ocasionando -denuncian estos vecinos- problemas de convivencia por el alto número de decibelios o por las labores de montaje y desmontaje de escenarios y estructuras, entre otros problemas que manifiestan.

Con estas dos escenas que se han vivido en la misma semana -los vecinos del Paseo Marítimo se reunieron el jueves con los empresarios de la hostelería de esta zona, y los de Ingeniero La Cierva han estallado tras la última de las actividades, celebrada el pasado domingo- vuelve a aparecer un viejo problema que viene padeciendo la ciudad y que cuenta otros episodios anteriores que también han sido muy sonados.

Estos pasados Carnavales, por ejemplo, se repetían las quejas de los vecinos del entorno de Canalejas por el ruido que ocasionaba la carpa instalada en el interior del muelle. Ya el pasado año los vecinos elevaron con fuerza sus quejas, hasta el punto de que para este 2017 el Ayuntamiento llegó a articular algunas medidas para aliviar esos problemas de ruido en lo posible (adelantando el cierre de la carpa o rebajando la intensidad de los altavoces, por ejemplo) y poder mantener así la enésima ubicación de un atractivo carnavalesco que casi siempre ha venido ocasionando problemas allá donde se ha levantado.

Canalejas y su entorno ha sido también objeto de problemas de convivencia cuando ha acogido conciertos y festivales de música en su interior, lo que puede suponer un obstáculo en el futuro cuando se acometa de manera decidida el proyecto de integrar el puerto en la ciudad.

Durante el pasado Carnaval también hubo quejas entre los vecinos de alrededor de la plaza de San Antonio, que no entendían cómo podían celebrarse conciertos durante la semana con un aforo bastante reducido (apenas unas decenas de personas) delante del escenario y con un ruido ciertamente ensordecedor saliendo de los numerosos altavoces que rodeaban la gran estructura levantada en la plaza. La ampliación de la actividad carnavalesca en la ciudad chocaba frontalmente, una vez más, con la reclamación de descanso y de tranquilidad por parte de los vecinos.

Esas protestas acabaron hace unos años con las proyecciones de películas en el interior del patio del colegio de San Felipe Neri, obligando al Ayuntamiento -promotor de la iniciativa, que se titulaba Cine en Familia- a trasladar este ciclo que se desarrolla en los meses de verano hasta la explanada junto a la antigua Casa del Niño Jesús, en las Puertas de Tierra.

En otros casos, las protestas no adquieren tanta relevancia aunque también son constantes por las molestias que ocasiona el uso de espacios (como por ejemplo los baluartes de la Candelaria o de los Mártires) para celebrar actividades que generalmente conllevan la presencia de música y altavoces.

Todos estos son ejemplos de la difícil fórmula que en muchas ocasiones hay que lograr para que el ocio en la ciudad pueda convivir con la vida de sus habitantes. Como en cierto modo ocurre con la ocupación de las calles por mesas y sillas de bares y restaurantes, que ha detonado en los últimos días con esa reforma de la ordenanza que está preparando el equipo de gobierno.

Seguramente, las características de una ciudad muy limitada en su espacio sea pieza clave en este difícil rompecabezas. Y es que prácticamente es imposible disponer de emplazamientos que puedan acoger grandes o pequeños eventos sin que un grupo numeroso de ciudadanos se vea afectado. En Cádiz no hay sitio. Y la convivencia entre el ocio y el descanso es cuanto menos complicada de conseguir.

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