Era una tranquila noche estival de agosto, como otra cualquiera. Lo era hasta que, pasadas las diez y media de la noche, Francisco Daniel Braza Fernández se topó con un objeto extraño mientras paseaba por la playa de La Caleta. La marea vacía le permitió descubrir ese objeto sobre la arena caletera que desde el primer instante le llamó la atención. Lo cogió y comprobó que era metálico y pesaba bastante.

Intuyó que podría tratarse de un artefacto explosivo y sin pensárselo dos veces lo subió a la sede del Club Caleta, del que es socio. Allí se lo mostró a otros miembros de la entidad y decidieron llamar a la Policía porque aquel objeto tenía toda la pinta de ser una granada.

Dicho y hecho. Telefonearon a la Policía Nacional y minutos más tarde llegó una unidad de los Tedax y varios vehículos policiales que rodearon y acordonaron la zona. La notoria presencia policial llamó la atención de numerosos curiosos que preguntaban que ocurría antes de continuar su paseo nocturno. Los tedax vieron que se trataba de un artefacto y se lo llevaron para estudiar cuál era su procedencia.

La noche siguió tranquila mientras los socios del club Caleta hacían conjeturas sobre el artefacto de marras. Muchos de ellos pensaban que podía ser una granada antigua o procedente de alguna maniobra.