Ha muerto en El Puerto, donde residía, Antonio Grosso, que se casó con Lupe Romero, hija del Marqués de Arco Hermoso y Guadalupe Laffitte, con la que tuvo ocho hijos. Tenía 86 años, algo mayor que yo, pero fue uno de mis mejores amigos, al que admiraba porque, a diferencia de lo que suele ocurrir, no usaba su edad para imponerse en la amistad y, por ello, nos sentíamos orgullosos de tener un amigo mayor, algo muy apreciado cuando se tienen siete u ocho años. Porque Antonio, Nono le llamaban en su casa, era muy entretenido y nos parecía un pozo de ciencia, porque sabía de fútbol y, en general, de deportes más que nadie. Eran los tiempos de los cromos Cultura, limitada esta, que yo recuerde, al deporte del balón. Nos veíamos entonces en el Tenis de Cádiz de la calle Sacramento. Allí, su tata Carmita, la mía María y Crucita, de Fernando Halcón, se turnaban para reñirnos cuando nos desmadrábamos. Licenciado en Derecho, trabajó con su padre, primero en la Naviera Pinillos y luego en la Naviera Vasco Gaditana, que fundara su padre. Más tarde, se colegió y ejerció como abogado en el despacho de Paco Moreno del Cuvillo. Muy interesado en la política, acompañó a Luis Jaúdenes en la constitución del Grupo Institucional, fundado en 1965 aprovechando la Ley de Asociaciones de 1964. Militó en UCD y en 1977 formó parte de las listas al Congreso que encabezaría por Cádiz el ministro García Díaz. Como su padre, Antonio Grosso Portillo, fue hermano mayor de la cofradía de la Buena Muerte y allí colaboré con él y durante su mandato resurgió la cofradía. Amigo de sus amigos, imponía serenidad y paz en cualquier debate. El poeta dijo que "qué solos se quedan los muertos". Tan solos como nos vamos quedando los vivos cuando nuestros amigos de la infancia se nos mueren. A su viuda e hijos y hermanos, sentido pésame.

josé ramón del río