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OBITUARIO

Ayer nos dejó Marisol Dorao Orduña

Nació en 1930. En Madrid. Vivió en Malaga, en Sevilla, en Marruecos… Aunque ella se sentía gaditana 100%.

Viajó por el mundo entero dando conferencias, aprendiendo y enseñando, investigando interminables horas en la biblioteca del Museo Británico, en la Biblioteca Nacional… desde Canadá hasta Australia, pasando por Sudáfrica o Noruega, pero siempre volviendo a su Cádiz de su alma. A la calle Buenos Aires… y de allí a su Universidad, donde a veces daba clases en un aula y otras se iba al Parque Genovés a que los árboles y la brisa del mar la acompañaran mientras hablaba de Virginia Wolf.

Ayer se fue Marisol. Se ha ido su cuerpo, porque los que la queremos y los que la conocíamos bien sabemos que ella se fue ya hace mucho tiempo. Y se llevó con ella su mejor parte: su esencia, el brillo de sus ojos, su chispa, su inteligencia, su creatividad, su imaginación, su memoria, su alma… Todo eso se fue hace tiempo ya.

Aunque lo mejor de ella se hubiera ido, ella seguía sonriendo, todos los días, para que no muriéramos de pena al verla en lo que el Alzheimer la estaba convirtiendo. Siempre cuidando de los de su alrededor hasta el último minuto. De vez en cuando, muy de vez en cuando, volvía. En silencio, sin avisar, por tan solo unos minutos, a veces unos segundos. Volvía en una carcajada, en un comentario perspicaz (en los primeros años…), o en una mirada, como si quisiera decirnos algo. Y siempre sonriendo :-) Eran momentos fugaces, pero quienes la conocimos bien, la reconocíamos inmediatamente. Volvía SU LUZ, la luz que nos ha inspirado y guiado a todos los de su alrededor en algún momento de nuestras vidas. Algunos hemos tenido la suerte de que ese momento haya sido toda una vida. Ese fue su mayor regalo.

Esta foto es de uno de los días más felices de su vida. El día de su licenciatura, en "su" Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz, donde tanto disfrutó. Su sueño cumplido después de mucho batallar… con 3 hijos en el mundo… yendo a examinarse en el Comes a Sevilla… con el apoyo de su marido, D. Joaquín González Guilloto y con un esfuerzo titánico.

Una mujer luchadora, original, transgresora, que tuvo muy claro que ella quería estudiar en una época en la que las mujeres lo que tenían que hacer era casarse y tener hijos. Se casó, tuvo 3 hijos, un montón de sobrinos a los que no paraba de contar cuentos y amigos por todo el mundo… estudió y dio clases, que era una de las cosas con las que más disfrutaba en la vida.

Y entre tanto, le dio tiempo de inundar la casa con olor a scones o mermelada de naranjas del patio de la facultad, hacerse con la máquina de coser una falda escocesa, recorrer Cádiz en bici con su perro y su canasta llena de apuntes, caracterizar a medio Cádiz para interpretar a Oscar Wilde, inventar viajes a mundos fantásticos llenos de dragones y princesas, investigar vidas de mujeres increíbles como Elena Fortún o Edith Nesbit… y sobre todo inundarnos de mucho amor a todos los que la tuvimos cerca.

Gracias mamá!!!

BELÉN GONZÁLEZ DORAO

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