Provincia de Cádiz

Garvey, un año sin Ruiz-Mateos

  • Directivos y trabajadores de la bodega, en proceso concursal hace 18 meses, son una piña para mantener la actividad · Tras el drástico recorte de plantilla, la empresa vuelve a ser rentable

Un viernes cualquiera a las 10.46 horas en las bodegas Garvey, en Jerez. La actividad no es frenética, pero hay movimiento. Dos camiones cisterna circulan por el interior de la bodega y otro vehículo pesado se dirige al muelle de carga. En el tren de embotellado, una de las líneas está ya parada por la proximidad del fin de semana, pero sigue repleta de botellas de 'Espléndido' que saldrán hacia el mercado nacional; la otra línea, a pleno rendimiento, la ocupa una marca del comprador que se embotella para un cliente de Estados Unidos.

El viernes es el día más tranquilo de la semana y se aprovecha para dar descanso al personal, que en días puntuales trabaja a deshora para atender los pedidos en cartera. Antes lo hacían a regañadientes. Ahora lo hacen como parte del esfuerzo colectivo que impregna cada departamento de la bodega desde la drástica reducción de personal acordada con la plantilla para sacar adelante el negocio, del que se sienten parte indispensable. Tras el último ERE de finales de mayo, la plantilla de Garvey la integran 53 trabajadores de los más de 150 que la familia Ruiz-Mateos mantenía en nómina antes de la declaración del concurso, en el que esgrimió el sobredimensionamiento de personal como una de las causas del derrumbe económico de la bodega.

Se cumple poco más de un año de la salida de la familia Ruiz-Mateos y nadie habla de los ex propietarios de Nueva Rumasa, ni para bien ni para mal. Lo pasado, pasado está y ahora la preocupación es el presente y su inseparable futuro, en el que directivos y trabajadores de esta bodega en concurso de acreedores desde hace 18 meses empiezan a creer con firmeza.

En el ambiente se respira que lo peor ya ha pasado, pero queda mucho por hacer, pues Garvey arrastra todavía una deuda considerable que el concurso en el que está inmersa dilucidará si es capaz de afrontar sin necesidad de declarar la quiebra. En la fase actual del proceso concursal, la común, y tras la decisión judicial de retirar las facultades de gestión y administración de la empresa a sus actuales propietarios, la sociedad Back in Business vinculada al empresario valenciano Ángel de Cabo, la bodega se mueve en márgenes de rentabilidad aún después de cumplir a rajatabla con el pago de impuestos y a proveedores.

El sacrificio que se exige a los trabajadores, nada que de momento no se haya podido subsanar, es que tengan algo de paciencia en el cobro de los salarios, que tras algún que otro retraso, vuelven a estar al día.

Por respeto al concurso de acreedores, directivos y trabajadores prefieren mantenerse en el anonimato, pero no ponen reparos a que se reproduzcan sus declaraciones, entre ellas la de un directivo que subraya que "lo importante es que no se ha parado de trabajar un sólo día y que tenemos un nivel de existencias suficientes para atender a nuestros clientes y captar a nuevos". Actualmente en crianza en las instalaciones bodegueras ubicadas en la antigua circunvalación jerezana hay 50.000 botas, de las que el reglamento del Consejo Regulador permite salir a la venta unas 17.000, que a razón de 500 litros la bota, equivalen a 8,5 millones de litros frente a los poco más de seis millones que la bodega comercializa en la actualidad -entre Garvey y Sandeman alcanzan los 9 millones de litros anuales-.

Las palabras de este ejecutivo responden a la denuncia hecha pública por una central sindical acerca de la pérdida de clientes de la bodega, crítica que, según una miembro del comité de empresa se realiza desde el más absoluto desconocimiento de la realidad de la bodega, que según esta trabajadora, se resume en la estrategia de sacrificar volumen de ventas por mayor valor.

"Lo que ha cambiado no es el vino, sino la política comercial", explica una responsable del departamento de ventas, quien asegura que algunos de los clientes que les abandonaron al ajustar los precios a la realidad del mercado empiezan a volver, en algunos casos curados de espanto por un mal servicio, una deficiente distribución...

"Primero, hemos consolidado el mercado que nos interesa, que es suficiente para mantener la actividad, y ahora estamos en fase de ampliación con la captación de nuevos clientes", explica otro directivo de la compañía, quien puntualiza que la clave del cambio radica en "el abandono del BOB absurdo" y en "el establecimiento de unos precios mínimos, por encima de los que había antes, para garantizar la rentabilidad del negocio".

Tras el cambio de precios, "el cliente que se queda es porque está satisfecho con el servicio y el que se ha querido ir porque el precio le parecía excesivo, se ha ido". Era cuestión de fidelizar al cliente y el ejemplo está en Zoilo Ruiz-Mateos -bodega también de Nueva Rumasa en concurso-, donde Sandeman ratificó recientemente el contrato de llenado que se firmó en su día por 25 años, de los que todavía quedan muchos por cumplir .

Otro ejemplo, igual de significativo, es que los proveedores han recuperado su confianza en Garvey, a la que además de permitirle aplazar pagos le adelantan mercancía con contratos para todo el año sin temor a que le dejen colgada la factura.

Sin entrar en detalles morbosos, de las palabras de los trabajadores de Garvey se deduce que el concurso, desde que los administradores judiciales se han hecho cargo de la empresa, han marcado un antes y un después. En el antes, la idea que flota en el ambiente es que Nueva Rumasa era un problema para Garvey; en el ahora, es que la actividad de la bodega por aislado, es decir, sin depender de un grupo empresarial, es rentable en sí misma y da para hacer frente a todos los pagos.

De hecho, la delegada de personal entrevistada significa que el crédito contra la masa no ha aumentado y aunque a todos les ha pesado la salida de muchos trabajadores, "los que se han quedado, aún con la reducción de sus salarios, están dando todo lo que tienen y más para salir adelante, pues saben que su futuro y el de la actividad están relacionados".

A diferencia de los expuesto por un sindicato días atrás, la representación de los trabajadores asegura que el comité está informado de todos los pasos que se dan en la compañía y en el concurso, en el que niegan que haya resoluciones judiciales pendientes, al menos a corto plazo. "Todos somos conscientes de la dificultad y no voy a decir que no estemos preocupados, pero lo que realmente importa es el trabajo del día a día, que por ahora no falta", indica la responsable sindical.

Directivos y trabajadores mandan un mensaje a la población, a los jerezanos, a los que piden su colaboración para mantener los puestos de trabajo de Garvey, y de Zoilo -todo apunta a que en un futuro no lejano ambas bodegas se integrarán en una sola-, dando un voto de confianza a sus vinos, el fino 'San Patricio', el oloroso 'Ochavico'... en sus preferencias a la hora de pedir un vino de Jerez. El negocio es el mismo, pero lo que han cambiado son las formas.

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