SI preguntamos a muchos universitarios qué piensan del Plan Bolonia, creerán que les estamos hablando de una especie de excursión de fin de semana a la famosa playa con movida asegurada. Sobre el Espacio Europeo de Educación Superior, que así es como se denomina oficialmente, existe mucha demagogia y muy poca información. Pese a todo, estudiantes de varias universidades públicas del país, entre ellas la de Cádiz, han preparado estos días encierros de protesta contra el plan para denunciar "la mercantilización de la enseñanza universitaria". Hay que esperar que estas concentraciones transcurran dentro de la normalidad y no sean aprovechadas por 'elementos' ajenos al mundo universitario, que han descubierto ya un filón en este asunto para montar sus habituales numeritos antisistema.

Cualquier protesta, sea cual sea su origen, es vista inicialmente con cierta simpatía por un joven universitario, pues simboliza rebeldía ante la oficialidad. Pero cuando lo que está en juego es el futuro, como profesional y como persona, se debería profundizar más en las causas. Llevamos años criticando el actual sistema universitario. No hace falta ser un lince para comprobar que no funciona bien porque no da respuestas a lo que la sociedad y el mercado laboral demandan hoy. Nos quejamos de que los nuevos titulados están mal preparados y que no pueden salir de nuestro país para competir con otros. Llega el Plan Bolonia, que no es perfecto, y dos años antes de que se ponga en marcha sólo se habla de elitismo, precariedad, mercantilización... Entonces, ¿seguimos igual? ¿No apostamos más que por la titulitis y el aprobado general? La Universidad no puede ser una playa. Ni para alumnos ni para profesores. Sólo quienes no se esfuerzan y los cobardes tienen miedo a los cambios.