YA la gente no va a correr. Eso se ha quedado antiguo… bueno el que me he quedado antiguo soy yo. Con lo que me gustaba a mí ponerme una camiseta holgadita para que te entre el fresquito por debajo, como los bambitos, pero en viril y unas carzonas que podrían ser incluso Bien de Interés Cultural de la de años que llevaban en servicio.

Acabo de descubrir por la radio que ya la gente no corre. Hace "running" que es lo mismo pero con legging, relojing de cuarto kilo en la muñeca que te mide hasta el grosor del pan rallao que te comiste en la cena del día anterior, una camiseting con alguna frase en la lengua de Donald Trump, un recogido en el pelo y unos cascos para escuchar a "Theguashing on de world" unos juancoones, perdón, juancojoning, que tocan a tal ritmo que tú, estresado perdío por la música, hasta le adelantarías a Angel Nieto cuando él iba con la Bultaco.

Yo no me hallo con los legging (antiguos leotardos). No se por qué al cuarto running por el Campo del Sur tengo una sensación de apretamiento en los "egging" que cada vez que doy un paso me siento más que corredor, butifarra de Chiclana, por lo de la sensación de estar embutido.

No me veo yo tampoco con una camiseta apretá. Mi estructura ósea, fuertemente desarrollada en el bajo abdomen y con menos masa que un fideo chino en lo que es la zona pectoral hace que más que parecerme a Adonis, el arquetipo de la belleza masculina, me parezca a Chicharronis, el arquetipo del tocino chiclanero.

Y lo del reloj… y lo del reloj. Te mide la temperatura, como si tú fueras una freidora, te cuenta las pulsaciones, te dice como estás de azúcar, como si fueras un manchao, pero sin media de churros, te indica el tiempo que llevas corriendo, cuánto recorres con cada paso… pero no te dice lo fundamental, cuánto falta para llegar a la Venta Candela de Medina para que te ponga una rebaná de esas kilométricas. Ahí sí querría yo que me midiera cuántos metros cuadrados de manteca colorá me hacen falta para enfoscar el pan (con o sin zurrapa).

He dejado para el final lo de los zapatos… bueno a estos no sé si no como se les llama ahora: zapating, bambis, envuelvepinreling… yo qué sé. Veo que los que hacen running los llevan de colores más llamativos que las peinetas que llevaba La Petróleo en sus tiempos de grande de la noche gaditana. No sé si ponerme el amarillo melón de Conil, el verde moco tercer día de resfriado o el naranja mandarina del Tesorillo. He visto a tíos hasta con lucecitas en los zapatos, como si fueran la versión corredora del puesto de Tere La Tartana. Pero al final, tú te das cuenta de que muchas pamplining, muchas pulsacioning, mucho apretoning, mucho musculing… pero los tíos se quitan los zapatos y aquello sigue oliendo al Roquefort de toda la vida.