Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Cacahuete

CIRCULA por las redes un vídeo que pondera la inteligencia de los orangutanes. Meten en una cubeta de cristal un cacahuete y fijan la cubeta a la pared, para que no se le pueda dar la vuelta. Luego dejan que unos niños traten de sacar ese cacahuete. Las criaturas humanas lo intentan presionando con la mano, alargando el dedo, usando un lápiz muy afilado o presionando con una regla. Todo inútil.

Colocan en la misma tesitura a un orangután. Tras dar dos vueltas peripatéticas, da con la solución en un periquete. Echa agua, el cacahuete flota y el primate lo trinca del borde de la cubeta sin desollarse la mano y dejando atónitos a los millones de internautas que hemos asistido al prodigio.

Nada tengo contra los orangutanes. Me congratulo de su pericia. No sé si el vídeo ha sido editado profusamente, como me temo, quedándose con el orangután más preclaro y cortándonos otros intentos. También habría que ponderar la necesidad que tienen unos niños (a los que se ve de buen año) de devanarse los sesos por conseguir un cacahuete de nada. Sin embargo, voy a dejarme de defensas hipotéticas y a centrarme en lo esencial. La clave del vídeo y del experimento no está en el cacahuete, sino en la cuestión del cacahuete.

El orangután soluciona ese problema, y muy bien por él, ¡viva el orangután!, pero no tiene muchos problemas más y, desde luego, ninguno que no ataña a sus necesidades básicas primordiales. Los niños podrán no dar con el método de sacar el cacahuete de la probeta, pero gozan de la capacidad de plantearse muchas otras cuestiones y más abstractas, sutiles, enrevesadas y altruistas. La inteligencia estriba, paradójicamente, no en la habilidad para solucionar un determinado problema, sino en la capacidad para plantearse las más diversas incógnitas.

He llegado hasta el último párrafo sorteando, gracias al amigo orangután, las elecciones de hoy, pero ¿quién resiste la tentación de tirar de metáfora? Resulta que en la urna, por decisión táctica de los partidos, vamos a meter el cacahuete de la estabilidad económica o de las reformas económicas o de la esperanza de arreglar los desequilibrios económicos. Vale, muy justo y conveniente, pero hay cuestiones vitales (el aborto, los nacionalismos, la política internacional, la crisis demográfica…) que no se han planteado, y cuyo cuestionamiento hablaría muy bien y mucho mejor de la dignidad y la inteligencia política de España.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios