HE de confesar que no tengo las cosas claras sobre la respuesta de Occidente a los atentados de París, así que no esperen ustedes que dé una opinión rotunda al respecto. Más bien espero que alguien sea capaz de convencerme. Si los que defienden una acción armada contra el Estado Islámico lo hacen a la manera de Rajoy, calculando costes y beneficios particulares, de antemano me pongo en el otro bando. La actuación del portavoz del PP en el pleno del Ayuntamiento, Ignacio Romaní, me parece completamente desafortunada, por ser suave. Si para apoyar una respuesta al ISIS dice que no podemos permitir que vengan a imponer el burka, calificar tal comentario "seudoxenófobo", como hizo el alcalde, es casi infantil. El comentario denota una actitud mucho peor. Ahora bien, si los que rechazan la guerra están capitaneados por alguien como el alcalde, que abandona el pleno para ir a los actos de partido en una actitud como la que él mismo había criticado de Teófila Martínez, vamos listos. En lugar de cumplir con sus responsabilidades de alcalde se va a esa patraña llamada Ciudades Rebeldes o Ayuntamientos por el Cambio, el artefacto creado por Podemos y pagado con dinero de todos a mayor gloria de José María González y su ansia por salir en las televisiones nacionales.

Comprendo que hay un trasfondo ético profundo en el rechazo a esta guerra y a todas. Pero también hay un buenismo extraordinario. Estamos escarmentados con la barrabasada en la que nos metieron Aznar y el PP en Irak y tenemos reflejos condicionados porque de aquella actuación viene el desastre actual. Pero también estamos conmocionados por lo ocurrido en París organizado por el DAESH que ocupa un territorio concreto en Oriente Próximo. Se puede comprender la reacción de Francia y de los franceses como respuesta a un ataque perpetrado desde un lugar concreto por una organización que controla una región y se denomina a sí misma estado. Así es que lo único que tengo claro es que si Romaní por un lado y el Kichi por el contrario defienden causas contrapuestas, va a ser difícil tener clara una posición. De apoyo a los que con buena voluntad rechazan todas las guerras. De comprensión a quienes repelen una agresión y reclaman ayuda a sus socios. En definitiva, lo confieso: estoy hecho un lío. Espero no volver a escuchar a los portavoces gaditanos de las dos posturas para ver si así me aclaro las ideas. El asunto es más importante que elegir entre los burkas de Romaní y las Ciudades Rebeldes del Kichi.