Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

La dependencia de la independencia

TENDRÍAMOS que hablar de la independentidependencia. El problema del problema catalán son sus problemas. Tantos que no termina de verse dónde empieza el independentismo y donde acaba la necesidad.

Una buena independencia tapa muchas comisiones. Los imputados por corrupción han abrazado con entusiasmo lo de independizarse (de la justicia española). Además está la dependencia de Mas, yonki de la supervivencia política. Hace no mucho abjuraba del soberanismo, pero se ha ido apuntando al independentismo por su adicción al sillón. "Más vale cabeza de nación que cola de Constitución", se ha dicho, y ha declarado la república independiente de su casa para conservar su despacho. Pero su sillón aún está en el aire, colgando del hilo de la CUP. Su propio procés no ha terminado: éste acaba anarquista por apego al poder, puro oxímoron.

De la independencia dependen también los intelectuales nacionalistas, que dispondrán de más puestos a repartir. Un nuevo Estado conlleva mucho funcionario nuevo. Hay que crear, a bote pronto, un embajador para cada país del mundo. Y así con todo.

Pero quien más depende de la independencia son los inocencia-dependientes. Esos que necesitan alguien a quien echarle la culpa de todos sus males reales e imaginarios. Para el nacionalismo el chivo expiatorio es el toro de Osborne. España tiene la culpa hasta de la corrupción del Molt Honorable Pujol. Es la dependencia exculpatoria, que engancha muchísimo.

Luego, como la pela es la pela, están las dos dependencias económicas. Los independentistas lo son con independencia de que la industria catalana depende del mercado del resto de España, del que no se quieren independizar, eso no, ni del europeo tampoco. Finalmente está la dependencia pura y dura a la metadona del dinero del FLA, que el Gobierno paga sin rechistar.

Me reñirá alguien: "¿No te estás riendo demasiado del independentismo?" Yo recordaría a Chesterton, que afirmaba que lo contrario de divertido no es serio, sino aburrido. Lo de la independentidependencia es muy serio, aunque resulte muy cómico. Lo que es aburrido es la reacción de Rajoy. Con tanto recurrir al Tribunal Constitucional y nada más le da al independentismo una entidad que no merece. Un poco menos de constitucional y un poquito de Código Penal sería más serio (y divertido). Y mandarles a los guardias municipales, ponerles en evidencia y cortarles el grifo. Ya veríamos el mono.

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