EL ALAMBIQUE

Enrique / Bartolomé

Judo Tadeo

MUCHO se ha comentado en El Puerto la postura tomada por el Ayuntamiento con respecto al Racing Club Portuense. De una tacada, la paupérrima economía municipal ha concedido cien mil euros a una entidad que hoy por hoy es privada y que fomenta el deporte profesional. A un lado quedan las mil y una peticiones que desde hace mucho tiempo vienen pidiendo los clubes modestos de la ciudad en todos los ámbitos deportivos, sin que la mayoría de las veces sean atendidas por falta de presupuesto. El deporte base sobrevive gracias a entidades y personas que creen en lo que hacen y sienten la necesidad de transmitir los valores del deporte tal como los definiera en su día el barón de Coubertain y que podría resumir el quid de la cuestión.

Traigo a esta columna el ejemplo de un club deportivo portuense, que pudiera ser ocupado por otros muchos. Puede y debe ser el fiel reflejo del tesón de una buena parte de la ciudadanía de El Puerto, que de manera callada y constante sobrevive a veces, ante el mayor de los desamparos. Casi a diario paso por la puerta de la sede del Club de Judo Tadeo, ejemplo vivo del deporte base forjado a golpe de persistencia y deportividad. Tiene de peculiar el que nadie por sus escasos recursos económicos es rechazado en el club. Todo lo contrario se ayuda y fomenta el deporte en el convencimiento que la cercanía entre las distintas clases sociales es clave para el éxito en todos los sentidos. Conozco a Tadeo, el dueño y responsable del Club de Judo del que les hablo, de muy poco. La coincidencia en el tiempo y en el espacio hace que nuestros saludos sean más que educados. Nos alegramos de vernos y puedo asegurarles que es una apreciación personal, ya que apenas he intercambiado con él un par de palabras. Los que lo conocen dicen que es una buena persona y esa es la impresión que tengo.

Lo cierto es que desde hace un montón de años este deportista convencido alecciona en sus pequeñas instalaciones a generaciones que luego recorren nuestro país, dejando el pabellón portuense siempre alto, sin recibir de entidades públicas demasiado apoyo. No hay que vencer, sino convencer dijo en su día el maestro. Y esta máxima permanece imperturbable en la mente de Tadeo, asida siempre a su fiel tatami.

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