Efecto Moleskine

Ana Sofía / Pérez / Bustamante

Mr. Turner

EL otro día fui a ver la película "Mr. Turner" en los multicines del Centro. Sesión única a las 21:30 horas. Un espectador. Sensación: Soledad. Reflexiones concomitantes: 1) Alguien está tirando el dinero. 2) ¿Qué diferencia hay entre esto y un peepshow, aparte de mirar por un agujero? 3) ¿Por qué no se incluye en la gestión política la promoción de estudios de viabilidad de locales y negocios? Empieza la película. Se trata de una biografía del pintor inglés J. M. William Turner (1775-1851), el inventor del paisaje diluido en la fuerza sublime del cielo, de la luz desatada entre el vapor de las nubes, de las olas, de las locomotoras del tren. La película, dirigida por Mike Leigh, tiene una ambientación impecable y un ritmo moroso, lentísimo, que nos transporta realmente a la vida doméstica del siglo XIX: sus interiores oscuros, su aburrimiento silencioso, la extrañeza que nos producen sus modales entre la rigidez y la brutalidad. Esa fealdad apolillada que tan bien encarna Timothy Spall. Quizá lo más sorprendente sea esta invitación a asomarse a la vida de un genio de la pintura para descubrir no el "glamour" ni el "pathos" ni la lírica de una "vida de artista", sino todo lo contrario: su despaciosa banalidad. El secreto de la transmutación de la mirada en arte permanece secreto. No es algo que se "escenifique". Fue Turner un hombre que vivió de su arte, y a su oficio debió su bienestar económico y su posición social. Pienso en un ensayo magnífico de Emile Zola, "El dinero y la literatura" (1880), donde el padre del naturalismo explicaba que el mercado había ofrecido al artista la posibilidad de ganarse la vida sin depender de un mecenas, y en esta medida estar libre de ponerse al servicio de la propaganda de los poderosos. Eso, si el artista demostraba tener valía. Si no, mejor que desistiese, porque el dinero estatal no está para subvencionar ensueños privados. Si el artista no sabe incardinarse en la necesidad ajena, acabará siendo un parásito y/o un propagandista. Tras dos horas y media termina el biopic y salgo al exterior. Ha llovido y la ciudad, solitaria y alumbrada por pequeños faroles de fachada, resulta extrañamente decimonónica, fantasmal. Me pregunto qué pensaría Turner del arte patrocinado en época pre o postelectoral.

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