UNA de esas cifras que ha pasado sin pena ni gloria por las redacciones es la de las 675 entidades públicas liquidadas por las comunidades autónomas de España desde el inicio de la crisis. Se ha contado en un susurro por una razón obvia: no hay insolación que consiga que un cargo público se dé golpes en el pecho por haber suprimido 5.460 empleos. Con suerte, algunos han sido "deslocalizados" hacia algún otro departamento de la administración ahora en cuarto menguante, como la misma luna estos días. Otros vieron que su vida cambiaba de un día para otro, "made redundant" que se dice en este archipiélago del lejano Oriente. En fin, que sobraban y según el pensamiento de algunos casi hasta molestaban.

Los observatorios han acompañado a este corresponsal en sus primeros pasos en el Periodismo. Ahora los observo desde el recuerdo. Y desde muy lejos, para apreciar los detalles. Mas, ¿qué detalles? ¿Qué ha sido de todos aquellos observatorios? Según la Biblia un observatorio es el lugar en la Tierra en el que es más improbable ser un pobre "redundant" ya que jamás se cansa el ojo de ver ni el oído de escuchar. Trabajo de por vida. ¿Ya no hay infraestructuras, turismo, brechas digitales, desigualdades salariales, tradiciones, precios, cultura del vino y cientos y cientos de materias con una evolución tan apasionante como para no quitarle ojo?

Mucho me temo que se trataba de observatorios analógicos. En algunos casos, de una lógica extraña, discutible. Pero siempre analógicos que, por lo tanto, no olieron la llegada de su depredador: la realidad aumentada. Las administraciones han suprimido, hablando tecnológicamente, antiguallas. ¿Que salgo bien favorecido en un ámbito determinado? Lo aumento y lo meto por los ojos de todos, literalmente hablando. ¿Que no es así? Entonces creo una realidad alternativa y la pongo también delante de tus narices con ese artilugio llamado "gafas de Google". No observen porque no encontrarán nada. ¡Mira tú qué gracia!