Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

ES más fácil que rectifique un rey a que lo haga un alcalde. Después de su caída de Botsuana, Juan Carlos I dio un ejemplo: lo siento, ha sido un error, no volverá a ocurrir. Hace unos días, el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, aseguró que le daba "reparo" entrar solo con una mujer en un ascensor por si ésta simulaba un intento de violación. La declaración no tiene justificación alguna, lo dicho no es sólo desafortunado, sino ofensivo, y así lo han visto los pocos dirigentes de su partido, el PP, que han preferido la verdad a la justificación contextualizadora. Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, lo ha explicado, claramente: son unas declaraciones "deleznables". Aun así, León de la Riva sigue instalado en la justificación a la espera de que pase la tormenta. En El Coronil, su alcalde, el socialista Jerónimo Guerrero, prefiere vivir unos días de publicidad en las redes sociales a comportase como un regidor cabal. Su caso, además de deleznable, es ridículo; si no fuera por su falta de sensibilidad, no sólo habría pedido disculpas, sino que se hubiera recluido en su Ayuntamiento hasta que el sonrojo se le pasara. El mismo día que utilizó la fotografía de un fusilamiento ejecutado por la Guardia Civil, sacado de un documental novelado sobre la Guerra Civil, morían tres agentes de este cuerpo armado en una operación de rescate en la montaña leonesa. Aun así, Guerrero siguió con su justificación a su tuit "¡Malditos yihadistas asesinos", a pesar de que organizaciones de guardias civiles le pidieron respeto y una rectificación. No se dio por aludido, aseguró que él respetaba a la Guardia Civil de ahora, pero se arrogó la denuncia del "genocidio" español. Preso de un argumentario muy primario, este alcalde sostiene que no se puede criticar la barbarie del Estado Islámico si antes no se condenan los crímenes ocurridos en la Guerra Civil. Se supone que todos. Más lamentable es que Guerrero no haya pedido perdón a pesar de que los dirigentes de su partido, incluido el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, le haya solicitado una rectificación. La ridícula contribución de este alcalde a la historiografía no merecería el más mínimo comentario si no revelase que una persona que actúa de este modo quizás no tenga el temple necesario para regir un municipio, por pequeño que sea. No exageran, por tanto, quienes piden su dimisión o solicitan al PSOE que exija a este alcalde un comportamiento reparador: ha hecho daño en unos momentos difíciles para la Guardia Civil. Aunque su problema no es tanto de enfoque ideológico como de ridiculez.

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