Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

LAS madrugadas siempre han tenido connotaciones entreveradas para propios y extraños. Volver de madrugá a casa sin una excusa clara y meridiana ha sido motivo de guantazos inesperados, portazos esperados, duermevelas en casapuertas a la intemperie e incluso puesta de maletas en la mismísima calle para no volver a verse las caras matrimoniadas por siempre jamás.

En cambio, La madrugá para el verdadero sentir cofrade ni por asomo tiene nada que ver con este sin vivir mundano de portazos, duermevelas y casapuertas. Tampoco lo tiene con el no dormir durante toda una noche a la espera de las claras del día para ir en pos de los churros de la dinastía de los Salguero o de la saga de los Basteiro en La Ponderosa; nada que ver por supuesto con borracheras adolescentes que se regurgitan en cualquier esquina ni, por favor, por favor, con lo que la frikipedia ha resuelto en denominar como pijos ultrareligiosos y archicristianos que hacen girar su vida alrededor de la Semana Santa y su cultura, esto es, los autollamados capillitas, más preocupados por el tamaño de sus medallones que por fijarse si en las madrugás del resto del año hay gente merodeando por las calles sin un triste churro que llevarse a la boca. Pero de estos últimos en El Puerto estoy seguro que no hay. Eso pasará seguramente en Jeré o en Sevilla, pero aquí, aquí no. Aquí somos de otra pasta.

Aquí tal día como hoy los cofrades y los no cofrades pero sí católicos desde la cuna por acción y obra, suelen visitar los sagrarios para pedir indulgencias en las iglesias. La noche del Jueves Santo los católicos acompañan a Jesús en la víspera de su sufrimiento camino al Calvario y de su muerte en la cruz después de la Última Cena.

Aquí como somos de otra pasta, somos también conscientes que el primer sagrario del cristianismo estuvo en el vientre de María, bien recordado en el último Pregón Cofrade, y que los desheredados, los desahuciados, los olvidados que ahora aparecen por todas las esquinas -que insisto una vez más es por culpa de las políticas neoliberales- empiezan a tener cobijo después de tan largas madrugás en los sagrarios de la solidaridad portuense.

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