Con la venia

Fernando Santiago

Sabinianos y serratistas

 ES frecuente la pregunta sobre cuáles son las fechas más importantes de tu vida, bien sea en una encuesta callejera, a los famosos o en una  campaña de publicidad. Y es también frecuente que la gente cita la fecha de su boda, el nacimiento de su primer hijo o el día que consiguieron su primer trabajo. Yo, para no pecar de original, asumo también esas fechas como importantes en mi vida, faltaría más. Los hay más frikis que son capaces de decir el día que ascendió de categoría u obtuvo un título su equipo (en mi caso sería el doblete de 1996 o el 12 de mayo de 2010 en Hamburgo) pero hasta ahí no llego. Hay una fecha importante en la que mi vida dio un vuelco definitivo: el 12 de marzo de 1986, día del referéndum de la OTAN. Fue eso que los guionistas llaman punto de giro. A partir de ahí todo fue distinto y la vida me empujó hacia actividades que no esperaba llevar a cabo .

Pero si hay una fecha sobre todas en la que mi vida cambió para siempre fue el 3 de agosto de 1975. Ese día actuaba Joan Manuel Serrat en el Cortijo de los Rosales. Yo acababa de cumplir 17 años y ese año empezaba a estudiar periodismo en  Madrid.  Ya Serrat representaba para mí , como para mi generación, la contestación al régimen y la adaptación de poetas hasta entonces prohibidos. Así es que a la hora del concierto me fui al Paseo de Santa Bárbara, me senté en el último banco a comer pipas con la pretensión de escuchar las canciones de Serrat sin tener que pagar la entrada porque no tenía ni un duro como se decía entonces. Al poco llegaron un grupo de cinco chicas con las que compartía la afición por Serrat, en su caso mucho más intensa. De allí salió una cita para el día siguiente en las casetas de madera, pasado el Hotel Playa. Hasta hoy.  Allí conocí a mi mujer y con aquellas chicas mantengo el contacto y la amistad pasados 37 años. Aquel día mi vida cambió para siempre  "fue sin querer, es caprichoso el azar". No sé qué hubiera sido de mí. Quizás no viviría en Cádiz, quizás no hubiera hecho las cosas que he hecho estos años. Lo cierto es que desde entonces un vínculo indisoluble me une a las canciones de Serrat. He ido a verle cada vez que ha cantado por la zona, desde el Falla al Pemán pasando por Bahía Sur y la plaza de toros de Algeciras. Tiempo después conocí las canciones de Sabina en un concierto en la Casa de la Cultura en la calle Isabel la Católica, de ahí pasé a escucharle en la Mandrágora, en la televisión "Si yo fuera presidente" y acudir a todos sus conciertos por la provincia: Conil, Puerto Real, Algeciras. Con el tiempo me he hecho sabiniano: me identifico más con sus letras, me gusta más el ritmo de sus canciones, hasta coincido más con sus puntos de vista políticos. Luego supe que Pancho Varona le había hecho del Atleti, por si fuera poco. Ayer cumplí con satisfacción el gozoso rito de ver a los dos músicos que han marcado mi vida. Si el mundo se divide en dos, sabinianos y serratistas, yo soy más del maestro de Jaén aunque cuando llega el verano siempre me acuerdo de aquel lejano 3 de agosto de 1975 y de la canción Tu nombre  me sabe a yerba: "porque te quiero a ti, dejé los montes y me vine al mar".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios