el catamarán

Rafael Navas Renedo

10 años de Bond 20

TANTO como nos gustan por aquí los aniversarios, han pasado desapercibido los diez años del rodaje en Cádiz de la película número veinte de la saga de James Bond, Muere otro día. Fue a comienzos de un lluvioso mes de abril de 2002 cuando aterrizaron en esta ciudad, rodeados de una enorme expectación, Halle Berry (recién oscarizada), Pierce Brosnan y el director Lee Tamahori, entre otros muchos actores y técnicos.El rodaje puso Cádiz patas arriba y durante diez días llenó de trailers y vehículos de época el aparcamiento de Santa Bárbara, convirtió el Campo de las Balas en improvisados camerinos para los figurantes y el castillo de San Sebastián en una fortaleza inexpugnable. El equipo de las productoras Eon y Kanzaman también trabajó en la Torre del Sagrario, en los alrededores del Mercado de Abastos, en el Balneario de la Palma y el Campo del Sur. Brosnan se iba a alojar durante el rodaje en el palacio de la familia Lallemand en Veedor, pero finalmente, por razones de seguridad, se hospedó en el Parador Atlántico. Halle Berry eligió un hotel del Novo Sancti Petri. La actriz hizo famoso su baño en La Caleta, como ya lo hiciera Ursula Andress cuarenta años antes en la misma saga. Un baño que se rodó una fría mañana de lluvia aprovechando una tímida y breve aparición del sol. El rodaje gaditano estuvo plagado de anécdotas pero poco a poco se fue olvidando y no fue el revulsivo que se esperaba para una ciudad que en la película del agente secreto hizo el papel, otra vez, de Cuba. Al poco tiempo de la llegada de esta producción -que dejó unos tres millones de euros en Cádiz- se rodó una película sobre la vida de Blas Infante que pasó sin pena ni gloria, algo después el Alatriste con Vigo Mortensen y hace poco estuvieron Tom Cruise, Cameron Díaz y los toros que se escaparon.

Muere otro día metió a Cádiz en el selecto club internacional de las 'ciudades 007' pero faltó continuidad, a pesar de que a través de las Film Commission se sigue vendiendo como escenario ideal para rodajes, el próximo, el de Infiltrados, previsto para este martes.

¿Y qué se encontraría Bond en Cádiz diez años después? Además de más parados, una ciudad que ha cambiado, pero menos de lo que entonces se esperaba. Brosnan tendría que esperar a que acabase la obra del Parador; Berry tal vez no tuviese hotel en el Novo en esta época; los preciosos Ford Fairlane no llegarían por el segundo puente y el único AVE que vería 007 sería el de un libro de su creador, el ornitólogo Ian Fleming. El castillo de San Sebastián, donde se habló de crear un museo con los decorados de la película, aún no tiene uso definido. Así que, probablemente, como ese 10º aniversario, pasaría desapercibido, y como todo agente secreto, vendría de incógnito a probar de nuevo las tortillas de camarones de El Faro.

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