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Con la venia

Fernando Santiago

Intolerancia

A mi modesto entender, José María Aznar ha contribuido  a fomentar el odio entre los españoles. Desde que llegó a la presidencia del PP inició un trabajo político en el que usó todas las armas a su alcance para ganarle al Partido Socialista. Provocó un gran estropicio en la convivencia nacional cuyas secuelas perduran. Su principal logro como presidente fue alinear a España junto con los Estados Unidos y Gran Bretaña para iniciar una guerra injusta y cruel que ha llevado mucho sufrimiento a Irak y que ha roto muchas relaciones entre el mundo musulmán y Occidente. Una guerra inicua e ilegal generada por un delirio de grandeza absurdo ("hemos sacado a España del rincón de la historia"). Sentó las bases de un modelo económico basado en la especulación inmobiliaria que ha reventado años después de manera estrepitosa eso sí, con la anuencia posterior de los gobiernos de Rodríguez Zapatero. Como dijo Iñaki Gabilondo, Aznar saca lo peor de mí mismo. Me sorprende que conserve un sólido liderazgo en amplios sectores de la derecha española. Su política exterior fue un cúmulo de disparates (apoyo a intentos de golpes de estado en Venezuela y Guinea, invasión de El Perejil) derivados de su visión del mundo. Dicho todo lo anterior, creo que estaba bien que viniese a Cádiz a presentar el informe de la FAES sobre América. Tan sólo él podía unir en Cádiz a tal número de personalidades  de su partido y darle relevancia a un acto que de otra manera no lo hubiera tenido. Me parece bien que ese acto se haya hecho en el Oratorio, lugar emblemático para el debate político hispanoamericano hace 200 años y que debería volver a serlo ahora. Como es normal  estaré de acuerdo con unas cosas y con otra menos. Por supuesto nadie decente puede estar en contra de la extensión de la democracia en América, luchar contra las dictaduras y contra la tentaciones autoritarias (Venezuela, legislaciones restrictivas en Ecuador, Argentina y Bolivia). Tenemos que querer para los demás lo que para nosotros.

Lo más sorprendente para mí es que dirigentes de partidos de izquierda no tengan la altura de miras para ver que un acto así es interesante para Cádiz, le da prestigio como lugar de reunión política y como escenario para asuntos relacionados con Hispanoamérica aunque no compartas las opiniones de quienes lo protagonicen. No hay que estar de acuerdo con todo ni con todos, hay que saber que  la ciudad puede ser un marco magnífico para estos actos y ayudar para conseguirlo. En el Oratorio han debatido Mario Soares e Iñaki Gabilondo, Cuautémoc Cárdenas y José Álvarez Junco, y nadie puso la más mínima objeción. Si no hubiera estado en obras hubiese sido también escenario para los debates entre María Teresa Fernández de la Vega Gregorio Peces Barba, Alfonso Guerra o Felipe González . Hay que mirar por encima de las personas y atender los intereses generales. Es mejor abandonar la intransigencia, la política pequeña, de regarte corto y miserable para pensar en términos de ciudad. Si continúa con estos líderes, la izquierda gaditana seguirá residual e insignificante.

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