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XXIX festival iberoamericano de teatro 3 Teatro Falla javier gutiérrez. actor

"Cada vez que un actor se enfrenta a Shakespeare, sale fortalecido"

  • Junto a Carmen Machi, el intérprete lleva al FIT esta noche una actualización del 'Macbeth' shakesperiano 'Los Mácbez' incide en la ambición como eterno tema de actualidad

-¿Lo de Mácbez es una forma de no pronunciar el nombre infausto en los ensayos?

-Je, podría serlo. Y así quitarnos el mal fario. Pero forma parte de ese intento que hace la versión de Juan Cavestany por traer el original más al día de hoy: hacer de los Macbeth unos López o Gutiérrez cualquiera... que pudieran ser el vecino o el quiosquero de la esquina, porque la ambición desmedida y el ansia de llegar a lo más alto es inherente al ser humano. Por eso, además, en vez de en la Escocia medieval se sitúa en la Galicia actual, y en las ansias de medrar de un político de la Xunta. De todas formas, esta versión se ha hecho respetando el original, manteniendo la columna vertebral de la función y los monólogos.

-¿Qué puede aportar una actualización a un clásico de Shakespeare?

-Si hay algún autor al que se puede versionar de continuo precisamente es Shakespeare: su obra es la más universal y la más contemporánea. Ya decía el director Peter Brook que, de vivir hoy día, Shakespeare sería algo así como Eminem, un rapero. Sus textos tienen diferentes lecturas, y la labor del teatro es explotar estos distintos puntos de vista que se van creando... Hay puntos en común con lo actual que son eternos, como la ambición desmedida o la lucha por llegar a lo más alto y por controlar, tan propios de la clase política. Incluso el motor de la obra, que es el encuentro del protagonista con las brujas, lo hemos mantenido, cambiándolo a meigas...

-Comenta que este sea probablemente el papel más complicado que ha interpretado en las tablas.

-Es que infunde mucho respeto enfrentarse a Shakespeare. Es un gozo, claro, pero por otro lado da mucho vértigo, sientes que se abre un abismo... Bueno, ya decía Núria Espert que con Shakespeare sabes de antemano que tienes la batalla perdida. Al menos, eso consuela de alguna forma: con el bardo siempre tienes las de perder. Sí es cierto que el de Macbeth es un personaje que te permite crecer como actor. Yo creo que a partir de ahora habrá un salto en lo que hago, no porque me haya hecho mejor actor, pero sí por disponer de más armas. Cada vez que te enfrentas a Shakespeare sales reforzado.

-Juan Cavestany, el autor del texto, afirma que la de Macbeth/Los Mácbez es en realidad una historia de deseo a través de la ambición, la violencia o el sexo. Una pulsión que se va contando siempre en distintos modelos. Por ejemplo, en el Kevin Spacey y la Robin Wright de 'House of Cards'.

-Es que esos personajes pueden colocarse en escenarios muy diferentes y seguir conservando la esencia del más puro Shakespeare. Nosotros, que hacemos teatro, vemos que se puede colocar ese tipo de héroe o antihéroe en cualquier lugar. Hablas del personaje de Kevin Spacey... pero también podría pasar todo esto en una pizzería, por ejemplo.

-"Todo es sexy en los Mácbez menos el sexo", dice Andrés Lima. Pues vaya.

-¿Qué quiere decir? ¿Que Carmen Machi y yo no somos sexys? (risas). La historia que llevamos al escenario contiene mucha violencia, como el original, pero también mucho humor negro. El sexo está presente en nuestras vidas, y de qué manera. En esta pareja, el sexo cuenta mucho. Además de sangre y ambición hay una gran historia de amor detrás de los Mácbez: son como un Bonnie & Clyde moderno, conforman la sociedad perfecta. Ella, como la cabeza, y él como brazo ejecutor.

-"Bello es lo feo, feo es lo bello", dicen las meigas al inicio de la obra. Dan un buen pie al charco político que se nos muestra, donde lo honesto parece material fungible.

-Desde luego, el espectáculo llevado al mundo de la política es de un feísmo atroz. Todo se ha convertido en algo muy perverso.

-Ha recibido la Concha de Plata al Mejor Actor en San Sebastián por su interpretación en 'La isla mínima'. Qué pensó cuando la jefa de casting de Alberto Rodríguez le dijo: "Tengo un papel que podría encajar contigo: un comisario de la brigadilla".

-Ah, pues me sentí perfectamente feliz porque uno, a lo que aspira, es a hacer buenos personajes, a cambiarse de traje siempre que pueda. El cambio de registro es muy importante, y si encima te ofrecen un guión como este, que es muy bueno... En fin, toda una oportunidad que se presenta. Algo jugoso que hay que aprovechar.

-El papel de Juan no sólo es un premio. Es un atentado contra el encasillamiento.

-Bueno, yo creo que no he estado tan encasillado: siempre que puedo cuido lo que hago para abrirme a otros personajes y tocar otros palos. Pero sí es cierto que si uno está en una serie de televisión durante tantos años, la gente tiende a asociarte con ese personaje.

-Dice que de los papeles malos se aprende más que de los buenos. ¿Cómo es esto?

-Hay papeles en los que, durante el proceso creativo, no tienes ningún apoyo, ninguna ayuda, nadie te dirige, o el personaje está mal escrito, o no hay unidad de criterio en el elenco... Así que te tienes que sacar tú mismo las castañas del fuego, incluso cambiando diálogo, de eso se aprende mucho más que de una función bien escrita. Te da las armas para saber.

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