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20 años de la muerte de camarón

La indignación de los suyos

  • Manuel el del Lunar, amigo íntimo del cantaor, su sobrino Luis Monge y el periodista Alfonso Rodríguez, coautor con la esposa del artista de 'La chispa de Camarón' dan su visión del programa de actos

El homenaje que San Fernando le está dedicando a Camarón no está acorde con su figura. Con el genio, que nació así. El fuera de serie. La garganta privilegiada. El mito, en el que se miran en el presente, pero mucho más lo harán en el futuro, los flamencos. Se cumplen 20 años de su muerte, este lunes, y en este tiempo poco se ha recordado en su pueblo a quien paseara su nombre por muchos rincones del mundo. Ahora se intenta, pero no es suficiente. La grandeza de José Monge Cruz merecía más. Es un sentimiento latente entre los gaditanos, aficionados o no. Y es un sentimiento solapado en su familia, aunque no gusten de decir, de hablar. Los Camarones son gente humilde y muy reservada. Camarón mismo lo era. Pero los amigos más cercanos se hacen eco de esta tristeza espolvoreada de rabia. Esa indignación. Que es enorme. Como lo fue su voz.

En vida era alguien importante, un artista reconocido. Llegó a ser el flamenco con el caché más alto: hasta cobrar tres millones de pesetas por una actuación de 70 minutos. Con el Tomate al lado, tocándole, ganando más de lo que se gana ahora. Hoy en día en el flamenco se puede contar con los dedos de la mano quienes pueden ganar eso. Son palabras de Manuel Luque, Manuel el del Lunar, como le puso Camarón, José como este isleño se refiere a su amigo de la infancia, amigo "desde que tengo uso de razón". Con él compartía confidencias de niño, en la juventud, hasta que se fue de San Fernando con Miguel de los Reyes. Pero también después, cuando volvía a su tierra y lo buscaba "para hablar de todo, de nuestras cosas". Con José compartió veranos, acompañándolo en sus viajes, a los festivales. "Para mí era una ilusión ir con alguien tan importante, tan grande, en el flamenco", confiesa. Por esa cercanía, por esa complicidad, por esa admiración, Manuel lamenta la poca entidad del homenaje que La Isla ha preparado para estos días. Trae el tríptico de actividades organizado por el Ayuntamiento entre las manos. Lo abre y lo lee en silencio, triste por lo que ve. Porque en su cabeza lo compara con otro acto de reconocimiento, realizado hace unas semanas en Córdoba, en la Noche Blanca del Flamenco. Saca del bolsillo el programa cordobés, que levanta envidia... De Estrella Morente a Duquende, de Tomatito a Kiko Veneno pasando por La Susi...

Este amigo de la infancia del genial cantaor, con el que compartía sueños taurinos, tiene argumentos para esta queja: acompañó a uno de los hijos de Camarón, Luisito, a la Ciudad Califal y respiró Camarón por todos los rincones. Había actuaciones en todas las plazas, grandes artistas. En las principales pusieron pantallas. Se escuchaba un hilo musical sonando Camarón. Con carteles por todos los lados. San Fernando podría haberse acercado a ello, poner ese hilo musical, como otros años en fechas navideñas. "Podían haber instalado pantallas para poner imágenes de José. Tiene su hijo más de 100 horas grabadas de su padre que se podían haber usado. En la plaza del Rey, en la plaza del Carmen, su barrio, en la Alameda, en la fragua".

Allí, a la verita de una fragua pintada por fuera, oscura y cerrada a cal y canto por dentro, nos encontramos con Luis Monge, sobrino de Camarón, quien corrobora las palabras de El del Lunar y su descontento con el programa de actos. "Mi tío merecía más", dice, prudente, parco en palabras, pero recordando los buenos tiempos cuando sólo unos pocos isleños, él y Manuel entre ellos, viajaban donde hiciera falta para ver a José cantar.

Luis dice poco con los labios, mucho con la mirada (ocurre tanto en estos bujíos donde los sobrentendidos flotan en el ambiente con la misma soltura que el vino se desliza por la barra...). Luis dice que la familia estos días recuerda "con más fuerza" a su tío y que todos están "tristes". "¿Y los actos? ¿Y el homenaje? ¿Qué le parecen?" Luis tuerce la cabeza y suelta un "pssss". Un momento de silencio que rompe con un "es muy poco".

Las paredes, prácticamente forradas de fotografías, le dan la razón. Los más grandes con el más grande. Terremoto, Lola, Curro Romero, incluso Serrat, entre otros muchos, nos devuelven, en pose con Camarón, la mirada de un tiempo feliz desde sus marcos.

"No pongo en duda la calidad y la categoría de los artistas que participan en este homenaje que el Ayuntamiento de su ciudad organiza a Camarón. Nadie duda que Rancapino o Luis tienen que estar, por ejemplo, pero sí es insuficiente, debería haber más". Alfonso Rodríguez, coautor de la biografía oficial de Camarón junto con la esposa del cantaor, el libro La chispa de Camarón, se pone al teléfono para expresar su opinión. Una opinión formada y fundada que se resiste a disculpar "con una crisis económica" la pobreza del programa de actos de un Ayuntamiento "que hace dos años quería tirar la casa natal de Camarón", recuerda. Y es que el periodista y escritor rememora cómo él mismo y Manuel Luque pidieron a la entonces delegada de Urbanismo, Carmen Pedemonte, que "frenara" el derribo "con una frase lapidaria de Manuel: Es como si en Granada quisieran tirar la casa de Lorca".

Alfonso entiende que "la gente que ha organizado el espectáculo se habrá tenido que adaptar al presupuesto cortísimo que le ha dado el Ayuntamiento, habrán hecho lo que han podido" pero, a la vez duda, "¿alguien ha preguntado a Paco de Lucía, a Niña Pastori, a Tomate...?". Él no tiene la respuesta, lo dice sinceramente. Pero no entiende. No entiende, al igual que Luque, que en una tertulia "sienten a hablar sobre Camarón a unos políticos cuando la ciudad no tiene ni una plaza, ni una calle con su nombre, ni un teatro", cuando "su casa natal está como está y la fragua cerrada". "Una vergüenza", han dicho, ambos, sin remilgos. "Una crisis económica no puede disculpar ahora 20 años de dejadez", se quejan.

"El Ayuntamiento y el pueblo de La Isla lo único que le ha dado a Camarón es un boquete para abajo porque hasta lo que hay arriba -el mausoleo, se refiere Manuel- lo ha pagado Dolores Montoya, La Chispa. Que se gastó 28 millones de pesetas que sacó haciendo un festival taurino aquí", se duele Manuel al que también le apena que los reconocimientos más importantes a José -la Llave de Oro del Cante, la Medalla de Oro de Andalucía, la Medalla de las Bellas Artes, el Grammy- se los dieron una vez muerto, como al Cid Campeador". Pero lo que más duele, a Manuel y a la familia de Camarón, según cuenta el amigo fiel, es el olvido en la propia Isla. Olvido motivado por "la apatía" y por "el desconocimiento".

Nada cambió en veinte años.

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