Cádiz | albacete · la crónica

La furia cadista salva el partido

  • Necesario Los amarillos se imponen al Albacete y ahuyentan los fantasmas del descenso Entrenador El estreno de Raúl Procopio trae el ansiado triunfo, pero mantiene la misma mala imagen

Aire fresco en pleno ambiente contaminado por la presión, las urgencias y las carencias de una plantilla que aún ganando deja al descubierto los numerosos problemas que padece. Es duro, pero más que nunca da la impresión de que no hay más cera que la que arde. Es lo que ofrece el equipo y es con lo que tendrá que seguir trabajando Raúl Procopio esta semana.

El Cádiz se reencontró con la victoria cuando ésta era más reclamada. Ayer no había lugar a otra opción: ganar o ganar. Y lo hizo sufriendo una eternidad ante un Albacete que demostró con creces que merece estar en la zona baja de la clasificación. El conjunto manchego, entre otras cosas, fue un auténtico desastre en labores defensivas. Al menos, jugadores como Raúl López, Bezares e incluso el canterano Dani Fornell representaron la garra que permitió imponerse estando en inferioridad numérica. Tres puntos que ponen más tierra de por medio con el cuarto por la cola (a siete) y que deben aportar la calma necesaria de cara a las nueve jornadas que restan.

Trató de acomodarse el Cádiz desde que el históricamente desafortunado Ceballos Silva decretó el inicio. Pero el colegiado extremeño no tuvo tiempo para equivocarse cuando un balón suelto lo enganchó Miguel García con su pierna menos buena sorprendiendo a Jonathan. De juzgado de guardia el rechace de la zaga visitante. El tanto debió despejar muchas dudas. Ponerse en ventaja en un encuentro de este calibre y con un adversario obligado a jugar a tumba abierta es algo que no sucede todas las jornadas y con lo que ni mucho menos contaba Raúl Procopio en su estreno en el banquillo.

Sin embargo, la aportación cadista en busca de tranquilidad a efectos clasificatorios se quedó ahí en la primera parte. Los problemas de siempre, los que sentenciaron primero a García Remón y después a Antonio Calderón, florecieron a medida que el primer periodo superaba su ecuador. Pero el detonante llegó con la expulsión de César Caneda, evitable a todas luces si hubiera dejado seguir a Fernando Morán, que ya estaba a punto de encarar a Contreras. Ceballos Silva, rápido como nadie en estas acciones si además se producen en Carranza, no dudó y mandó a la ducha al zaguero. El desaguisado acabó con el gol de Barkero y los peores minutos del equipo en el primer tiempo.

La situación se tornaba más que gris porque, además, Gustavo López empezó a tener problemas físicos, facilitando como mal menor la elección de Procopio para dar entrada a De la Cuesta. Demasiadas adversidades para los amarillos, que seguían perdidos y con preocupantes lagunas en la zona ancha y en la banda de los desacertados Cristian y Enrique. Mientras tanto el Alba no había dicho todavía su última palabra al probar suerte Barkero y Calandria, éste con todo a favor, para marcar el segundo tanto cuando mayor daño le hubiera producido al Cádiz.

Sólo quedaba aspirar a una máxima a base de garra y empuje, aunque fuera alocada como ayer pasó en infinidad de ocasiones. Raúl López se echó al equipo a la espalda con dos carreras llevándose por delante a todo aquel que no vistiera de amarillo. Era lo que quedaba cuando no funciona casi nada y el tiempo aprieta. Ese resurgir inesperado se tradujo en un lanzamiento envenenado de Natalio y en otro más inocente a cargo de Dani. Con el Cádiz casi encima de Contreras, dejando a Dani y Natalio solos en la pelea con la defensa manchega, y el dibujo del equipo destrozado llegó la jugada absurda con el inexplicable agarrón de Kike a Dani cuando el esférico llegaba mansamente a las manos de Jonathan. En su afán por poner a prueba el castigado corazón de los cadistas, Paz lanzó a lo Panenka... y no es la primera vez que lo hace y lo transforma.

El caos se apoderó del juego en los últimos minutos, que brindaron a Dani Fornell su debú -ayudó a oxigenar-, con el Cádiz defendiendo al límite con más errores que aciertos pero, por una vez, evitando un gol postrero.

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