La realidad de Canal Sur

Durán, interino perpetuo

  • Los logros de gestión superan a los pobres índices de audiencia de los, por ahora, tres años de mandato provisional de Joaquín Durán La amenaza del ERE se desvaneció

La audiencia lo es todo, aunque a veces esos mismos números parezcan ingratos, parciales o injustos. Detrás de su interpretación se dibuja la aceptación, el interés del público que está en su casa y que hace lo que cree conveniente. Las cifras dicen que los andaluces se despegan y olvidan de Canal Sur, que no se ven reflejados en la pantalla, y que les aleja sus contenidos de entretenimiento, con una programación pensada para mayores; con los pueblos más protagonistas que las ciudades, y una información de corte oficialista y encorsetada. Eso se puede traducir de ese 8,5% de cuota media de 2015. Y eso afecta claramente en el descenso de los ingresos publicitarios, que son los que no terminan de cuadrar en unos deficitarios presupuestos, pese a la crisis y pese a que los dos colosos, Mediaset y Atresmedia, se repartan más del 80% del botín. En 2014 se preveían unos ingresos de 26,6 millones que terminaron siendo 17,3. En 2015 la situación no mejoró. Para este mismo año ya se anticipa un déficit de casi 28 millones.

En cuestión de audiencias Canal Sur está muy lejos aquel 25,7% de 2005, antes de que aparecieran Cuatro, la Sexta y la constelación de la TDT. En aquel tiempo imperial de cuentas boyantes y audiencia desbordante, el director de antena de Rafael Camacho era Joaquín Durán. Aparecían por entonces Menuda noche, el actual formato de noviazgos vespertinos y, poco después, Se llama copla. Por eso sorprende aún más que en sus tres años de dirección interina Durán no haya presentado ningún estreno que prendiera en la parrilla y recibiera un aplauso de los andaluces. ¿Bailamos?, Tú al Norte yo al Sur, Tiene gracia, El gran queo, Los descendientes... En tres años, Canal Sur no ha tenido suerte ni en la competida franja de prime time ni en las mañanas, donde la cadena andaluza es casi invisible y no alcanza ni el 5%. Y Se llama copla, perenne, fatiga incluso a sus seguidores.

El subdirector general de la RTVA, director general en funciones, acaba de cumplir tres años en su silla portátil. Habría alcanzado el ecuador en caso de haber sido elegido formalmente por el Parlamento. Era el director de una reconocida radio cuando en marzo de 2013 Pablo Carrasco dijo adiós antes de verse en la situación de firmar despidos en la casa. Su sucesor no le puede enmendar la plana en logros en la parrilla pero sí en cuanto a gestión económica. Se desvaneció la amenaza del ERE y se ha administrado con contención las condiciones del contrato-programa que el PSOE firmó con IU, por el que la transferencia anual es de 112 millones, más 25 millones del fondo social y que está previsto que se ratifique también para este 2016.

Durán se ha entendido mejor con los políticos y con los sindicatos que con los andaluces. Mantener la plantilla ha sido a costa de apretar las tuercas a la producción externa, a las productoras, donde sí se han vivido abundantes cierres y despidos. Se han ajustado los gastos en programas externos y los ajustes en los algo más de 1.500 trabajadores (fueron casi 1.800 en 2008) han sido más en complementos y extras de sus retribuciones. Y la desmotivación, más que el desánimo, ha calado en mandos intermedios y en quienes soportan mayor carga de trabajo en una plantilla (mayor) descompensada en todos los aspectos. El gasto en personal está 85,2 millones para este año cuando llegó a ser de 96,5 millones en 2008. Carrasco llegó a gozar de la máxima transferencia anual, 180,8 millones, justo cuando empezó a disminuir de forma alarmante la audiencia.

En estos meses se está emprendiendo la unión de las redacciones de radio (282 empleados) y televisión (945 trabajadores), una fusión en cuanto a lo periodístico para no duplicar esfuerzos en coberturas. Fue una de las recomendaciones básicas del plan estratégico encargado por este director interino que supera con creces los periodos de los dimisionarios presidentes de consenso de RTVE, Luis Fernández (que aguantó 2 años y 9 meses) y Alberto Oliart (1 años y 8 meses). Y no está ya lejos de los 4 años y 4 meses de Pablo Carrasco, que fue elegido por mayoría absoluta en el Parlamento. Durán no padece en San Juan el síndrome de la silla eléctrica del cargo.

La presidenta Susana Díaz no tiene intención de remover sillas y tiene otras prioridades antes de acordar la afirmación de un interino que le gustaría verse confirmado. Durán, que cumplirá 64 años en este 2016, tiene un apoyo interno clave en Inés Alba, directora de la radio y que con el nuevo organigrama también pasaría a tener responsabilidades en televisión. La bicefalia de la RTVA la representa Antonio Ramírez, director de antena con Carrasco tras la marcha de Mario López y que ejerce la gestión política y de línea editorial en la casa. Ellos y otros seis directivos siguen cobrando sobre los 78.000 euros anuales, por encima de la presidenta, lo que sigue causando críticas y recelos pese a unos recortes en estos suculentos sueldos que ya se producían desde la anterior etapa. La cúpula gestora de la RTVA está formada ahora por 29 directivos para ahorrar en este apartado. Llegaron a ser 44 ejecutivos en 2009.

El consejo de administración, de quince miembros, sigue gozando de unos privilegios ya anacrónicos. El coste de esta comisión de políticos dedicados a menesteres de sus propios partidos, supera los 800.000 euros anuales y su influencia llega a ser bastante escasa a la vista de los resultados de la corporación. Los sindicatos piden su eliminación.

Durán se encontró decisiones equivocadas como el cierre de Canal Sur 2, donde ahora aparecen los intérpretes de signos que vivieron una prolongada huelga por sus magros sueldos de menos de 800 euros. Un concurso a la baja que se llevó una empresa madrileña, Seprotec, se convirtió en un quebradero de cabeza para la casa que de nuevo sacará el servicio a licitación.

En febrero de 2015 aparecía en la pantalla, en lo que fue Canal Sur HD, Andalucía TV, una parrilla con informativos y redifusión de programas culturales y temáticos sobre nuestra tierra, que en ningún momento ha tenido visos de interesar mucho. La cadena es seguida por un 0,4% de la audiencia, un canal fantasma con largas franjas de cero absoluto: otra evidencia del creciente desapego de la audiencia hacia Canal Sur.

Los espectadores cada vez son más exigentes (cada vez tienen una oferta más y más amplia), críticos y escépticos. De ahí el desagrado de la polémica de las campanadas de 2015 en Almería, una grave metedura de pata que puso a Canal Sur, a Andalucía, en el foco de la burla nacional. Lo sucedido exactamente en el control de continuidad nunca se ha desvelado, con el silencio de los sindicatos y un despido, en forma de chivo expiatorio, del directivo José Luis Pereñíguez, dos meses antes de su jubilación. La audiencia de la autonómica bajó entonces del 9%, una cifra ya resbaladiza que sólo se ha enmendado en febrero tras dos semanas completas de Carnaval de Cádiz. La cuota de Canal Sur a día de hoy es del 8,2% (8,7% La 1; 13,5 Antena 3; y 16,8, Telecinco, que dobla a las públicas). Unas cifras que muestran una derrota, aunque algunas armas de las privadas sean indignas.

Durán durará y tras haberse librado de una directora de programas tan nefasta y abúlica como Carmen Amores (directora general ahora de la televisión manchega), tres años después, debe hallar esa línea de calidad y proximidad que le permita reencontrarse al público perdido.

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