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al relente | Crítica de teatro

Urbano-Solano dan en la diana

Charo Urbano convertida en la veleta que corona la Giralda

Charo Urbano convertida en la veleta que corona la Giralda / Álvaro Quinta

Charo Urbano y Mané Solano obtuvieron, no hace dos meses, el Premio Lorca al mejor espectáculo de medio formato de Andalucía por su obra Libertá. Estrenan, ahora, con agotadas las localidades, una obra que se enmarca en ese fenómeno social que es un teatro de aproximación, de espejo, una comedia bética,  con el que  los propios sevillanos se divierten riéndose de sí mismos sin prejuicios y que va tomando forma con obras como Estrella sublime, En Sevilla hay que vivir, las novelas de Julio Muñoz (Rancio) o el trabajo cinematográfico de Alfonso Sánchez y Alberto López (los compadres), un retrato socarrón en el que los propios sevillanos se divierten con la crítica la vez que se sienten orgullosos de sus costumbres y tradiciones.

Charo Urbano y Mané Solano, dos maestros del humor, toman como narradora a la figura que le da nombre a la Giralda, la veleta que corona el campanario que domina a la ciudad de Sevilla.

Se puede hablar de fenómeno porque el público aplaudió a la Urbano cuando se abrió el telón, aún no había abierto la boca, pero la impresión que causó la figura creada por estos dos pedazos de artistas lo sobrecogió. Luego, tras la imagen icónica, surgió el verbo y ya fue un no parar. Con fórmula de monólogo clásico, la Urbano desgrana su sabiduría como actriz midiendo cada palabra, cada gesto pero, sobre todo, haciéndose con los presentes como sólo lo pueden hacer las grandes.

De nuevo, Sevilla como reflejo de una esencia que nos une a todos y a todas

Urbano-Solano no solo nos hacen reír. Homenajean a varias generaciones de mujeres que nos han educado y  criado, que nos han enriquecido con un vocabulario  rico en expresiones poéticas  y sonoras llenas de color que nos atraviesan sentimentalmente.  Al relente tiene dos capas, la primera, la carcajada continua con la sinvergonzonería de estos dos clowns espectaculares, la otra un hilo de sororidad que recorre toda la obra en la que la tradición secular se pasa de madre a hija.

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