Andalucía

La Policía cerca la protesta obrera de Sánchez Gordillo

  • Once manifestantes son detenidos y puestos en libertad con cargos tras irrumpir en una sucursal bancaria de El Puerto. Agentes y jornaleros protagonizan enfrentamientos

La acción "sorpresa" de la marcha obrera del SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores) en su llegada a la provincia realmente lo fue, tanto por su prontitud como por el objetivo elegido por los manifestantes. Antes de las nueve, hora de partida de la protesta desde la estación de El Puerto, uno de los autobuses que trasladaban a los jornaleros desde distintos puntos de Andalucía se desmarcó del itinerario y se detuvo en una sucursal de La Caixa próxima a la estación, en la barriada del Tejar. En el vehículo viajaban alrededor de 30 vecinos de Espera liderados por su alcalde, Pedro Romero (IU). Todos entraron en el banco ante la mirada atónita de los clientes y del propio director de la oficina, que les recibió de forma "exquisita", según el relato de Romero. La caja siguió realizando sus operaciones habituales pero con los manifestantes dentro coreando el lema "lucha obrera, contra el paro". Esta ocupación "simbólica" contra "la responsabilidad de los bancos en la crisis" fue la mecha de la jornada de protesta en la Bahía, que se saldó con once detenidos y varios roces con el ingente despliegue policial que cercó a los jornaleros de Sánchez Gordillo.

 

Al menos diez furgones y una treintena de agentes de la Policía Nacional controlaban ya a los manifestantes desde la salida, en la explanada de la estación, cuando Diego Cañamero, portavoz del SAT, marcaba el comienzo de "una marcha que va a hacer historia" después de las protagonizadas en Sevilla y Córdoba. "Llevamos treinta años saliendo a la calle pero parece que no es hasta ahora cuando se ha tocado la tecla del hambre y se ha alertado verdaderamente a la opinión pública. Hay 350.000 familias en Andalucía sin ningún tipo de ingreso, y esa situación es intolerable, no se puede permitir. Éste es el debate, el debate de España, y no el de la prima de riesgo, el del rescate y el de la madre que los parió a todos", se arrancó Cañamero antes de anunciar a las 700 personas concentradas junto a la estación que los compañeros de Espera ya habían tomado la sucursal de La Caixa. "Allá vamos, junto a los nuestros", proclamó valiéndose de un megáfono.

 

Liderados por Diego Cañamero y José Manuel Sánchez Gordillo, responsable del SAT y diputado autonómico de IU, los manifestantes enfilaron la Avenida del Monasterio pero los efectivos policiales armaron pronto un muro para impedir su paso, pues la marcha autorizada era hacia Puerto Real, en la dirección opuesta. El enfrentamiento estaba servido. Comenzaron los cara a cara entre jornaleros y policías, los empujones, los gritos y los insultos. "Hombre, si vamos a ir por la acerita", defendía un señor con un sombrero de paja. Pero el paso estaba prohibido. 

 

Cañamero y Gordillo negociaban con el jefe del dispositivo policial una solución mientras los chispazos se multiplicaban. Uno llegó a prender, después de que un policía apartara a una señora de edad avanzada agarrándola del brazo. Los líderes sindicales tuvieron que intervenir. Se abrieron paso entre el gentío como pudieron pidiendo tranquilidad y gritando para que se respetara al portador del megáfono. Cañamero se dejaba la garganta para recordar que "la acción de uno puede representar la acción de todos". "Están deseando desacreditarnos y desprestigiarnos, no podemos darles el más mínimo motivo", enfatizaba con el altavoz.

 

La solución pactada con la Policía fue que una decena de manifestantes sí pudiera desplazarse hasta el banco mientras los demás esperaban allí. Así que Cañamero, Gordillo y otros ocho expedicionarios partieron, también escoltados, hasta la sucursal. Allí la Policía había empezado a actuar. Sacó por la fuerza a la mayoría de los manifestantes y bloqueó la puerta dejando a una docena de espereños en el interior.

 

El alcalde Pedro Romero salió indignado, vociferando: "Nos han tratado como a perros, como a animales. El director de la oficina sabía bien que estaba ocurriendo, no ha denunciado nada y nos ha tratado de forma exquisita. Esto es incomprensible e indignante. ¡Que son padres de familia lo que hay ahí!".

 

La escena era ésta: manifestantes fuera de la sucursal sin saber muy bien qué hacer; vecinos asomados a las ventanas y otros, a pie de calle, prestando su apoyo a los asaltantes; una docena de agentes, ataviados con sus cascos antidisturbios, apostados en la puerta mientras llegaban refuerzos; y dentro de la sucursal, doce personas con banderas nacionalistas de Andalucía que saludaban a sus compañeros a través del cristal, "lucha obrera, contra el paro".

 

Diego Cañamero se empeñaba en dirigir al grupo y en poner un tono de cordura a lo que allí ocurría. Congregó a los asistentes y vecinos y recordó que estaban allí con un objetivo reivindicativo. Entre sus peticiones, recordó, están una renta básica para evitar que haya familias sin ningún tipo de recurso; un plan de trabajo respaldado por dinero público de entre tres y seis meses para cada parado; que se elimine el requisito de realizar 35 peonadas al año para acceder a la renta agraria; que las tierras públicas pasen a manos de cooperativas de trabajadores para su explotación; y rechazo a las políticas de recortes sociales. 

 

Aún desgranaba estos puntos cuando un furgón aparcó justo en la puerta de la sucursal para llevarse detenidos y esposados a los once asaltantes (uno dijo ser menor), sin que mediara denuncia del director de la oficina y "bajo orden directa del ministro de Interior", denunció después Gordillo. Más tensión, manotazos en los cristales, zarandeos, gritos. Y el alcade de Espera, junto a otros compañeros, arrodillándose frente al cordón policial para reclamar que fuera él el detenido. "¡Qué me esposen a mí!".

 

De nuevo Cañamero tomó el micrófono para calmar la marejada: "Compañeros, que nos detengan es un premio para los trabajadores", exclamó. "Y Urdangarín pedaleando en Mallorca", respondió otra voz. El sindicalista añadió: "Muchas veces la paciencia es revolucionaria. Hay que tener la calma suficiente en estos momentos, aunque nos violenten. Nuestro enemigos es el robo cometido por los banqueros, los que no van a la cárcel, los que han robado con las preferentes, los que se llevan el dinero a los paraísos fiscales, y con el Gobierno que legaliza el robo". Y armado con la "paciencia revolucionaria", acordó con el responsable de la Policía ir a la Comisaría a recoger a los detenidos mientras los demás se unían a los manifestantes congregados junto a la estación, que pudo partir hacia Puerto Real pasado mediodía a la espera de la liberación de sus compañeros.

 

En las dependencias policiales, los arrestados fueron interrogados y puestos en libertad, por la tarde, con la imputación de sendos delitos de desorden público y coacciones. Su suerte, sin embargo, quedaba relegada en el plano informativo por el vuelco en el caso Ruth y José, los niños desaparecidos en Córdoba, y el adelanto de las elecciones gallegas.

 

No hubo más incidentes a lo largo de la jornada salvo retenciones de tráfico en la salida de El Puerto. La marcha caminó 15 kilómetros bajo la férrea escolta hasta Puerto Real, entonando que "el pueblo, unido, jamás será vencido". Vigilaba su avance incluso un helicóptero, al que todos saludaban.  "Esto es duro, pero esto es lucha social, estar aquí y llevar la protesta a la calle, no lo que están haciendo los sindicatos", señalaba Juan Luis García, del Foro Social de El Puerto. Antonio Galindo, de 74 años, también se enfrentaba a la caminata portando una pancarta echa con la pata de una silla y un tablón en la que refrendaba su apoyo al SAT: "Viva Gordillo. Estamos todos contigo. Mayores, jóvenes, todos a la calle para que no llegue otra vez la dictadura". Aseguró tener "cuatro hijos, diez nietos y cinco biznietos", todos en paro porque "el campo está listo". "Los terratenientes están vendiendo las peonadas a 20 euros de lo desesperada que está la gente para llegar a las 35 y acceder al subsidio", denunciaba al tiempo que se sujetaba el sombrero echo con un pañuelo de tela.

 

En Puerto Real, la expedición fue recibida por decenas de vecinos y se alojó en la caseta municipal, cedida por el Ayuntamiento. Por la tarde, Gordillo lideró una asamblea en la Plaza de Jesús para seguir dando a conocer sus reivindicaciones, que han avivado el debate sobre la situación socioeconómica del país tras el asalto a dos supermercados a principios de mes, una acción que ha dado la vuelta al mundo. La marcha partirá hoy de Puerto Real a las ocho y media y su llegada a Cádiz se prevé a las doce de mediodía. Las coordenadas del trayecto, sin embargo, son imprevisibles.

 

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