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Provincia de Cádiz

"Levantan carreteras y puentes que son diques y presas"

  • Recorrido por las zonas más afectadas por las avenidas de agua

  • Los técnicos ven como causa última el descontrol urbanístico de toda la zona

"Levantan carreteras y puentes que son diques y presas"

Un técnico de la delegación de Medio Ambiente observa los destrozos junto a la playa de El Palmar, donde un grupo de surferos hacen piruetas en la tabla, tras el diluvio, sobre olas de color chocolate por la arena removida. El técnico explica cómo el agua se comió el rudimentario paseo marítimo de este enclave del litoral. En el lugar en el que estamos, el montículo sobre el que reposaba el paseo, la calzada ha sufrido un gigantesco mordisco que ha alcanzado el asfalto de la carreterilla. "Puede parecer que han sido las olas, pero no, ha sido una mezcla de todo. Lo principal vino de arriba, de la avenida del agua que tomó antiguos cauces de arroyos. Hay muchos aquí que desembocaban en esta playa. El momento en el que cayó más agua coincidió con la marea alta y bastante furiosa, por lo que se produjo el choque que descarnó toda esta zona. El agua bajaba con fuerza porque las canalizaciones no están limpias, porque no hay red de alcantarillado, en definitiva, porque esta zona no tiene un ordenamiento urbano con los servicios mínimos. Y claro, ahora la gente está desolada, pero es que en algunos casos esas casas están construidas en cualquier lugar y el agua cuando llega no pregunta, recupera su terreno. Y ahora sobre esos cauces hay viviendas".

Francisca Castellano tiene 86 años y siempre ha vivido en la zona de La Barca de Vejer a la que se accede por el cruce que marca la Venta Castro. Es una de las decenas de núcleos rurales que el municipio de Vejer tiene a sus pies, núcleos que han ido creciendo solos, sin orden ni concierto, con un Ayuntamiento incapaz de parar durante décadas la proliferación de ladrillos de fin de semana.

No es el caso de la casa de Francisca, que estuvo allí desde antes de que se conociera el término 'ordenación urbanística'. Ayer Francisca estaba sentada en la puerta de su casa, en una silla de jardín, ante un simposio de electrodomésticos y muebles inservibles, algunos que le habían acompañado casi toda su vida. Sus hijos se afanaban en el exterior en realizar una limpieza que ya duraba más de quince horas. El barro llegó a alcanzar en la madrugada del domingo 1,50 de altura. Francisca se tuvo que refugiar en el piso de arriba,a oscuras. De hecho, la casa sigue sin luz. A la mañana siguiente, sus hijos emplearon más de cinco horas en achicar el agua de la casa. "Ayer tuvimos alguna ayuda, pero hoy no ha venido nadie del Ayuntamiento a echar una mano", se quejan. Doce horas después, las tazas de la vajilla todavía tienen dentro un líquido negruzco.

Una de las hijas de Francisca explica lo sucedido. "Cayó agua como yo no he visto caer nunca. Dicen que se formó una gota fría por ahí arriba, en la zona de La Muela, y debieron caer 200 litros o más en un rato, entre las cuatro y las ocho de la mañana. Dicen que fue menos, pero no pudo ser mucho menos. Aquí nos llevamos la peor parte porque esto está en bajo y todo el agua venía hacia acá y una vez que llegaba se formaban lagos porque han ido levantando y levantando la carretera sin pensar en las casas. La carretera era un dique y el puente que pusieron allí ya terminó de rematarlo. Eso era una presa".

Francisca, desolada, con la mesilla con las fotos familiares empapadas en la calle, lamenta que con el agua se le ha ido hasta la escritura de la casa e incluso una cita médica que le había costado dios y ayuda conseguir porque tiene las rodillas fatal. Se le explica que eso está todo informatizado y que no ha perdido la cita, pero ese no es el consuelo. Una de sus hijas, en lo que fue el recibidor de la casa, nos lo comenta como en secreto: "Se pueden reponer mejor o peor las cosas, limpiar las vajillas y los baños, pero cómo se arregla el disgusto que tiene mi padre"

Los efectos del agua pueden observarse desde la rotonda de Conil que enlaza con la carretera regional que une este pueblo con Vejer, que ayer se encontraba cortada. Son centenares de hectáreas anegadas, con cultivos bajo el agua y lodazales en lo que fue la siembra. Un mar de barro. Avanzamos por la carretera has ta el lugar donde ya hay que detenerse. El corte ha sido decretado por los trabajos que los operarios realizan con una excavadora y un camión donde han retirado toneladas de lodo.

En La Higuera, cerca de El Colorado, también sufrieron el empuje del temporal y los motivos fueron parecidos a los de La Barca de Vejer. Una carretera en la que a simple vista se le ve la inclinación vertió el agua sobre la zona de más bajo nivel. Así lo sufrieron los hermanos Granados, que a mediodía de ayer seguían retirando lodo del patio y aún no habían entrado en un cobertizo-cocina, que fue devorado por el agua. Como en tantas viviendas de aquí se parte de una casa original, que era de los padres, y los hermanos construyeron alrededor en las tierras de la familia. Domingo, en sus 55 años de vida, no recuerda nada parecido. "Lo peor fue el granizo y los relámpagos. Caía con una violencia tremenda, era de noche y la luz se fue. Pasamos miedo y lo que se nos venía encima no era agua, sino un lodo espeso". Un vecino gallego, que llegó a Cádiz como marinero, se tuvo que refugiar en la azotea con sus perros, que no pararon de ladrar, aterrorizados. "A mí no me da miedo el agua salada, pero el agua dulce ya es otra cosa. Y la otra noche nos hinchamos".

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