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José Manuel Benítez Ariza | Escritor

“Mi literatura, aunque no lo parezca, siempre tiene un matiz experimental”

  • El autor gaditano presenta mañana miércoles, 10 de abril, en la Fundación Ory ‘Año sabático o la novela de un ocioso’, donde reordena sus diarios agrupando sus vivencias en un solo año

El escritor gaditano José Manuel Benítez Ariza con un ejemplar de su nueva obra.

El escritor gaditano José Manuel Benítez Ariza con un ejemplar de su nueva obra. / Julio González

‘Año sabático o la novela de un ocioso’ es el título de la nueva obra del escritor gaditano José Manuel Benítez Ariza, que salta de nuevo a la narrativa de la mano de la editorial Polibea en una cuidadísima edición con ilustraciones del propio autor. Mañana, a las 19.00 horas en la Fundación Ory (Ancha, 16), se presenta esta entrega de los diarios de Benítez Ariza en un acto que contará con la presencia de José Ramón Ripoll y con la colaboración de la librería Manuel de Falla.

–Ya había publicado antes seis entregas de su diario personal. ¿Qué distingue a esta séptima?

–Pues precisamente que no es la séptima, sino que es otra cosa; un cambio de concepto. Yo he sido un diarista tradicional en las tres primeras entregas de mi diario, que eran cronológicas; luego empecé a hacer entregas temáticas y me quedaba todavía la inquietud de que la materia diarística se podía utilizar para algo más. Estamos hablando de un género básicamente narrativo y me planteé acumular material, recomponerlo, reordenarlo, reescribirlo, dotarlo de una cronología ficticia, agruparlo todo en un solo año y, por esa intensidad que cobran los hechos cuando se combinan entre sí, poner en valor las líneas narrativas que subyacen en el diario: es decir, convertir un diario en una novela. Esto es lo que he hecho aquí. Es un solo año intenso, en el que pasan muchas cosas y en el que convergen material escrito a través de muchos años. Es un híbrido entre novela y diario.

–Ya en el prólogo advierte que navega entre la novela y el diario.

–Sí, claro. No se trata de dar gato por liebre, se trata de contar con toda claridad qué es lo que me he propuesto. Al fin y al cabo, mi literatura, aunque no lo parezca, tiene siempre un matiz experimental. Me gusta experimentar con los géneros y ver a dónde los puedo llevar, ver qué posibilidades tienen más allá de su formato original. Se trata de experimentar con los contenidos de un diario y con las potencialidades de una novela.

–La estructura es entonces de un año, escolar porque empieza en septiembre, pero lo que sucede no es cronológico.

–Es una cronología ficticia con la que nadie puede decir que me ha pasado todo esto en un año.

–¿Pero acaso no son los años una sucesión de repeticiones?

–Claro, por eso ha habido que recomponer, que elegir y reescribir, y sobre todo ha habido que eliminar lo redundante. Los años de las personas se repiten pero también cuando reúnes muchos años en uno solo, muchas pequeñas cosas que están dispersas, al establecer una proximidad entre ellas, se convierten en líneas argumentales.

–¿Sería una manera de reinterpretar la existencia?

–Es una manera de entender la existencia como relato. Nuestra vida no es un relato, nuestra vida es un mero acontecer desordenado. En algunas cosas somos muy conscientes de su continuidad y en otras no, simplemente ocurren. Pero cuando reúnes cosas dispersas, las acercas y las relacionas, te das cuenta que en la vida hay también una serie de relatos subyacentes que puedes poner en valor. Algunos autores de moda llaman a eso autoficción, pero creo que la autoficción está descubierta desde siempre. Cervantes la practicaba.

–Hay literatura, cine, viajes, ocio, naturaleza, familia, amistades, la profesión, la sociedad, la política... Una radiografía completa de Benítez Ariza.

–Sí. Y muchas veces lo primero que llama la atención es el contenido anecdótico, pero evidentemente hay un trasfondo. Aunque en el libro no se dice de qué año estamos hablando, es un año imaginario, se trata de un año cercano, y es un año que podría ser algunos de los años centrales de las varias crisis seguidas que hemos vivido últimamente. Como toda novela que se precie, es importante el trasfondo histórico. Y he cuidado mucho que ese trasfondo histórico estuviera bien representado. Hay varias capas: está el trasfondo sociopolítico, hay una capa de trato social, con toda la gente que se relaciona con el narrador, está la familia y hay un sustrato que es de índole reflexivo.

–Casi una parte de ensayo.

–Sí, hay una parte reflexiva importante porque este tipo de libro se presta mucho a la reflexión, que es parte del autorretrato que el protagonista quiere hacer de sí mismo. Quiere contar qué le preocupa, qué razonamiento tiene en mente cuando escribe, cuando ve películas, cuando contempla pintura. Hay una parte que yo no llamaría ensayística, porque el ensayo es más ambicioso, pero en este caso es más impresionista.

–¿Qué ventajas tiene el paso del tiempo?

–Cuando te has ocupado de registrar los aconteceres, con el paso del tiempo ese registro cobra valor y revela cosas que mientras las estabas viviendo no te dabas cuenta. Para escribir un libro así hay que, evidentemente, dejar pasar el tiempo sobre el material inicial para que se asiente, eche raíces y cree lazos entre las distintas piezas. Y cuando te enfrentas a ello, ya se puede interpretar. Y no es fácil. Este libro tiene una cronología de escritura de al menos 14 años. Unos ocho años de material inicial y unos seis años de reescritura.

–Si imaginamos que la vida es un coche que se va conduciendo y el diario es un retrovisor: hay cosas, situaciones, que se van alejando pero otras que se acercan y nos superan o regresan. ¿Qué es lo que más abunda en este diario?

–Bueno, intenta recoger el presente; la acción se desarrolla en un día a día, en un mes a mes, pero hay abundantes ventanas hacia el pasado. Hay recuerdos juveniles, se reconstruyen historias de personas que aparecen. Y normalmente resulta asombroso ver cómo ese registro escrito en presente, de algún modo, anticipa el estado de ánimo de una época que sólo podrá reconocerse mucho después. Ese carácter profético, aunque suene exagerado, de la escritura me llama mucho la atención.

–En el título hay dos palabras que son como la aspiración de varias generaciones: sabático y ocioso.

–Bueno, yo nunca he gozado de un año sabático, pero sí de periodos de licencia laboral. Digamos que este libro, idealmente, reúne todos esos periodos en un año entero. Y lo del ocioso se puede entender como irónico porque es un ocio muy ocupado. El año sabático del protagonista tiene como objetivo escribir una novela, y eso lo tiene muy ocupado, un ocio sin respiro.

–¿Su diario ha terminado ya?

–Yo sigo explorando la escritura autobiográfica. Queda, después de este libro, un periodo de mi diario primitivo que ya pondré en valor de alguna manera. Pero en el año 2020, la pandemia pudo conmigo y me di cuenta que mi escritura privada era ya escritura pública porque nos habíamos convertido todos en personajes de una pesadilla colectiva. Cuando empecé a ver que mi diario de la pandemia se parecía mucho a lo que aparecía en los periódicos, a lo que contaba todo el mundo, pues dejó de interesarme. Pensé que era el momento de interrumpirlo.

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