Cádiz

"Cuando los turistas recorren la ciudad, al final alucinan"

  • Hace veinte años Belén González Dorao puso en marcha la Cámara Oscura en la Torre Tavira, convertida hoy en uno de los principales referentes turísticos de la ciudad

APENAS nos hemos sentado en una especie de despacho que hace también las veces de almacén, archivo, cocina y comedor, cuando Belén González Dorao advierte de que va a hablar de su proyecto de instalar un ascensor en la Torre Tavira, que facilite el acceso a la zona superior del edificio, donde se encuentra la Cámara Oscura y desde donde se pueden vislumbrar y disfrutar unas imágenes únicas de la ciudad. Si su intención no había quedado clara no duda en ponerse, para la fotografía de Joaquín Pino, una nueva camiseta promocional de la Torre, con un claro mensaje reivindicatico sobre el equipamiento que le falta al centro turístico que, junto a la Catedral, más visitantes atrae a la ciudad cada año.

-Cuando abrió la Torre Tavira hace ahora veinte años hubo alguno que le tachó de loca.

-Pues sí. Lo cierto es que nadie visualizaba que podía ser un recurso turístico, además de ser la primera cámara oscura que funcionaba en la península.

-¿De quién fue la idea?

-Me la dio mi hermano (Ignacio, hoy director de Cadigrafía) que fue de viaje de novios a Edimburgo y allí había una cámara osrcura desde 1853. Cuando volvió, nos lo estuvo contando. Yo, por aquella época (1993) estaba inquieta, queriendo hacer algo en la ciudad y pensé que Cádiz era ideal gracias a su luz. Me fue a Edimburgo y comencé a buscar a un fabricante, que lo tuve que localizar fuera de España.

-¿La Torre Tavira era el lugar idóneo para un equipo de estas características?

-En un principio no tenía claro el lugar, pero sí lo tuve claro cuando subí a la Torre Tavira. Fue un amor a primera vista. Antes había estado en otros lugares, como el torreón de la Puerta de Tierra, pero yo necesitaba una mayor visión de la ciudad. Y ahí estaba la Torre Tavira, que por aquel momento se encontraba cerrada. Subí con la autorización del Ayuntamiento y flipé, como sigo flipando cada vez que subo a lo más alto veinte años después.

Una vez encontrado el lugar adecuado le propuse al Ayuntamiento, a cuyo frente se encontraba Carlos Díaz, alquilar el edificio. Lo cierto es que en ese momento había poca gente conocedora de lo que era una cámara oscura, pero tuve la fortuna de que era concejal de Urbanismo Rafael Garófano (experto en la historia y las técnicas fotográficas) que sí sabía de lo que se hablaba. Entonces se sacó a concurso público el proyecto y me puse en marcha.

-¿En qué estado se encontraba el edificio cuando pudo acceder al mismo?

-La Torre Tavira estaba bien conservada, muy bien estructuralmente.

-Supongo que no se esperaba el éxito que después obtuvo su propuesta.

-Bueno, el éxito no fue de un día para otro. Guardo recuerdos de días en los que no entraba nadie (la mañana en la que realizamos la entrevista, el pasado lunes, la entrada de visitantes es constante). El desarrollo ha sido gradual, a la par del crecimiento turístico de la ciudad, que era muy limitado en 1994 y que no se puede comparar con el actual. Pero yo creía ciegamente en este proyecto, aunque muchos me decían cómo iba a subir la gente a la azotea. Yo, por contra, lo veía clarísimo y sabía de su potencial como equipamiento turístico y también cultural.

-Han pasado ya veinte años. ¿Hemos sabido dar los pasos adecuados para apostar por una ciudad turística?

-Yo creo que se podría ir a más. Se debería de centrar desde el punto de vista de la comunicación en lo que nos hace únicos como ciudad. Y le aseguro que son muchas cosas. Y la suma de todo nos da una ciudad con gran potencial, como el que tiene Cádiz. Considero que deberíamos de posicionarnos allí donde somos referentes, como la luz y la insularidad, los tres mil años de historia y las torres miradores, como la Torre Tavira. Este último aspecto es un reclamo único que aún está pendiente de portenciar en beneficio de la ciudad. Todas estas cosas nos hacen diferente y aportan singularidad a otras ofertas como la de unas playas maravillosas, pero que también se pueden encontrar en otros lugares.

-¿Qué estamos haciendo mal, o nos estamos quedando cortos para que Cádiz pueda ser un referente como ciudad turística?

-El gran problema es que cada uno seguimos yendo por nuestro camino. No existe la unidad que debería de existir, tanto de empresarios como de administraciones. Deberíamos de ir todos a una y sin embargo se buscan los intereses particulares. Nos falta visión de ciudad global, con lo que al final el beneficio sería para todos. Esta forma de ser y actuar nos retrasa a la hora de sacar adelante todo el potencial que tenemos como ciudad turística.

Nos deberíamos de centrar en aquello que nos hace únicos e incluso desde el punto de vista de la comunicación exterior, es lo que tendríamos que hacer. Por contra, seguimos cada uno por caminos diferentes.

-Hace veinte años la situación era sustancialmente peor, porque apenas existía una clase empresarial centrada en el sector turístico, como ahora sí ocurre. Casi estaba usted sola en 1994 cuando inició el proyecto de la Torre Tavira.

-Es cierto que cuando empecé no había pequeños empresarios dedicados a esto, pero no por esta circunstancia me costó más poner en marcha el proyecto y salir adelante. En 1994 la ciudad no apostaba por el turismo... pero yo sí.

-¿Una visionaria?

-Es que yo lo veía muy claro. Sigo mucho a mi instinto, a mi corazón. En aquel momento no me resultó más difícil que muchas de las trabas administrativas que hoy nos encontramos en la gestión diaria.

-Trabas como el ascensor, que supongo será, después de veinte años de trabajo, lo que le queda por sacar adelante en la Torre Tavira.

-Llevo ocho años intentando sacar adelante el proyecto de instalación de un ascensor en la Torre y sigo topándome con las trabas que pone la Comisión Provincial de Patrimonio.

No contar con este servicio es un claro hándicap para la oferta que ofrece la Torre de Tavira. Le pongo un ejemplo: hace unos días un señor subió hasta la cámara oscura (y son cerca de doscientos escalones) a su hija (con problamas físicos) en brazos porque ella quería verla. ¡No pasamos peor momento que este! En esos momentos me hubiera gustado que estuviesen aquí los de la Comisión Provincial de Patrimonio y sintieran en persona lo que nosotros sentimos y que ellos no pueden dentro de un despacho.

-¿Por qué no sale adelante el proyecto?

-Ellos dicen que por la contaminación visual que provoca. El ascensor lógicamente no puede ir por dentro de la Torre porque si no nos tendríamos que salir. Se aprovecha al máximo el interior del vecino Palacio de Recaño (la antigua sede del Conservatorio de Música y donde el Ayuntamiento pretende reubicar el Archivo Municipal) mientras que el resto se ocupa con un ascensor con estructura transparente que apenas es visible desde la calle Marqués del Real Tesoro.

Yo estoy enamorada de la Torre Tavira. Llevo más años con ella que con mi marido. Forma parte de mi vida por lo que no haría nada que la dañase.

A mí me gusta subir por la escalera. Me ahorro el gimnasio, pero el ascensor es muy necesario para muchas personas. No se disfruta igual cuando se llega cansado o cargando con un niño. He visto a familias que se han tenido que turnar padre y madre para poder subir y no dejar a su hijo solo.

-¿Qué dice el Ayuntamiento? ¿Han planteado ustedes conseguir su apoyo?

-El Ayuntamiento no se ha pronunciado. No sé si el Ayuntamiento nos podrá ayudar o no en este asunto.

-Desde lo más alto de la Torre, la visión de todo el casco antiguo de Cádiz incluye también construcciones más o menos recientes que dañan a los ojos, al romper con el conjunto histórico y artístico. Supongo que tendrá que tragar mucho al ver esta incongruencia urbanística.

-Es un claro agravio comparativo. No sé porque unos sí y otros no. Siempre pongo el ejemplo del conjunto arqueológico de Baelo Claudia y su centro de intepretación, que a mí me gusta. ¿Y por qué yo no en Cádiz?

Creo que se puede compaginar ser respetuosos con el medio ambiente, con la historia y, a la vez, pensar en las personas y lograr un centro más accesible. Pero yo no me rindo. Habrá que estudiar la forma más adecuada para poder sacar adelante el ascensor.

-Tras la polémica sobre la instalación de bloques de hormigón para proteger la muralla en la zona del Parque Genovés, ¿cree usted que el patrimonio de la ciudad está bien protegido?

-Se podía cuidar mejor, es cierto. Yo el patrimonio lo entiendo de forma muy extensa. Es un edificio, una persona, una calle, un árbol. Es el drago del callejón del Tinte (bicentenario y que se perdió hace unos meses), cuya pérdida me dolió mucho, como me duele cuando un ciudadano gaditano daña un árbol.

En todo caso, se cuidan algunas cosas. La ciudad en términos generales está bien, limpia, lo alaban mucho los visitantes que acuden aquí. En todo caso, deberíamos de hacen un examen de conciencia, una autocrítica, evitar echar balones fuera porque la ciudad es un esfuerzo común. Debemos crer en lo público, dejar de decir que como lo paga el Ayuntamiento no pasa nada. Porque la ciudad es de todos.

-Supongo que hablará con muchos de los turistas que visitan cada año la Torre Tavira. ¿Qué le dicen de la ciudad?

-Hablo con ellos mogollón. Cádiz es la gran desconocida. Son gente que no tenían pensado venir, pero cuando recorren la ciudad alucinan. Hay muy poca gente que se marcha desencantada. Todo lo contrario, se van gratamente sorprendidas y muchas de ellas acaban convirtiéndose en repetidoras.

Nosotros no nos centramos únicamente en el turista de los cruceros, aunque es un visitante que no hay que verlo a corto plazo. Es un turista que cuando vuelve a su lugar de origen, habla de su estancia en Cádiz, y habla muy bien. Y es medio millón de personas hablando de la ciudad, lo que es muy importante como promoción exterior de Cádiz.

-Y eso que el Museo de Cádiz cierra sus puertas las tarde de verano, algo que no parece muy lógico en una ciudad que quiere atraer al turismo de calidad.

-No es lógico para nada. Se lo comenté al consejero de Turismo cuando tuvo recientemente una reunión en Cádiz con gente del sector, y dijo que dependía de Cultura. Aquí de nuevo se falla y falta el diálogo y el acuerdo, en este caso entre administraciones, cuando hablamos de un equipamiento cultural y turístico de primer orden.

-Tampoco va la cosa muy bien en la ampliación del número de camas hoteleras, algo que para el sector del comercio se considera muy importante. No sé si es una cuestión que, en lo que se refiere a la Torre Tavira, es importante.

-La mejor respuesta se la puede dar el sector hotelero. Nuestro público puede ser gente de todo tipo y procedencia, desde gente que está en ciudades cercanas y vienen de visita por un día a otros que residen en apartamentos o en casa de familiares, además de clientes de hoteles. Lo que sí es cierto es que no podemos pensar únicamente en la temporada estival, en la ocupación de julio y agosto, porque el año tiene doce meses.

-¿Y cómo vamos en Cádiz?

-Cada vez mejor. Los cruceros que llegan fuera de la temporada alta, la celebración de congresos. Todo ello ayuda a superar la estacionalidad y a atraer turismo durante todo el año. Y en ello debemos seguir apostando por el turismo idiomático a través de los Erasmus.

-Usted también lucha por la racionalización de los horarios.

-Creo que es una cuestión a la que no se le da la importancia que tiene ya que afecta profundamente a nuestro día a día, a nuestra vida. Desde la Asociación de Empresas Turísticas planteamos de forma decidida este problema .

-Pendiente de la instalación del ascensor, la Torre Tavira está más que asentada como uno de los grandes referentes turísticos de Cádiz. ¿Se plantea usted otros nuevos proyectos en la ciudad?

-(Sonríe) En eso soy un poco masculina: sólo sé hacer una cosa a la vez.

-Dígame al menos por dónde debería de ir un emprendedor.

-Cádiz tiene recursos extraordinarios que sólo necesitan que sean estructurados de la forma adecuada. Tenemos la historia, tenemos la gente, tenemos la gastronomía, tenemos la climatología, tenemos muchos puntos a nuestro favor, muchos.

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