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Pintora del mar y las arenasCarmen bustamanteUn estilo propio que ha forjado desde CádizUna firma que creaba confusiones

La pintora Carmen Bustamante en su estudio, ante algunos de sus cuadros, en una imagen de 1996.

La pintora Carmen Bustamante en su estudio, ante algunos de sus cuadros, en una imagen de 1996. / kiki

A su pintura se le podría aplicar el verso del poeta chileno Gonzalo Rojas: "Yo fundo esta ciudad sobre la espuma y la arena". Pero esa pintura responde a un modo de ser, a una visión del paisaje que capta hasta lo invisible. Ella es una mujer que no busca el ruido, sino la melodía de la vida, que preserva su intimidad real como quien oculta un tesoro.

Carmen Bustamante Costa nació en Valencia porque su padre, Antonio Bustamante, trabajaba allí como delegado de la Naviera Pinillos. Su madre, Pepita Costa, que era muy religiosa, tuvo 10 hijos, y contribuyó a que los Bustamante sean una familia muy extendida y conocida en Cádiz. La infancia valenciana le duró a Carmen 11 años, en los que estudió en el colegio del Sagrado Corazón.

Cuando volvieron a Cádiz, la familia Bustamante Costa vivió en uno de los últimos chalés de La Laguna, Villa Nena, que estaba al principio de la calle Santa Teresa. Su padre puso un estanco en la Glorieta Ingeniero La Cierva, que después regentó su hermano Miguel. Carmen estudiaba en las Salesianas. Su afición artística la llevó a la Escuela de Artes y Oficios de Cádiz. Posteriormente, también estudió en la Escuela de Cerámica de Madrid.

Sus comienzos en el mundo del arte estuvieron vinculados al pintor gaditano Hernán Cortés, con el que se casó. Es el padre de sus dos hijos: Ana (que es arquitecta y vive en Granada) y Carlos (que es músico en Málaga). Tiene una nieta de su hija mayor. Tras separarse, Carmen es pareja del abogado Pedro Fernández Enríquez desde hace más de 20 años.

Los primeros tiempos de Carmen Bustamante en la pintura no fueron fáciles. Había alternado su residencia entre Cádiz y Madrid. En sus comienzos también impartió clases de grabado en el Centro El Bidón, del barrio de la Laguna. Tuvo dificultades para pintar y casi lo abandonó para criar a sus dos hijos. Es a partir de los años 80 cuando su carrera se va a perfilar en serio. Su primera exposición se organiza en Jerez, en 1986, y un año después expone en el Casino Bahía de Cádiz, en El Puerto.

La década de los 90 fue determinante. Llegan exposiciones en Sevilla y Madrid. En 1997 consigue un gran éxito al exponer en París. También participó en la Art Miami del 94. Y, en 1998, en la Casa Fernando Pessoa de Lisboa. En 1999 su obra se muestra en la galería Benot de Cádiz. Desde entonces Rafael Benot se convertirá en su galerista de referencia en la ciudad, al igual que Milagros Delicado en El Puerto.

A lo largo del siglo XXI su trayectoria artística se consolidará, cimentando el prestigio de Carmen Bustamante como pintora con un universo propio. Ella dice que más del 90% de sus exposiciones se organizan fuera de Cádiz, sobre todo en las grandes ciudades de España: Sevilla con la galería Haurie, Bilbao con las galerías Aritza y Xanon, así como Madrid y Barcelona acogen con frecuencia sus obras. Ha participado en numerosas muestras colectivas, entre ellas las de Art Madrid.

En Cádiz le organizaron dos exposiciones muy importantes: en 2007 en el Museo de Bellas Artes de Cádiz, patrocinada por la Consejería de Cultura de la Junta, en colaboración con la Caja San Fernando. Y en el verano de 2012, con motivo del Bicentenario, patrocinada por el Ayuntamiento de Cádiz, presentó la muestra Espacios de la memoria, en el Castillo de Santa Catalina. El catálogo de esa exposición contó con textos de José Manuel Caballero Bonald y Ana Sofía Pérez Bustamante.

Carmen Bustamante ha merecido el reconocimiento de muchos escritores, que le han dedicado poemas o textos en prosa. Entre otros, además de Caballero Bonald, se puede citar a José Ramón Ripoll, Jesús Fernández Palacios, Felipe Benítez Reyes, Josefa Parra, Luis Javier Moreno, Alejandro Luque y Juan José Téllez.

Se consolidó con una obra personalísima, marcada por una evolución hacia la abstracción. Aunque se la considera una pintora del mar, Carmen empezó con las dunas, los paisajes arenosos, incluso el desierto. Después se fue al mar, a las luces infinitas que lo cambian como un espejo lleno de enigmas, trampantojos de la memoria, las mareas desvanecidas, las espumas que burbujean, la minuciosidad de la ola que muere en la soledad de una orilla.

Lleva la abstracción al máximo y no le gusta pintar figuras humanas. A veces hay reflejos, que no son fantasmagorías, sino presencias vivas, pero a la vez ausencias. Paisajes de mares y dunas, que no son cuadritos de marina de salón, sino que muestran toda la crudeza de la arena y la espuma.

Esos paisajes los ha vivido. Están en las marismas de Sanlúcar, en los rincones del Toruño, en las salinas, en San Fernando, en Trafalgar, en las playas de Cádiz, en las aguas de la Alameda...

Carmen Bustamante dispone de un mirador extraordinario para ser como una novia del mar y señorita del aire, según veía Pemán a Cádiz. Tiene su estudio en un tercer piso de la calle Honduras, con el esplendor de la Bahía abierto a sus ventanales, sobre las murallas de San Carlos, entre garitas y cañones, desde la punta de San Felipe al baluarte de Candelaria. Allí no está el mar, sino todos los mares que son el mar.

Su otro refugio está en Asilah, una localidad del norte de Marruecos, cercana a Tánger, donde tiene una casa, a la que se escapa muchos fines de semana, y que le sirve como inspiración. Allí encuentra el mismo Océano Atlántico que ve en la Alameda y una medina que le recuerda al Cádiz antiguo. Y está cerca del desierto.

Carmen Bustamante no tiene mucho tiempo para actividades sociales. Aunque ha colaborado con entidades benéficas. Pertenece a la Asociación de Amigos del Museo de Cádiz. Le hace una especial ilusión su implicación en la Asociación Qultura, que preside su pareja, Pedro Fernández Enríquez. Ha colaborado en muchos actos culturales que organizan, pese a las dificultades económicas. Entre ellos están conciertos en el Teatro Cómico. Especialmente destacable fue el ciclo Voces en el Museo, que organizaron con la presencia de escritores como Gustavo Martín Garzo, José Manuel Caballero Bonald, Ana Rossetti, Luis Javier Moreno, Antonio Gamoneda, Felipe Benítez Reyes, Pablo García Baena, Pilar Paz Pasamar, José María García López y Rosa Regàs.

Está orgullosa de ser académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz desde mayo de 2015. Es partidaria de que se conozca el gran legado artístico que posee. Para ello se organizará una exposición, así como talleres de acuarela, dibujo y fotografía en la Casa Pinillos. Carmen fue la académica encargada de contestar en el reciente ingreso de Joaquín Hernández Kiki.

Prefiere vivir en Cádiz, pero viaja con frecuencia. Cada día que puede se dedica por completo a pintar, en horarios de mañana y tarde. Ahora está preparando una serie de cuadros de gran formato (de 2x2 metros) sobre el mar.

Carmen Bustamante nunca se cansa del misterio de las espumas, de las arenas, de los infinitos matices que le regala ese mar que se mece ante sus ojos. En su estudio a veces suenan, ya de noche, rumores de cornetas y tambores en la lejanía; pero durante largas horas se aísla en el silencio. Allí siempre está presente la luz, o la metamorfosis de la luz. Es una pintora que no lucha contra el tiempo, sino que es capaz de eternizarlo en un momento. Su arte consiste en que esa luz no se muera.

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