Patrimonio reservado

La elegancia Recaño

  • 'Diario de Cádiz' visita las nobles y bien conservadas estancias del antiguo Conservatorio y futuro Museo del Carnaval

  • Los añadidos deben ser modificados

La elegancia Recaño

La elegancia envuelve al Palacio de los Recaño. Atravesar su portada de mármol blanco es recorrer la historia de un edificio que nació con grandes miras en la parte alta de la ciudad, de la mano de unos ricos comerciantes que lo diseñaron acorde a los gustos del barroco dieciochesco de la época, como el contenedor típico de una casa de cargadores a Indias. Como singularidad, lo remata la turística Torre Tavira, que con entrada independiente es la torre mirador más alta de la ciudad, por lo que llegó incluso a convertirse en 1778 en vigía oficial del puerto gaditano.

Dos son las entradas para acceder a la hermosa casa, una por la calle Sacramento, y la principal por la plaza en la que desemboca la calle Marqués del Real Tesoro, que pese a lo pequeñita le confiere ese plante señorial que desprende el palacio, en medio de la trama de estrechas calles del casco histórico donde se ubica. Por esta calle se accede justo al hall, donde permanece la coqueta cabina en madera que daba forma a la consejería del antiguo Conservatorio Manuel de Falla, que se fue de aquí hace casi cinco años. Ha sido la última de las siete vidas que han mantenido vigoroso el edificio desde que se construyera en 1730. Por aquí también estuvo la Escuela Gratuita de Dibujo, Aritmética y Geometría; la Escuela de Nobles Artes de Cádiz, la Escuela Normal de Magisterio, el Colegio de Jesús, María y José, y hasta sede del Tribunal Supremo, aparte de su última fase como centro musical, como recordó el alcalde de la ciudad, que encabeza esta visita junto al concejal de Urbanismo, Martín Vila, y la edil de Fiestas, María Romay, así como el arquitecto técnico municipal Daniel Domínguez.

Una visita en la que se plantea precisamente una nueva vida para los 2.900 metros cuadrados de diáfanos espacios y grandes salones donde hasta hace relativamente poco sonaban los acordes de los numerosos instrumentos que cada día portaban escalera arriba y abajo sus alumnos. La idea es instaurar el demandado Museo del Carnaval, para que la música siga sonando entre sus nobles muros, pero tirando más a la fiesta más popular y conocida de esta ciudad. La que debe jalonar una de las industrias todavía por moldear.

Así lo explica José María González, mientras descubre entusiasmado cada estancia. La primera y más sorprendente, el propio patio, bien conservado pese a los años de soledad, porque no hay mayor enemigo para un edificio que su abandono. Ocho grandes columnas toscanas de mármol unidas por arcos de medio punto hablan por sí solas, dentro de un conjunto que completan las finas molduras, ménsulas y motivos vegetales, así como el friso con metopas y capiteles colgantes que se otean entre las ventanas de la primera planta. El color rojo casi corinto terminan de engalanar su refinado porte, en un edificio con un sinfín de elementos decorativos por deleitar y que se mantienen casi impertérritos.

En el mismo patio, donde se ubicaría la taquilla del Museo, un bar y una zona de exposición, se abre un inesperado auditorio, al que se entra por la zona de su graderío superior. Un coqueto espacio que se agregó en las obras de adaptación para el Conservatorio, planteado en dos alturas y con capacidad para unas 130 personas "que viene perfecto para el Museo del Carnaval", insiste, convencido, José María González.

El recorrido continúa escalera arriba. "Fijaos en los elementos de mármol y qué maravilla de artesonados, se mantiene todo muy bien. Al igual que las escaleras de mármol y parte de la carpintería", añade el alcalde mientras sube uno de los tres tramos de escalera, cubierto por una impresionante bóveda de arista repleta de motivos florales que convergen en una láurea central. No en vano recorremos un edificio que es BIC, que cuenta con la máxima protección, por lo que tendría que ajustarse a un proyecto con una mínima intervención. "Ya se hizo el proyecto técnico previo, un estudio de paramentos para ver la estructura y para tocar lo mínimo", esgrime el técnico Daniel Domínguez.

En la entreplanta ya se visualizan algunas de antiguas aulas, los grandes salones donde los alumnos aprendían hasta hace unos años a componer, como denotan algunos retazos de antiguos rincones con restos de aislantes acústicos. Pero se mantienen los elementos decorativos, las molduras y elementos que siguen cautivando las miradas hacia paredes y techos. En esta planta se ubicaría la sala de juntas, la sala de prensa, una sala de la exposición, un centro de proceso de datos, una sala de investigación, y otra multimedia con biblioteca, fonoteca, hemeroteca y cabinas de audio.

Ya en la primera planta, un bello portón da paso a la zona noble del edificio, donde se extienden tres grandes estancias, entre otros espacios menores. En una de las antiguas aulas se observa por cierto el techo abovedado adornado con un curioso escudo. "La gente no imagina la cantidad de salas que tiene el edificio, el potencial que tiene", comenta, "incluso conecta con la Torre Tavira", dice acerca de su turística ubicación.

En la segunda planta, "donde se instalará un centro de investigación y docencia", seguimos visualizando más aulas, salas y espacios, conectando así con la otra parte del edificio, el añadido que se hizo en una época más tardía y donde se ubicó el colegio de Jesús, María y José. Una zona que junto a todo el entramado de escaleras, recorridos, galerías y pasarelas de la tercera planta suponen un punto claro de inflexión en la arquitectura del edificio, pues en nada se asemejan ambas partes. Actuaciones que resolvieron usos educativos, pero discutibles hoy día, no sólo por lo estético, sino por la inaccesibilidad para personas con movilidad reducida. En esta área se ubicarían almacenes de clasificación y salas de reuniones.

Pero la esencia Recaño sigue conquistando a cada paso, en cada estancia, en las vistas que afloran por cada ventana, en la luz que se cuela por todos sus recovecos, y en la magnífica azotea en dos alturas que corona el edificio, que a su vez se codea con la orgullosa Torre Tavira. No es cualquier edificio el elegante Palacio de los Recaño.

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