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Sociedad

Diario de una sesión de gripe porcina

  • Diego Rodríguez Ramos, un lector de este diario, cuenta en una tercera persona del plural figurada su experiencia en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

Llegada a las once de la mañana.del 27 de abril de 2009 a suelo español en Madrid Barajas desde Riviera-Maya, México. Se les retiene en el avión mientras rellenan un formulario con los datos de localización. Pasan sin control médico alguno los controles de pasaportes, recogen su equipaje y se marchan en metro a coger un AVE en Atocha. Llegan a Santa Justa a las siete y media de la tarde y algunos son convencidos para ir a Urgencias, según las recomendaciones de las autoridades sanitarias.

Llegan a las ocho menos cuarto de la tarde a las urgencias del hospital universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Se toman datos por el personal de admisión con mascarillas, y se les “aísla” colectivamente en la Sala de Espera número dos, después se les indica que los aseos son diferenciados y que no deben salir de la sala. Los familiares en el pasillo para separar, les atenderían en un momento.

Después llega una “noseque” ya que no se identificó ni llevaba placa alguna de médica, enfermera…Les queda un rato. Pueden que les hagan placas de Rx de torax. Pedimos cuantización de “rato”, no saben, llamarán a la epidemióloga. Dicen que están intentando localizar al especialista. En la sala, un altavoz ensordecedor, una pantalla de televisión enorme con la TV puesta, un termómetro, alcohol y una gran desinformación.

De vez en cuando aparece una ¿médica? con mascarilla y folios que apunta datos y relaciones con otros amigos. A las diez de la noche ya nos movilizamos varios familiares para pedir información y que ejecuten los protocolos de actuación recomendados. Sólo conseguimos que una atenta Trinidad nos atienda y recabe la atención del jefe de servicio al que no localizábamos. La seguridad nos pide que abandonemos los pasillos porque somos muchos, aunque no estaban muchos de los autorizados a estar (1 familiar/paciente).

A las once y cuarto de la noche, aquella señora comunica a algunos que se marchen porque no parece que tengan nada, al no tener fiebre, se les dará profilaxis con antivirales en la farmacia. Otros se quedaban, ya que más de la mitad de los que estaban en la sala ni siquiera habían sido atendidos por aquella responsable. Por tanto, desconocía su estado. Unos esperaban y otros paseaban por los pasillos buscando que abrieran la farmacia por más de 40 minutos. Algunos ponían otras tantas reclamaciones-quejas, otros suspiraban, otros esperaban.

Entramos con buena luz del día preocupados pero alegres. Salimos con la luz del alumbrado de la feria, agotados y sin mucha claridad. Lo importante: el 90% de los chicos que llegaron a España, se fueron a sus casas, muchos con los síntomas. A Sevilla llegaron más de 200 personas al menos en un par de horas. Allí en aquella sala había más de 15 pacientes. ¿Los otros? Pero aun peor son las afirmaciones de quienes nos gestionan y dirigen que Andalucía estaba preparada. Bla bla bla desde el primer minuto, bla bla bla.

Allí nadie tenía ni idea. Llevamos varios días de alerta sanitaria y parece que un hospital referencia para la NASA y de investigaciones punterísimas, como orgulloso estoy de él, nos da otra cara cuando mas se necesita: en urgencia.

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