Semana Santa

Los colosos de la Pasión

  • Los denominados 'barcos' entrañan a la hora de andar por las calles mayores dificultades para sus cuadrillas

NADIE sabe mejor que un capataz lo que cuesta llevar un paso por las estrechas calles de Cádiz, rincones por los que a duras penas cabe un utilitario y que en Semana Santa se transforman en cambiantes pasillos de museos por donde al compás de las horquillas caminan centenares de pies en un sincronizado y fervoroso ballet. Todos los pasos tienen su dificultad; cada misterio, cada palio. Pero los más grandes cuentan con el añadido de unas dimensiones que requieren, ante todo, una gran cuadrilla y mucha organización. Son los colosos de la Semana Santa.

 

Recientemente, el Consejo de Hermandades ha solicitado a las propias corporaciones datos de las dimensiones de sus pasos, para ciertos estudios que se quieren hacer en pos de mejorar la carrera oficial. De esas medidas que van aportando las cofradías gaditanas, ha quedado constatado que el paso de misterio de la cofradía del Perdón es uno de los de mayores dimensiones de la Semana Santa. Un auténtico 'barco', como se suele denominar en el argot semanasantero, de 2,60 metros de ancho por 5 metros de largo, que si se suman las maniguetas alcanzan los 6,20 metros de longitud.

 

Adolfo Morera Salvago es el capitán de ese barco desde el año 2002. Se encarga, por tanto, de llevar por las calles uno de los pasos más grande que procesionan en la ciudad. "La experiencia de los años te da esa pequeña confianza que hace que le vayas cogiendo la medida a los pasos. Pero en el Perdón no ocurre eso. Por el volumen del paso y por las medidas que tiene es como si lo llevaras siempre por primera vez", explica el capataz de esta gran obra de talla que lleva la firma del sevillano taller de Manuel Guzmán Bejarano.

 

"Al Perdón no le puedes perder la cara en toda la noche. Es muchísimo el volumen del paso, su anchura, los dos ladrones... No te puedes confiar", comenta Morera. Además de las dimensiones, se suma a la exigencia del capataz y de su cuadrilla el hecho de que sea un Crucificado, que siempre añade un plus de dificultad por la altura que suma. El propio Adolfo Morera sabe muy bien de esto, porque antes de ser capataz del Perdón dirigió durante unos años el misterio de Borriquita, otro de los grandes pasos de la Semana Santa. "Realmente, Borriquita es muy dificultoso porque también tiene un gran volumen. Pero no es un Crucificado", considera.

 

Los puntos más delicados del recorrido del Perdón empiezan "en la misma puerta de Santa Cruz". "Allí ninguno de los pasos que salen tienen problemas, pero nosotros sí, porque por la anchura del cancel pasa muy a lo justo, queda sólo un dedo a cada lado", explica el capataz. La puerta de Arquitecto Acero de la Catedral acarrea el mismo problema con este paso de misterio, que luego debe superar también la estrechez de Santiago, el tránsito por Cristóbal Colón y Cobos este año. Y la vuelta de Pelota a Pomponio Mela para adentrarse en El Pópulo. "Esto ya lo hacía la hermandad hace muchísimos años, y entonces Antonio Santana sacaba el paso a San Juan de Dios, culeaba un poco hacia el edificio Amaya y entraba. Yo no sé todavía cómo lo haré, estamos estudiando cómo realizar esa maniobra, porque por la situación de la calle no es fácil hacer esa vuelta con el paso del Perdón", contaba ayer mismo Adolfo Morera.

 

¿Y qué 'recompensa' puede tener para el hombre que viste traje negro y lleva un martillo en la mano realizar esa labor en un paso de tan grandes magnitudes? "Muy particularmente y personalmente, me queda la satisfacción como hermano de la cofradía desde pequeño que ha pasado por todas las etapas desde monaguillo, hermano con cirio, cargador... hasta llegar a capataz del misterio. Y la tranquilidad de que no haya habido ningún percance ni por parte de algún cargador ni tampoco del paso. Que todo haya salido bien es lo que te llevas para tu casa. Y ya de respiraderos para abajo, la satisfacción de haber trabajado con tus amigos y de que todos salgan satisfechos",

Otra persona que puede hablar con conocimiento de causa sobre este asunto es Gerardo Navarro, que como responsable de los pasos de misterio de la Asociación Hermanos Cirineos, es el capataz del Cristo de Las Aguas, otro de los mayores pasos de la Semana Santa gaditana (5,70 metros de largo, con las maniguetas incluidas), además de serlo también del misterio de Sanidad.

 

Gerardo reconoce que las claves antes apuntadas son fundamentales para evitar sobresaltos. "En el caso del Cristo de las Aguas -dice- a las dimensiones del paso hay que añadirle la dificultad de la gran altura que tiene la cruz, que alcanza los 6,15 metros y puede tocarse con los cables que hay en las calles". Por no hablar de los balcones abombados existentes en calles como Montañés y que obliga al capataz y a la cuadrilla a no perder la concentración ni un segundo.

 

Gerardo Navarro lleva 21 años como capataz de las Aguas y antes estuvo 11 como cargador, por lo que su experiencia está fuera de toda duda. Aun así, reconoce que cada año se tiene que enfrentar "a nuevos retos, porque por más que lleve tantos años me sigue presentando la misma dificultad que al principio. No obstante siempre digo que lo más importante es la cuadrilla".

 

Al preguntarle qué calles son las más complicadas para maniobrar indica que "entrar en Santiago, aunque es muy bonito de ver para la gente. También es complicado el paso por Montañés, que parece una calle ancha pero que no lo es tanto con las sillas, la gente, los balcones, los cables...". Por si fuera poco, además de la dificultad de las dimensiones del paso o la altura de la cruz, las Aguas lleva la figura de Longinos subido a caballo. "También tenemos que estar muy atentos a eso", apunta Navarro. 

Tanto en Las Aguas como en Sanidad, Gerardo cuenta con la ayuda de dos contracapataces que se sitúan detrás del misterio y que ayudan para que el paso camine sin contratiempos. Para ello también es necesaria su compenetración con los dos hombres que van de espejos y que también se encargan de dar las órdenes necesarias dentro del paso en momentos clave. "En Las Aguas todo el palo izquierdo lo llevamos de relevo, y el derecho no entero pero casi". En el misterio de las aguas van 16 hombres en cada palo. "Teniendo en cuenta los cuatro pasos que sacamos la Asociación Hermanos Cirineos ponemos en la calle a unos 350 cargadores, que no son hermanos de ninguna cofradía pero sí miembros de la asociación, que tiene sus estatutos y reglas, como por ejemplo que para entrar hay que estar apadrinado por otro miembro que responde de ti".

 

Gerardo comenta que entre el 80 y el 90% de la cuadrilla es fija y sólo se suele cambiar el 10%, "que intentamos que sea gente joven desde hace ocho años por lo menos".

Reconoce el capataz gaditano que no es muy partidario de los ensayos, aunque dice que este año han tenido que llevar a cabo uno con Sanidad "porque hemos cambiado a gente para bajarle la altura un poco a la cuadrilla".

 

Los más pequeños

Y si las grandes dimensiones son un quebradero de cabeza para los capataces a la hora de hacer andar los misterios por las calles del casco histórico, tampoco ayuda mucho los casos en que el paso es de reducidas dimensiones. Eso le ocurre, por ejemplo, al misterio de Ecce-Homo, que con sus 2,10 metros de ancho se encuadra como el paso más estrecho de la Semana Santa gaditana. 

 

"Contamos con sólo dos centímetros por cada lado para que el paso salga a la calle. Va a lo justo en una maniobra complicada. Ya luego, en el resto del recorrido es más fácil", comenta el responsable del paso desde hace nueve años, Juan Manuel López Gallardo. Su cuadrilla está formada por seis palos de once hombres; dos de ellos son enteros de relevos que saben perfectamente en qué parte del recorrido deben realizar el cambio. Además, para poder tener más movilidad cargan en cremallera, con los pateros un poco más adelantados a los del centro. "Esto les hace sufrir más, pero en un paso tan estrecho cuando llevas gente grande es lo mejor", comenta Juanma, que explica también que la salida "la hacen sólo ocho hombres por palo y lo llevamos a ruedas para facilitar la maniobra".

 

El misterio de Ecce-Homo sin embargo sí que tiene una dificultad que no es habitual. El impresionante manto que luce el señor hace que la trasera del paso soporte más peso. "Intentamos compensar, pero es inevitable que tienda hacia la cola. No obstante nuestros cargadores están muy hechos porque cada año sólo cambiamos una docena".

 

En un paso tan estrecho, las altas temperaturas pueden suponer otro problema añadido, por la concentración de tantas personas en tan pocos metros cuadrados. "La condensación es muy grande, pero el hecho de contar con 22 hombres de relevos hace más llevadero el calor, además de tener aguadores para que puedan refrescarse". 

Pero sea el paso demasiado grande, como el del Perdón o Las Aguas o demasiado pequeño, como el de Ecce-Homo, Juanma López da la clave final: "sarna con gusto no pica".

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