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Afectados de la promoción cala del sol Un comprador ocupa su casa en señal de protesta

"O mi casa o mi dinero"

  • Carlos Meis, uno de los propietarios de los pisos de Aifos en la Ronda del Estero, se encerró ayer en la obra para denunciar su situación y exigir una solución

A Carlos Meis la paciencia se le agotó. Tras esperar más de tres años a que Aifos le entregara el ático que compró en 2004 en la Ronda del Estero -la promoción conocida con el nombre de Cala del Sol- y después de sufrir meses de incertidumbre ante la paralización absoluta de las obras y el silencio de la promotora, ayer decidió actuar.

A primera hora de la mañana despachó los asuntos urgentes de su trabajo, en Sevilla. Y luego se vino a La Isla. Armado con varias pancartas de protesta, con unas cadenas y un candado, a la una y media de la tarde, Carlos hizo caso omiso de la oposición del guarda de la obra y se adentró en la promoción Cala del Sol para tomar posesión de su casa, la que compró hace cinco años a Aifos y que aún no le han entregado, una casa por la que ya ha pagado 70.000 euros y que hasta ahora desconoce cuándo va a poder disfrutar con tranquilidad.

"Soy el primer okupa legal de España", comentó el propietario asomado desde uno de los balcones de las casas sin terminar de la Ronda del Estero. "De aquí no me voy hasta que me den mi casa o recupere mi dinero", insistía.

Afuera, su mujer, su hija y algunos familiares cercanos le esperaban y le apoyaban. Carlos Meis es autónomo, un pequeño empresario de 61 años que ahora lidia también con la crisis económica y que en 2004, pensando en su pronta jubilación, se quedó enganchado de la atractiva publicidad de la promoción que vendía los pisos de la Cala del Sol.

Aquello -pensó- era su retiro dorado, cerca del muelle de Gallineras, donde amarra la pequeña embarcación con la que sale a pescar siempre que puede. La gran afición de este empresario afincado en Sevilla. Por eso, sus visitas a San Fernando eran más que frecuente y por eso pensó en comprar el piso a Aifos. Una decisión que luego ha lamentado durante largo tiempo. Un sueño -como el de otros muchos compradores- que se ha visto truncado por la crisis del ladrillo.

El viernes, asistió a la reunión que mantuvieron los afectados para analizar su difícil situación. Carlos, como el resto de compradores, se siente estafado y frustrado y se niega a pagar más dinero de las cantidades que pactó el contrato que firmó para adquirir la vivienda, un acuerdo por el que le faltarían aún por entregar 120.00 euros. Evidentemente, dejó de pagar cuando las obras se pararon. "Pero hay gente -dice- que ha pagado hasta 200.000 euros, que lo ha pagado entero y no tiene el piso". "Banesto, la entidad que financió las obras de Aifos, reclama más dinero a los propietarios", se queja.

Ayer, una vez que se adentró en el bloque en obras, Carlos colgó de sus balcones varias pancartas bien visibles en las que denunciaba la precaria situación en la que han quedado los afectados y arremetía contra la entidad bancaria y la promotora. En su piso, el ático que hace esquina, desplegó su bandera de combate: "No me voy, quiero mi dinero o mi vivienda", se podía leer en el balcón al que da su salón. Allí, Carlos, asomado a la calle, aguardaba.

Pronto llegó la Policía. El guarda de la obra dio parte y en cuestión de minutos, una patrulla se adentró en la obra para hablar con Carlos e intentar convencerle por las buenas de que abandonara su encierro. Pero era una decisión tomada. Carlos no se iba a ir. No por las buenas. Poco después llegó una segunda patrulla. De nuevo un par de agentes habló con él e intentó que desistiera. "Me han dicho que Aifos me va a denunciar, que mi actitud es incorrecta y que esta decisión puede costarme el dinero -comentaba luego- cómo si no fueran suficientes los 70.000 euros que me han costado ya".

De hecho, para ser desalojado del bloque es necesaria una orden del juez emitida tras la correspondiente denuncia del propietario. Así que de momento se quedó en su casa. "Me gustaría que otros afectados hicieran lo mismo, que cundiera el ejemplo", afirmaba poco después de ocupar el piso que compró.

Por la tarde, tras percatarse de que varias personas desconocidas se habían adentrado en la obra, Carlos abandonó el piso. Pero, eso sí, se quedó enfrente. Esperando su casa o su dinero.

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