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San Fernando

El espíritu del romano que vino a La Isla

  • La pizzería Ettore cumple hoy 25 años formando parte de la vida de miles de familias de San Fernando

Para saber dónde está Monte San Giovanni Campano, que ya son ganas de saber, había que conocer a Ettore. Y entonces él te explicaba que había nacido en La Lucca, al lado de Monte San Giovanni Campano, provincia de Frosinone, en pleno centro del Lazio italiano, no tan lejos de Roma. Al final, él decía "Io sono romano", con todo lo que significa eso, casi como si fuera el pasaporte aquél que se usaba en la antigüedad para andar por uno de los imperios más grandes que han visto los siglos, tal vez el primero de la Historia. Había que tener ganas de saber, sí, pero conociendo a Ettore, era inevitable el interés por conocer de dónde venía ese hombre, el italiano bajito que había logrado poner en pie, si no la primera pizzería de San Fernando, al menos la primera en la que uno tenía la sensación de que así deberían ser las trattorías de toda Italia. En otros momentos, él concretaba más y decía "Io sono ciociaro", en referencia al nombre tradicional con el que se conoce a su comarca, Ciociaria; y entonces la imaginación volaba hacia una espléndida Sofía Loren defendiendo a su hija entre los espantos de la Segunda Guerra Mundial, en la película de Vittorio de Sica La ciociara, que en España se tituló Dos mujeres.

Todas esas evocaciones que provocaba en sus clientes se trajo, seguro que sin querer, Ettore cuando, hace hoy 25 años, montó su pizzería en La Isla, en un rincón de la plaza Rodríguez Arias, tras el centro de salud, cerca de la antigua comisaría hoy derribada. Puso el acento italiano en una zona cuya tradición gastronómica se nombraba en locales con apelativos castellanos y cervantinos.

Seguro que él no sabía cómo iba a salir aquella aventura, que emprendió con Mari, su mujer isleña, aunque experiencia aventurera ya tenía. El caso es que el primer fin de semana lo vendió todo, y desde entonces la trattoría no ha parado de tener éxito. Primero en aquel entrañable local, de decoración básica y tópicamente italiana pero con un patio delicioso para el verano, que se llenaba de parejas y familias isleñas, luego de Cádiz y sucesivamente de toda la provincia, que repetían una y otra vez atraídas por la masa fina y crujiente de sus extraordinarias pizzas. Y unos años más tarde, en la nueva sede de la trattoría, flamante y de ambiente tan italiano.

Ettore Chiarlitti llenaba las noches en su pizzería con las historias de sus andanzas en la Costa del Sol, entre fiestas marbellíes con la jet-set, en las que decía que era conocido como Mister Lasagna. "-Pero Ettore, ¿entonces como dejaste aquello para venirte a la Isla? -Porque Io era l'único italiano honrado de Marbella, je, je. -Tú serías el único italiano honrado del mundo", bromeaban él y sus clientes, muchos ya amigos de años, haciendo referencia a ese mote tan de Cosa Nostra. Ettore murió hace ya trece años, pero el mundo que creó en San Fernando, las historias, las pizzas, las pastas, siguen creciendo gracias a que cuidan de él Mari, Javi, Ana, Isa, Luis, el otro Javi y tantas personas conscientes de que ese espíritu romano y ciociaro ha contagiado a miles que ya no conciben sus aniversarios, sus momentos, buena parte de su vida sin que el nombre de Ettore aparezca en los letreros de su mente.

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