La Empresa de Suelo Isleña (Esisa) ha sido rentable, ha cumplido con un objeto social -la construcción de viviendas protegidas- y ha dado beneficios al Ayuntamiento. Ha tenido -y tiente aún- una participación decisiva en cuestiones como el desarrollo de los suelos de la extinta Fábrica de San Carlos (FSC), a través de Sogescar (sociedad mixta a la que pertenece junto a Sando y Unicaja). También ha participado en la construcción del Mercado Central, el desarrollo de la Ronda del Estero o la rehabilitación de la Casa Micolta, entre otras actuaciones destacadas, que han acompañado la construcción de distintas promociones de viviendas protegidas. 

Por eso hay quienes creen que lo ocurrido ha sido inevitable ante el panorama actual: la crisis, el hundimiento del sector del ladrillo, las dificultades actuales para financiar la construcción de nuevas promociones de viviendas... 

La coyuntura económica, evidentemente, ha empujado a Esisa a su precaria situación. Pero también, a pesar de que siempre -hasta ahora- ha sido un instrumento útil y rentable, se le reprochan errores cometidos como los planes para la construcción de una red de aparcamientos subterráneos en toda la ciudad. Solo dos se llegaron a hacer, en la Plaza Emperador Carlos y en Coronación. Ambas fueron promociones complicadas que enseguida se vieron salpicadas por las consecuencias de la crisis económica. Todavía hoy Esisa tiene colgadas una gran cantidad de plazas de aparcamiento y trasteros a los que intenta dar salida. El resto de aparcamientos subterráneos previstos, como el del Merendero, se ha olvidado. 

En más de una ocasión, el Gobierno municipal ha recibido críticas ante sus planes para la construcción de estos aparcamientos subterráneos, una operación que no salió bien y que, además, alejó a Esisa de la construcción de nuevas promociones de viviendas protegidas. 

Esisa, en todo caso, se encuentra en un momento crucial en el que tiene que redifinir su papel de cara al futuro con un propósito: seguir siendo útil y rentable para el Ayuntamiento.