Seguridad

La Guardia Civil se refuerza en el puerto de Algeciras

  • 150 agentes controlan desde los productos falsos al tráfico de drogas o la evasión fiscal. Desde los atentados de París su número ha aumentado con unidades externas.

Óscar Lezameta algeciras

Avergüenza decir que uno lo compraría, pero el envoltorio de perfume valorado en 80 euros, de esos que se anuncian en francés en todas las televisiones, da el pego a cualquiera. Cambia la cara cuando al abrirlo, el tapón se cae al suelo; una hora después de probarlo, de esa esencia que dura días no queda ni rastro. Es lo que cabía esperar después de que la habitación de pruebas esté adornada con una camiseta del Real Madrid, en la que han falsificado hasta el autógrafo de Isco.

Es el día a día del trabajo de más de 150 agentes de la Guardia Civil del puerto de Algeciras. El resto, la seguridad en los buques que transitan por sus instalaciones –unas 40 o 45 rotaciones todos los días– para que nadie compre y saque del territorio nacional mercancías que no han pagado sus impuestos correspondientes; que ningún pasajero embarque con objetos peligrosos o que las mulas que cargan más de un kilo en sus cavidades corporales no se salgan con la suya.Desde los atentados de París, son más y eso se nota, tanto para ellos como para todos.

El capitán Javier Holgado y el teniente Fernando de Cózar son las cabezas visibles de este operativo que tiene una doble misión: salvaguardar la seguridad de quienes transitan por el puerto de Algeciras y servir como resguardo fiscal. Este tiene especial importancia en el aprovisionamiento de buques. Basten unas cifras: más de 40.000 buques llegan hasta las instalaciones portuarias y necesitan equiparse con todo lo necesario para su navegación; a los 10.000 euros por cada uno que suelen gastarse hay que descontar el 21% del IVAdel que están exentos. Toda esa mercancía debe estar controlada para que después no se caiga en la tentación de venderse con ese impuesto y recoger los beneficios.

Las dependencias que ocupa la Benemérita en el puerto son un laberinto que esconde todo el entramado de sus actividades. Desde esa oficina donde se registran los objetos falsos que van desde el perfume del que apenas queda su recuerdo en forma de un sospechoso enrojecimiento cutáneo, hasta cerraduras, zapatillas de deporte e incluso jamoneros que ni el más experto de los ojos es capaz de distinguir a simple vista. La oficina de denuncias atiende a cualquier persona que tenga un problema en las instalaciones portuarias; no cierra nunca y ahora pueden tomarse un respiro en espera de la OPE, cuando “se atienden más el aspecto humanitario que el meramente delictivo”. David está hoy al frente de unas instalaciones que el año pasado abrieron 1.800 diligencias, casi cinco al día.

Por un camino que sería incapaz de volver a repetirse si uno no está acostumbrado a transitarlas, se llega a unas dependencias que serían propias de un aeropuerto. Lo que en esos lugares son cargamentos humanos de cocaína, en Algeciras son de hachís. Uno de los ATS que prestan sus servicios detrás de un aparato de rayos X propios de cualquier hospital, remueve su archivo de placas donde se observa cómo mujeres llevan en el interior de su vagina más de un kilo de droga, además de otro repartido en bellotas en sus intestinos. El último eslabón de una cadena de narcotráfico que tiene aquí su destino final en el que “al verse atrapados, suelen colaborar sin ningún problema; saben lo que llevan”.

El embarque ha sido el escenario de una desgraciadamente demasiado habitual pelea entre los dos cuerpos de seguridad. Agentes armados con armas largas ayudan en la inspección de los buques, algo que ha levantado las protestas de quienes hasta ahora venían haciéndolo. El capitán Holgado pregunta a dos de ellos: “¿Algún problema?”. “Ninguno”, responden a dúo. Es cierto que no lo tienen; como es norma en la Guardia Civil, les han ordenado que hagan algo y lo hacen. Fin de la discusión.

En los muelles, reclaman su sitio las armas largas. Aquí los agentes controlan que el embarque y desembarque de cada uno de los ferris que entran o salen del puerto, se desarrolle sin problema alguno.Su experiencia, en cualquier caso, es la mejor de sus armas. En las entradas y salidas de unas instalaciones inabarcables por su tamaño, unos puestos controlan el paso de todos los vehículos. Un maletero que se abre ante la mínima sospecha dan cuenta de su actividad. El ojo entrenado y las labores de vigilancia e información son lo que más puede garantizar la seguridad de todos.

Holgado es consciente del enorme reto al que se enfrenta. El puerto de Algeciras casi sobrecoge por su tamaño y todo en él debe ser controlado. “No podemos hacer controles a todos los vehículos porque se pararía su actividad, pero la experiencia y el trabajo constante es lo que nos hace distinguir quién puede estar haciendo algo ilegal”.

Desde que se elevara el nivel de alerta “contamos con más personal, especialmente de unidades externas como los GRS y eso siempre es bueno; cuanta más gente seamos, mejor”.Su labor tiene que encontrar el equilibrio perfecto entre la presencia que garantice la seguridad, que todo aquel que pase por sus instalaciones se dé cuenta de que están ahí y la necesidad de no levantar una alarma más que en su justa medida. El miedo no puede ganar. Tabaco, drogas, seres humanos, mercancías, productos que no se declaran. Cualquier cosa que pase por el puerto de Algeciras está controlada. Y son muchas las que lo hacen a diario. 

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