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Provincia de Cádiz

El inconformismo que movió conciencias: En memoria de Ana María López Rodríguez

Un día de agosto el corazón de Ana María -una histórica de la lucha contra la droga y sus mercaderes, los narcotraficantes- dejó de latir. El sufrimiento acumulado durante años y una dura enfermedad mermaron su salud hasta el punto de que ya tu frágil cuerpo tiró la toalla. Este doloroso desenlace ocurre cuando se cumplen veinticinco años de la creación de un movimiento vecinal, sin precedentes, que movilizó en nuestra localidad, [Barbate], a muchísima gente deseosa de acabar con la vergüenza, la ignominia y la injusticia del narcotráfico que, por aquel entonces, minaba de manera especial la salud de muchos jóvenes, al mismo tiempo que sumía en la desesperación a una multitud de familias.

Tengo que decir que no fueron años fáciles; todo lo contrario, fueron tan duros como el alma y el corazón de los que vendían la fatal mercancía. Es verdad que este problema afectaba y que sigue afectando, de una manera u otra, a la gran mayoría de los pueblos y ciudades de España, pero existe una sustancial diferencia: en nuestro pueblo, Barbate, la ciudadanía le plantó cara y lo hizo con todas las consecuencias, porque el dolor es una emergencia que no admite esperas. Y aquí aparece tu figura, la figura fuerte y vigorosa de Ana María López, ese gran puntal de una lucha que a nadie dejó indiferente.

Como compañero y amigo en este activismo social, te conocí siempre inconformista, radical en tus planteamientos, solidaria y, sobre todo, valiente. La suma de todas estas cualidades te empujaron a enfrentarte a ese muro, construido con guijarros de maldad, que atrinchera al oscuro, cruel y codicioso mundo del narcotráfico. La adicción de tu hijo Miguel, ya fallecido, fue tu primer motor para iniciar una tarea que parecía imposible y que consistió en atajar la impunidad de que gozaban los narcos y, al mismo tiempo, acabar con la impotencia de tantas familias, a las que siempre transmitiste su derecho a la dignidad y a la esperanza.

Pero hay un aspecto que quiero resaltar de ti, algo de lo que me considero partícipe y especialmente orgulloso: el haber sido la voz de los que no tenían voz, especialmente de aquellas personas enmudecidas por el sufrimiento y la desesperación. También es preciso añadir que a esta lucha nunca le faltaron críticas lanzadas por distintos sectores. Esto nos enseñó que la incomprensión, la hipocresía y la mezquindad no son ajenas a la condición humana. Me refiero, en concreto, a la actitud de aquella gente que coloca la imagen por encima de las personas; la mentira por encima de la verdad; el enriquecimiento por encima de la salud; o el silencio por encima de la dignidad. Sin embargo, puedo atestiguar que estas maledicencias nunca te hicieron mella; todo lo contrario, tú sabías que lo importante era ayudar a las víctimas, sacarlas de ese oscuro pozo y aislar a unos verdugos que, desgraciadamente, siempre buscan el oxígeno en la complicidad social. En definitiva, siempre tenías claro que las personas estaban por encima de cualquier interés egoísta, que las acciones valen más que las palabras y que el corazón no se atiene a razones que no le convencen.

Ana María, amiga, tú permanecerás en la memoria de mucha gente: en la de tu familia, en la nuestra y, cómo no, en la de todas las madres. El motivo es muy sencillo: tú fuiste, ni más ni menos, que una madre contra las drogas; una persona valiente, incómoda e inconformista que en su día tomó la decisión irrevocable de rebelarse.

Luchar contra la droga y sus mercenarios fue tu causa, tu bandera y tu sufrimiento. Ahora, DESCANSA EN PAZ, una paz que mereces y que un día unos malhechores te arrebataron.

Posdata: Mi reconocimiento y admiración a Tomás Caballero, El Choti, tu esposo y compañero, en la vida y en lucha./antonio rodríguez (BARBATE)

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