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Provincia de Cádiz

La fuente de la vida brota en La Janda

  • El aloe vera, la planta milagrosa, uno de los alimentos más sanos, se abre paso en la provincia

La finca se llama Los Granujales. Está en el término de Vejer, pero por muy poco: es como si fuese de Conil. Allí crecen desde hace tres años (necesitan ese plazo para tener todas sus propiedades) unas 6.000 plantas de aloe vera al arrullo de las aspas de doce eólicas. Desde lo alto de una loma, en un extremo de la plantación, se ve a lo lejos a un trabajador. Está quitando malas hierbas a mano. Si todo va bien, y en principio no parece que vaya a ser de otra manera, esta plantación que ocupa dos hectáreas hará historia. Será recordada como el arranque en la provincia de Cádiz de un cultivo que triunfa en Canarias desde hace años y que también prueban agricultores de Almería, Huelva, Sevilla y Córdoba. Todos con la vista puesta en un mercado europeo que demanda esa planta milagrosa. Esa fuente de la vida que está brotando por fin en La Janda.

Saturnino Iglesias, conocido vecino de Conil porque fue alcalde en los noventa, es el hombre que hace tres años plantó aquí el aloe vera. No tiene una buena mañana. Algo que comió el día anterior le sentó fatal y ha pasado una noche para olvidarla. Pero iba a enseñar su obra, su penúltimo sueño, y se resistía a aplazar la visita a la finca. Por si acaso, advierte a los periodistas: si no os importa, lo vemos rápido y nos vamos a mi casa y allí charlamos. Faltaría más.

Viene esto a cuento porque una hora más tarde, Saturnino continúa deseando sentarse "en el sofá con un caldito" pero ya es otro; se ha venido arriba, sigue hablando y gesticulando entusiasmado, continúa recitando las innumerables propiedades de la planta milagrosa y el fotógrafo no puede evitar el comentario: tan efectivo es el aloe vera, que vienes aquí, caminas entre las plantas, las tocas y te curas.

Saturnino ha arrancado una hoja de una de las plantas. Le ha dado un tajo certero con un cuchillo y muestra el interior; lo toca con los dedos y luego junta el índice y el pulgar y los separa despacio; el gel, la pulpa, se estira entre las yemas. Así tiene que estar, dice. Falta muy poco para que comience la primera cosecha en esta tierra que eligió para su particular aventura.

Comenzó de manera discreta. Francisco Antonio Macías, catedrático de Química Orgánica de la UCA, le explicó todo sobre el aloe vera, le hizo ver que había ahí un filón sin explotar y lo animó a probar. Pero Saturnino no se fiaba. De ahí que escondiese un poco su plantación. Durante unos años, hasta hace poco, fue como su pequeño secreto. Por eso escogió esas dos hectáreas de la finca que no se ven desde la carretera.

El pasado diciembre, los asistentes a una jornada organizada en Conil sobre el uso culinario del aloe vera visitaron Los Granujales. Saturnino Iglesias sacaba a la luz su plantación, hacía pública su pasión por el aloe. Les explicó que se trata de un cultivo ecológico, con su certificado de conformidad expedido por el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica. Nada que ver con el aloe liofilizado que les llega a los alemanes, grandes consumidores, desde China y México.

"En una hectárea, en un año bueno de trigo salen 4.000 kilos; de girasol, 2.000 kilos; en un buen año de remolacha, la hectárea te da 80.000 kilos; de aloe vera, entre 80.000 y 100.000 kilos. Los laboratorios te piden que la hoja tenga entre 700 y 900 gramos. Las hojas pequeñas, los hijuelos, se venden para replantar", dice Saturnino mientras le pega otro corte a la hoja que ha arrancado y la cámara inmortaliza la pulpa del aloe jandeño.

El aloe tiene dos grandes enemigos, ilustra Saturnino. El frío y el agua. En España sólo aguanta en Canarias, en Andalucía y un poco en el Levante. En La Janda se ha revelado como un cultivo muy agradecido. "En Córdoba protegen las plantas con manta térmica. Aquí pasan el invierno sin manta".

Saturnino pretende poner en marcha un sistema de venta que acerque el aloe al consumidor de la manera más natural posible. En esas anda ahora, buscando cómo hacer llegar dados de aloe a quienes ya han descubierto las propiedades de una planta milagrosa cuyos beneficios ensalzó Ghandi. Porque, como explica la web de Asocialoe, a la que pertenece Saturnino, el uso del aloe no es algo nuevo, se remonta a tiempos inmemoriales.

Asocialoe anota que el uso del aloe en la piel es el más extendido: para quemaduras, como hidratante, contra eccemas, como calmante después del sol… Pero el aloe ha saltado a la cocina porque numerosas investigaciones han certificado que es uno de los alimentos más saludables y varios chefs lo emplean en sus platos. "Ingerir aloe vera es ingerir salud". Es un activador de la circulación, un regenerador celular y ayuda a desintoxicar el organismo. Es eficaz contra la diabetes, evita trastornos digestivos, alivia el dolor de cabeza...

Todavía es difícil encontrar hoja de aloe vera en herboristerías y fruterías. Poco a poco, esa ausencia se convertirá en un recuerdo. "Esto va a pegar fuerte", vaticina en La Janda Saturnino Iglesias.

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