Provincia de Cádiz

Pringá a la sombra de la Acrópolis

  • La profesora Margarita Barros, de San Fernando, enseña cocina gaditana mientras vive en primera línea la difícil situación de los griegos: "Es un nuevo fenómeno que nunca habíamos visto en Grecia... hambre"

Podrá seguramente una berza de tagarninas aplacar el frío que se cierne estos días sobre Atenas, provocado por el choque violento entre los frentes activos de las isobaras y los de las exigencias de la troika comunitaria. Si este es el lenitivo que puede apaciguar los dolores del ánimo griego, Margarita Barros, una isleña que lleva 23 años viviendo y enseñando español en Atenas, lo está suministrando ahora en voluntariosas dosis solidarias. Desde hace meses ha puesto en marcha un taller de cocina gaditana, empeño aparentemente difícil que sin embargo está teniendo éxito.

Margarita ya es casi griega pero es incapaz de perder su raíz cañaílla. Llegó en 1989, pensando en estar seis meses, pero como ella dice "Grecia entonces era un paraíso". Le fue imposible volver a Bruselas en donde había estado trabajando antes, porque "Atenas era mágica, ideal... y los griegos..." Se había producido el milagro ocasional del enamoramiento cuando una persona encuentra su lugar en el mundo. Ella lo explica así: "Grecia ha unido dentro de mí, armónicamente, la luminosidad del mar Egeo con los colores y la música andaluza". Con ese cóctel se emborrachó helénicamente, y así sigue.

Y eso que las cosas han cambiado, desde que llegó llevando en la mochila su afición infantil por la mitología griega, su impresión ante la figura del gigante Polifemo, el de un solo ojo, y su propósito elaborado en clase del Historia del Arte, cursando BUP en la Compañía de María de San Fernando: "Me acuerdo que dije para mí... la Acrópolis la tengo que ver... y aquí estoy. Todos los días paso muy cerquita y la miro... siempre me acuerdo de aquel sueño y aunque llevo viéndola 23 años nunca me cansaré de contemplarla".

Margarita es el sueño de un periodista, y se presta a seguir una extraña petición vía correo electrónica: "¿Por qué no te haces una foto con panizas y pringá delante de la Acrópolis?". Pasando un frío de muerte, cumplió la petición de manera perfecta, y se plantó en la terraza de un hotel en la evocadora plaza de Monastiraki, con la colina sagrada y el Partenón al fondo. En sus manos, escogidas muestras de berza y su pringá, panizas y huevos de fraile, platos que ella misma elabora en su taller para griegos y que luego, con toda justicia comió con sus amigos atenienses. "Después de tantos años de profesora de español, en este estoy haciendo el taller de Gastronomía Gaditana, por medio del cual intento transmitir la cultura española, la civilización, las costumbres para que los alumnos conozcan la lengua y la mentalidad española en profundidad", explica.

Aparte de sus clases, la isleña asentada en Atenas hace también cerámica y fabrica joyas artesanales, como los komboloi, especie de rosario que los griegos usan como juguete o antiestrés moviéndolos continuamente en sus manos. También ha hecho traducciones, así que confiesa que no se puede quejar teniendo en cuenta la actual situación en Grecia: "Cuando había bastante trabajo no decía nunca que no". Pero ahora: "Las cosas están difíciles para todos y esta situación es global. Ocurrió del día a la noche, pero sucedió y cada uno intenta sobrellevarla como puede. Esto no cambia mi deseo, mis ganas y mi amor por Grecia ni mi voluntad de vivir aquí".

Ella elabora sus clases con una parte teórica sobre las propiedades de los alimentos o la historia de Cádiz, y le añade los vídeos, la preparación de los platos, la degustación. "No me esperaba el éxito. Trabajo muchas horas a la semana porque quiero estar preparada y transmitirles cualquier cosa que se llame la Isla, Cádiz, Andalucía... y se me saltan las lágrimas cuando al final me dicen ¡viva la Isla, viva Cádiz!". A sus alumnos les encantan las panizas, los chicharrones y la manteca colorá, y ella prefiere de los platos griegos el fricassé de cordero, las albóndigas a la esmirnense, el augotaraxo de Missolonghi "que son huevas de pescado muy famosas en todo el mundo, es tradicional de la Grecia Antigua, como nuestros salazones de la época de los fenicios".

A pesar de todo, de la crisis, de las huelgas, de los disturbios, Margarita está a gusto en Atenas. "Si no, no estaría aquí -dice- aunque ya digo que este momento no se puede aspirar a encontrar trabajo en ningún sector laboral". Su resumen no es muy alentador: "Llevamos dos años muy tensos, las medidas de austeridad, el gobierno y la troika es el pan de cada día. Las huelgas generales convierten a Atenas en un caos frenético, los drásticos recortes de los salarios en las empresas públicas y privadas, cada día hay alguna medida nueva, pero los impuestos y el precio de la vida suben cada día más. El pueblo griego no aguanta más, y la rebaja que quieren de entre el 20 y el 25% del salario mínimo es hundirnos -obsérvese que usa la primera persona- en la pobreza".

Aunque no recomienda a nadie que intente buscar hoy trabajo en Grecia, ella admite que le resultaría "muy difícil" volver aunque quisiera: "Veintitrés años son muchos años, aquí tengo mi vida, mi trabajo, mis amigos, y cada vez que puedo voy a ver a mi familia en San Fernando, mi madre y mis hermanos". A lo mejor se podría pensar que Margarita pasa miedo por la situación de inestabilidad en Grecia. No es así: "Excepto en los disturbios, no, y eso que la situación es muy tensa, llevamos así dos años. Los griegos lo viven con indignación, tristeza, ira... y esperanza". Esperanza a pesar del panorama que dibuja Margarita: "Vas caminando por las calles y ves las expresiones de la gente, la mayoría afligida, insegura por el futuro, por el paro. Los ayuntamientos, las iglesias, los grupos de solidaridad, los agricultores reparten cada día comida a los necesitados. Es un nuevo fenómeno que nunca hasta ahora habíamos visto en Grecia: hambre. Está lleno de niños de emigrantes pordioseando en las calles, en los transportes, en los semáforos. Los griegos sienten defraudados con el sistema político europeo y griego, pero no son rencorosos ni vengativos, no odian a Europa".

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