Historia de la casa lazaga (V)

Lazaga y la reforma de la finca

  • Su adquisición pone de manifiesto el creciente protagonismo de la burguesía

5. La adquisición de la casa por los Lazaga.

José López Pardo de Liaño, VI Marqués de Carballo, vecino de Cádiz, convino la venta del inmueble que poseía su familia desde hacía más de 120 años con José María Lazaga Garay, marino, propietario y vecino de San Fernando. La escritura de compraventa fue otorgada el 4 de septiembre de 1886 ante el notario Alejandro Calderón de la Barca.

La finca fue descrita y deslindada entonces como sigue: "mide 23 metros 35 centímetros de frente al oeste y dicha calle Real, hoy de la Constitución, por 51 m 55 cm de fondo; y linda por la derecha de su entrada, al Sur, con casa número 197 de doña María Manuela Alonso de la Sierra; por su izquierda, al Norte, con otra número 193 de los herederos de don José María Warletta; y por su fondo, al Este, con la calle de la Mayorazga; estando compuesta de dos cuerpos de altura".

José María Lazaga compró la casa por 210.000 reales, es decir 52.500 pesetas, haciendo entrega del importe en el acto de otorgamiento de la escritura.

La venta de la casa se hizo con el cargo de una serie de gravámenes que le afectaban. Por ejemplo, el ineludible censo enfitéutico a favor de la casa ducal de Osuna y Arcos, como poseedora del dominio directo del terreno que ocupaba el inmueble (es decir, parte del antiguo manchón de dos aranzadas y cuarta dadas a tributo perpetuo en 1680), lo que suponía un canon de 6 reales anuales (1´50 pts) por aranzada.

Pero, además, la finca estaba gravada con trescientas cuarenta y tres pesetas (343 pts) pagaderas cada 2 de febrero al Marqués en calidad de patrono de una obra pía para dote de casadas o religiosas de la familia Pardo que había sido fundada por el creador del mayorazgo. Y con setecientas treinta pesetas (730 pts) que habrían de pagarse cada 31 de diciembre al mismo señor en concepto de réditos de una capellanía laical instituida por el primer Marqués de San Juan de Carballo.

Estas dos últimas cargas habían estado gravando hasta entonces casas de Cádiz que eran propiedad de los Pardo (singularmente una situada en la calle Plocia). Pero José López y Pardo de Liaño debió estimar que sería más fácil obtener los réditos correspondientes a través de una persona solvente como Lazaga, por lo que impuso esas cargas sobre la casa principal de San Fernando en 1885, es decir pocos meses antes de proceder a su venta. La enajenación de la casa de sus antepasados le proporcionó así mayor rentabilidad. De todos modos, suponemos que estas cargas se fueron levantando o redimiendo a su debido tiempo por los Lazaga.

Con otras condiciones habituales en estos negocios jurídicos, la casa principal de los marqueses de Carballo pasó entonces a ser propiedad de los Lazaga. La poseerían durante 115 años. Podemos considerar este cambio de titularidad como un ejemplo de la pérdida de protagonismo de la nobleza y del ascenso social de la burguesía, representada, en el caso concreto de San Fernando, por los marinos de guerra y sus familias.

Una vez posesionado del inmueble, imaginamos que José María Lazaga Garay emprendió la reforma, mejora y embellecimiento del viejo caserón de la calle Real que fuera propiedad de los marqueses de Carballo. Sin embargo, ignoramos la envergadura y el alcance de la remodelación arquitectónica que suponemos efectuó el Sr. Lazaga. Es decir, todavía no sabemos con certeza qué elementos de la casa de los Pardo de Liaño permanecieron invariables a partir de 1886 y cuáles fueron fruto de la iniciativa constructiva de Lazaga. ¿Emprendió una renovación total del edificio gracias a sus recursos económicos o mantuvo elementos del tiempo de los Carballo?

Tradicionalmente se ha atribuido a su iniciativa la construcción de la majestuosa y artística fachada romántica que todavía podemos contemplar, puesto que su estilo arquitectónico y ornamental se corresponde más bien con la época finisecular en que el inmueble pasó a manos de dicha familia de marinos de guerra que con aquella durante la cual perteneció a los marqueses de Carballo. Desde luego el estilo artístico guarda semejanzas con el de otros añejos inmuebles isleños que se reformaron o remodelaron también por entonces, como el actual Colegio de La Salle sito también en la calle Real.

Pero Lazaga no necesariamente tuvo que emprender la reforma justo después de adquirir el inmueble. Pudo acometerla años más tarde. Incluso haber sido culminada por sus inmediatos descendientes. En todo caso, podemos considerar esta reforma arquitectónica "lazaguiana" como una forma de "monumentalización" de la casa para hacer de ella una vivienda digna del rango socioeconómico de los nuevos propietarios y de la consideración de la que gozaban en la ciudad de San Fernando.

Los especialistas lo han venido calificando como "el mejor ejemplo de arquitectura isabelina en nuestra ciudad", destacando el valor de la portada, los herrajes y cristaleras de sus cierros y balcones, así como la decoración vegetal distribuida por la fachada. Aunque, tal vez, sean desmedidas las denominaciones de "casa-palacio" o "palacete" con que se suele conocer esta finca isleña de característico estilo ecléctico, incluso diríamos pre-modernista.

Sea como fuere, el inmueble fue conocido desde entonces y hasta nuestros días como la "Casa de los Lazaga". Pero, ¿quiénes eran estos Lazaga, qué papel jugaron en la sociedad isleña de fines del XIX, qué afán social y capacidad económica les permitió adquirir la casa de los marqueses de Carballo?(continuará)

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