Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Con la venia

Fernando Santiago

Esfuerzo baldío

 AHORA que se está pensando en rescatar los escritos que publicó Fernando Quiñones  en este Diario quiero recordar uno que causó especial polémica, aquel en el que el recordado escritor criticaba el esfuerzo considerable que Cádiz le dedica al carnaval en contraste con la indiferencia generalizada frente a otros asuntos que, a primera vista, parecen de mayor trascendencia. Y eso que Fernando no vio el auge que están tomando la Semana Santa o las fiestas gastronómicas. El bueno de Quiñones se centró en la cantidad de tiempo que precisa sacar una agrupación y el aumento extraordinario de su número año tras año. A esos miles de gaditanos que le dedican tiempo y dinero a sacar una agrupación empeñando para tal fin un esfuerzo importante en talento y horas de ensayos podríamos añadir, por ejemplo, todo lo que se dedica a los eventos gastronómicos.¿Qué lleva a tanta gente a preparar papas aliñás para que sus vecinos coman gratis? ¿ y a recoger ostiones o erizos? Recuerdo que hubo un tiempo en que ir a recoger los erizos se consideraba en sí mismo una tradición. Un gobernador civil, Mariano Baquedano, al poco de llegar al cargo quiso hacerse el pinturero y se fue con su garabato con tal entusiasmo que tuvo un accidente. Hay gente que emplea mucho tiempo en freír huevos ,  pescao o a cualquier otra actividad culinaria cuyo fin es que la gente coma sin pagar. Eso por no hablar de cómo entidades de crédito o instituciones financian actividades como estas. La suma de las horas que se dedican a ensayar y preparar actividades del carnaval se podrían medir en cientos de miles. Vamos a quitar las de aquellos que  tienen en el carnaval una forma de vida o un complemento de sus ingresos, porque la razón crematística es cosa distinta . Hay gente que le mueve también la vanidad o el apego a las tradiciones pero aún así resulta extraordinario la cantidad de tiempo que en Cádiz la gente dedica a estas fiestas.

De igual manera podemos hablar de la Semana Santa. Descartemos el fin religioso, que tendría una explicación en la forma de vivir la fe de cada creyente. Puede que algún incauto todavía piense que el impulso que lleva a miles de personas a desfilar durante unas horas o , incluso, a dedicar semanas y semanas a los preparativos del desfile, tengan una motivación de carácter  religiosa y, por lo tanto, espiritual o ideológica. No creo que el impulso sea muy diferente al del carnaval: la vanidad, el ocio, el apego a la tradición, la diversión. En un caso tiene una excusa pagana y en otro lo tiene en la fe, si se quiere, pero en ambos son miles y miles de horas dedicadas a esta actividad. Gente emplea una parte importante de su tiempo libre en organizar una cofradía,  preparar pasos y enseres para la salida procesional y al desfile en sí mismo. Un esfuerzo baldío, al menos desde la óptica que señalaba Quiñones: si tan sólo una parte de ese tiempo se dedicara a otras actividades es posible que le fuera mejor a la ciudad. Seguro que a los que dedican su tiempo a estas causas les parecerá extraño aquello en lo que yo empleo el mío. Es probable que hasta tengan razón.

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